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Nueva traducción de Comedia, de Dante Alighieri - Zenda
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Nueva traducción de Comedia, de Dante Alighieri

Acantilado publica una nueva edición de Comedia, de Dante Alighieri, bilingüe e ilustrada. Incluye notas introductorias sobre cada canto, un índice razonado y la cronología de Dante. El encargado del prólogo, comentarios y traducción es José María Micó. Zenda reproduce las primeras páginas del libro. CANTO I Nota introductoria El canto primero viene a ser el prólogo...

Acantilado publica una nueva edición de Comedia, de Dante Alighieri, bilingüe e ilustrada. Incluye notas introductorias sobre cada canto, un índice razonado y la cronología de Dante. El encargado del prólogo, comentarios y traducción es José María Micó.

Zenda reproduce las primeras páginas del libro.

CANTO I

Nota introductoria

El canto primero viene a ser el prólogo general de la obra. Dante, autor y personaje, cuenta que una noche tomó conciencia de estar perdido en una selva. Estaba en el año central de su vida, en el que cumpliría treinta y cinco años (la mitad de la duración ideal de la vida del hombre según varios textos clásicos y bíblicos, y el mismo autor lo había dicho en el Convivio, IV, xxiii, 9, y xxiv, 3). La acción se sitúa, pues, en el año 1300, poco después de la proclamación del primer jubileo (el dato está corroborado en otras partes del poema, como en Inf., xxi, 112-114). Tras una noche vagando, temeroso y soñoliento, llega al pie de una colina iluminada por los primeros rayos de sol. Comienza la ascensión esperanzado, pero se interponen en su camino tres fieras. Toda la escena es alegórica: el protagonista es un ser concretísimo, Dante Alighieri, pero además simboliza a la humanidad, perdida en la selva del pecado; las fieras que le impiden avanzar hacia la virtud han sido interpretadas—y no hay motivo para no seguir haciéndolo—como la lujuria (el lince, que podría entenderse también como una onza o pantera), la soberbia (el león) y la avaricia (la loba), y su caracterización in crescendo da a la última un protagonismo muy significativo. Al retroceder, Dante ve una figura humana, aunque no distingue si es un ser vivo o un espíritu, y le pide auxilio. Se trata del espectro del poeta Virgilio, a quien reconoce como maestro. Virgilio enuncia una profecía a propósito de la loba: reina en la cristiandad y ha sumido a Italia en la miseria, pero un día llegará un lebrel que la matará y la devolverá al infierno. La identificación del lebrel sigue siendo muy discutida, y es posible que Dante, por boca de Virgilio, pensase en un emperador o un papa concretos, pero la profecía es también la expresión de un anhelo político, no necesariamente cumplido ni encarnado en los años siguientes al encuentro. Virgilio le explica a Dante que para llegar adonde quiere y debe tendrá que seguir otro camino y que él mismo le hará de guía; de hecho, le adelanta y resume en pocas palabras el argumento de toda la Comedia: «te llevaré por el infierno y el purgatorio y después un alma más digna que la mía te acompañará al paraíso». El periplo de Dante durará una semana y la fecha más probable de su partida es el 25 de marzo de 1300, que, además de ser el primer día del año en el calendario florentino de entonces (por la fiesta de la Anunciación), era el día en que la Iglesia católica había fijado la concepción y la crucifixión de Cristo.

