Foto de portada: Composición. Cubierta del libro y vista de la plaza de la República desde la casa cuartel de la Guardia Civil. Los tiradores se apostaron en el muro que se adivina a la derecha de la imagen. [Fotografía: Campúa, 14-1-1933. Fuente: Basilio Martín Patino]
«El pueblo estaba reconcentrado en sí mismo, dentro de una concha de verdadero terror: los campesinos desconfían hoy de todo el mundo, hasta de su propio defensor. Triste cosa es que por la gestión de unos pocos hombres se haya destruido en muchas generaciones el espíritu de un pueblo» (p. 514). Esta reflexión del abogado Andrés López Gálvez durante el primer juicio que se le hizo al capitán Rojas (mayo de 1934) define cabalmente una de las principales consecuencias de los sucesos de Casas Viejas, ocurridos entre el 11 y el 13 de enero de 1933: destruyeron el espíritu de un pueblo.
Seguro que Salustiano Gutiérrez Baena (Íllora, Granada, 1962) supo advertir esa desolación poco después de llegar a Benalup en 1992 para incorporarse al instituto como profesor de Geografía e Historia. Desde entonces, vive atrapado en la historia de Benalup‑Casas Viejas, esa «madeja que te envuelve, desde el sentimiento a la reflexión», en palabras de Antonio Ramos Espejo.
Ya en el instituto, y con la complicidad de sus compañeros (sobre todo de José González Benítez, «Pepe Capita»), Salustiano Gutiérrez se empeñó en desempolvar la historia local y contarla a los vecinos, además de al alumnado. Puesto que se trata de un pueblo joven, con su memoria en parte inédita y en parte silenciada a consecuencia de los sucesos, la tarea ha sido lenta y ardua; todavía lo es, pues sigue habiendo quien no quiere saber ni, aún peor, que los demás sepamos.
Con constancia, curso a curso, implicaron a los estudiantes mediante redacciones, encuestas, búsqueda de fuentes orales y exposiciones fotográficas, entre otras actividades: historia local en vena. Los chavales, a su vez, recurrieron a la familia como fuente de información. Lo que en principio fue el fruto de deberes y tareas traspasó el ámbito educativo y llegó a toda la comunidad: empezaron a regar las raíces.Inquieto e insaciable de saber por naturaleza, el profesor no se conformó. En octubre de 2007, cuando llevaba quince años en el pueblo, al calor de la moda de los blogs comenzó el suyo, Desde la historia de Casas Viejas, aún en activo a razón de una entrada diaria. Por tanto, si el trabajo de los alumnos llegó a todos los benalupenses, el de Gutiérrez Baena se asomó a partir de entonces a la babel de internet. Mientras, las redes sociales posibilitaron contactos, complicidades, amistades, colaboraciones y publicaciones.
A la par que crecía el material del que Salustiano Gutiérrez iba haciendo acopio, él también crecía como historiador: peinaba archivos, documentaba nuevas informaciones, registraba testimonios de familiares, recibía sumarios de casaviejeños gracias a la fraternidad de José Luis Gutiérrez Molina, aumentaba el archivo gráfico y, esto es crucial, por medio de la generosa y desinteresada colaboración de la familia Mintz, seguía las huellas del antropólogo americano Jerome Mintz, autor de la obra fundamental Los anarquistas de Casas Viejas.
En enero de 2014 se inauguró en el pueblo el Espacio Conmemorativo Casas Viejas 1933 (ECCV), un modesto centro que ha paliado un vacío indecente y alarmante: quien se acercaba a interesarse por los sucesos se volvía igual que había llegado. No está de más recordar que la base documental de ese espacio es, en parte, obra de Gutiérrez Molina, González Benítez y Gutiérrez Baena. Y a finales de ese mismo año, ocurrió lo inevitable: Salustiano Gutiérrez se propuso escribir un ensayo con todo el material que había acumulado.
El resultado es Los sucesos de Casas Viejas: Crónica de una derrota (Beceuve, 2017), un volumen de más de ochocientas páginas. El reto era serio, puesto que la bibliografía sobre los sucesos es numerosa. Para abordarlo, el autor dividió la obra en tres partes: antecedentes, hechos y consecuentes: «[…] se trata de pivotar sobre el episodio, usándolo de faro, y estudiar lo que ocurrió en Casas Viejas durante la Restauración, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República, la Guera Civil y el franquismo hasta 1965» (p. 33). A su vez, dividió cada parte en dos secciones: características generales y protagonistas. El segundo elemento de esta subdivisión es uno de los aciertos, como dice Gutiérrez Molina en el prólogo: «[…] pone el acento en los protagonistas desde las entrañas del mismo pueblo. Esta es una de las características que distingue este libro de otros: es el primero que está escrito desde dentro» (p. 27).
Así es: hasta la fecha, la historiografía de los sucesos de Casas Viejas se ha centrado más en el levantamiento campesino y en las consecuencias inmediatas que en los actores. La Libertaria, Seisdedos, Gallinito, Rojas, Artal, Menéndez, Azaña, Campúa, Sánchez del Pando, De Guzmán y Sender son nombres que el lector asocia con el episodio, pero hay muchos más actores igual de importantes, cuyo relato es necesario conocer para ampliar la visión de un asunto tan complejo: los sopacas, los terratenientes, los nobles, los propietarios locales, la Iglesia, los primeros anarquistas, los socialistas, las fuerzas del orden, las mujeres de Amor y Armonía, los anarquistas moderados de la CNT y los radicales de la FAI, los campesinos que murieron, emigraron o se quedaron, las familias, los políticos, los abogados y jueces, los periodistas y fotoperiodistas que cubrieron los hechos… Por eso es de agradecer que el autor recoja 165 semblanzas de personajes que se vieron directa o indirectamente involucrados.Lo mismo cabría decir de los acontecimientos asociados a los sucesos de Casas Viejas: el sindicato anarquista de Los Invencibles, el levantamiento jornalero, la proclamación del comunismo libertario, el asedio a la casa cuartel de la Guardia Civil, la muerte del primer guardia civil y del primer vecino, la llegada de los refuerzos de la Guardia de Asalto y de la Guardia Civil, la toma del pueblo, el ataque, bombardeo, ametrallamiento e incendio del casarón de Seisdedos, los calcinados, la razia selectiva e indiscriminada, los fusilamientos, las detenciones, la versión oficial, la bronca política, la gresca mediática y el desacierto judicial, entre otros, están para el lector relacionados con los sucesos de Casas Viejas, pero, como ocurre con los actores, hay hechos esenciales que anteceden y suceden al episodio central, y que, por tanto, lo amplían y lo contextualizan: las desamortizaciones, el latifundismo, el problema agrario, la formación del pueblo, las relaciones con Medina Sidonia, las calamidades, los caciques, la llegada del anarquismo a la aldea, la Restauración, la relación de los campesinos con los propietarios, la Segunda República, la Reforma Agraria, las consecuencias de los sucesos en el primer franquismo, las comunidades de propietarios, los años del hambre, el maquis…
Así, el autor indaga en actores y acontecimientos distintos de los mencionados en primer lugar y suma a la lista de lugares comunes nuevos nombres, datos y fechas por los que otras publicaciones han pasado de puntillas o sin ni siquiera tenerlos en cuenta. En ese sentido, una de las obsesiones del autor es la reivindicación de las víctimas y sus familiares, ninguneadas generación tras generación, siempre en segundo plano. Por eso, este ensayo no se detiene en 1934 (en el juicio a Rojas y en las consecuencias que los sucesos tuvieron para la república de Azaña), sino que se adentra en las siguientes décadas y llega hasta 1965. Durante ese periodo, la sombra de los sucesos fue alargada, tanto que el autor considera la Guerra Civil en el ámbito local como el segundo acto de los sucesos: los mismos actores que se sublevaron en enero de 1933 huyeron del pueblo en julio de 1936 por miedo a las represalias. Incluso después de 1939 siguieron en el punto de mira de las autoridades, que los estigmatizaron para siempre como «los rojos de Casas Viejas». Algunos de ellos murieron en el frente, muchos volvieron a pisar la cárcel (participar en los sucesos fue un agravante), unos pocos murieron en campos de concentración nazis, otros llevaron una vida errante por España y unos cuantos se mantuvieron fieles a los ideales anarquistas en su «exilio local» (estos viejos anarquistas son de vital importancia, porque en la década de los sesenta le contaron a Mintz la historia de los sucesos que protagonizaron). A todos les sigue la pista el autor, otro de los aciertos y otra de las novedades que aporta esta obra.
Un empeño más de Salustiano Gutiérrez ha sido contar los sucesos apoyándose en las publicaciones existentes y en numerosas fuentes documentales y orales. Así, suma su obra a la de Pérez Cordón, Vicente Ballester, De Guzmán, Sender, Montseny, Hobsbawm, Brey y Maurice, Mintz, Ramos Espejo, Gutiérrez Molina, Tano Ramos y tantos otros. La abundante bibliografía existente le ha servido para escribir este ensayo con una perspectiva local y desarrollar un enfoque historiográfico propio que trasciende: por un lado, examina, contrasta, contrapone, reafirma y discute muchas consideraciones, por otro, explica manipulaciones, aclara tergiversaciones y tumba tópicos incomprensiblemente sostenidos en el tiempo, a pesar de que algunos ya se habían desmontado, entre ellos presentar a los anarquistas como pobres analfabetos que se dejaron arrastrar por la ideología, al viejo carbonero Seisdedos como líder de la revuelta, a Sopas como un traidor, a Azaña como autor de la frase «ni heridos ni prisioneros, tiros a la barriga» y al Estado como una institución ajena a la matanza.
Con tal encaje de bolillos, que bien podría haber enmarañado la obra, el autor consigue un ensayo rotundo, un engranaje minucioso que presenta los sucesos de Casas Viejas desde todas las perspectivas, ilumina los claroscuros y los da a conocer en toda su dimensión. Un relato que trasciende la historia del pueblo y ayuda a entender buena parte de los problemas de España desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX.
Como dice González Benítez en el epílogo: «[…] los sucesos de Casas Viejas son la crónica de una derrota extendida en el tiempo, la del mundo jornalero, una derrota con una sombra tan alargada que llega hasta la actualidad» (p. 694).Salustiano Gutiérrez Baena, con Los sucesos de Casas Viejas: Crónica de una derrota, los ha alumbrado casi definitivamente.
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Autor: Salustiano Gutiérrez Baena. Título: Los sucesos de Casas Viejas: Crónica de una derrota. Editorial: Beceuve. Venta: Amazon
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