I
A mitad del camino de la vida,
me hallé perdido en una selva oscura
porque me extravié del buen camino.
Es tan difícil relatar cómo era
esta selva salvaje, áspera y ardua,
que al recordarlo vuelvo a sentir miedo.
Sólo la muerte es más cruel y amarga,
pero antes de hablar del bien que hallé
diré las otras cosas que ocurrieron.
No sé explicar muy bien cómo entré allí,
porque tenía mucho sueño cuando
abandoné la senda verdadera.
Pero al llegar al pie de una colina,
donde se hallaba el límite del valle
que me abrumó de miedo el corazón,
miré hacia arriba y vi ya la alta cima
cubierta por los rayos del planeta
que es guía y luz de todos los caminos.
Entonces se calmó un poco aquel miedo
que en lo hondo del pecho había sentido
toda esa larga y angustiosa noche.
Y como aquel que sale jadeante
del mar y al verse libre del naufragio
se vuelve y mira el agua procelosa,
de igual modo mi ánimo, aún huyendo,
se volvió atrás para mirar el paso
que no cruzó jamás ningún ser vivo.
Después de reposar mi cuerpo exhausto,
empecé a andar por la desierta cuesta,
y el pie más firme siempre era el más bajo.
Apenas comenzada la ascensión,
me topé con un lince muy ligero
y todo de manchada piel cubierto;
ante mi vista estaba, tan inmóvil
que impedía seguir por mi camino
y pensé varias veces en volverme.
Era el primer albor de la mañana:
el sol salió rodeado de los astros
que iban con él cuando el amor divino
dio a las estrellas el primer impulso:
de modo que abrigué alguna esperanza
de que aquel animal de piel vistosa
de la bella estación indicio fuera,
mas no bastó para impedir el miedo
que me causó un león que se acercaba.
Avanzaba hacia mí con la cabeza
altiva y con aspecto tan hambriento
que parecía estremecerse el aire.
Vi una loba voraz que iba repleta
de insaciable avidez en su magrura
51 y había causado el mal a mucha gente.
Esta loba me dio tal pesadumbre
con su temible aspecto que perdí
54 toda esperanza de alcanzar la cumbre.
Como el avaro que acumula bienes
y un día pierde todo lo ganado
57 y al fin se duele, pesaroso y triste,
tal efecto me hizo aquella bestia
que venía a mi encuentro y me empujaba
60 hacia la parte donde el sol se calla.
Mientras retrocedía, ante mis ojos
una figura vi que parecía,
63 tras un largo silencio, enmudecida.
Cuando en medio la vi de aquel desierto,
«¡Apiádate de mí», grité enseguida,
66 «seas quien seas, sombra u hombre vivo!».
Respondió: «Hombre no soy, pero lo fui;
y es mi ascendencia de lombardos padres,
69 ambos, para más señas, mantuanos.
Nací a finales de la edad de Julio
y viví en Roma bajo el buen Augusto,
72 en aquel tiempo de los falsos dioses.
Fui poeta y canté al hijo de Anquises,
el hombre justo que, tras el incendio
75 de la soberbia Ilión, vino de Troya.
¿Pero tú por qué vuelves a esta pena
y no asciendes el monte deleitoso
78 que es principio y razón de toda dicha?».
«¿Acaso eres Virgilio, aquella fuente
de la que brota un río de elocuencia?»,
81 manifesté con vergonzoso rostro.
«Oh, tú, honor y luz de los poetas,
válganme el gran amor y el largo estudio
84 con el que he examinado tu volumen.
Tú eres mi maestro, eres mi autor,
el único de quien he asimilado
87 el elevado estilo que me honra.
Famoso sabio, ayúdame, esa bestia
me hace retroceder y por su causa
90 se estremece la sangre de mis venas».
«Te conviene seguir otro viaje»,
respondió al ver mi llanto, «si pretendes
93 salir con vida de esta áspera selva,
porque esa bestia que tu espanto causa
pasar no deja por su senda a nadie
96 y mata a todo aquel que la atraviesa;
es tan malvada su naturaleza
que nunca sacia su apetito insano
99 y después de comer tiene aún más hambre.
Con muchos animales se aparea,
y muchos más serán, hasta que llegue
102 el lebrel que le dé muerte terrible.
Éste no comerá metal ni tierra,
sino virtud, amor, sabiduría,
105 y su cuna estará entre fieltro y fieltro.
Será quien salve a la infeliz Italia,
en cuya guerra pereciera Euríalo,
108 y la virgen Camila, y Turno, y Niso.
Este lebrel perseguirá a la loba
hasta hundirla de nuevo en el infierno,
111 de donde un día la sacó la envidia.
Por todo eso y por tu bien, decido
que me sigas, y yo seré tu guía:
114 te llevaré por un lugar eterno
en el que oirás desesperados gritos,
verás viejos espíritus dolientes
117 pidiendo a voces la segunda muerte;
también verás a aquellos que en el fuego
permanecen contentos, porque esperan
120 verse algún día entre beatas gentes.
Si tú quieres después subir a verlos,
tendré que abandonarte, pero un alma
123 más digna que la mía irá contigo;
porque el emperador que allí gobierna,
como yo fui rebelde a su doctrina,
126 no quiere que te lleve hasta su reino.
En todas partes manda omnipotente;
allí está su ciudad, su excelso trono:
129 ¡feliz el elegido al que allí admite!».
Yo le dije: «Poeta, te suplico,
por aquel Dios que tú no conociste,
132 para huir de este mal y otros peores,
que me lleves al sitio que me has dicho,
pues quiero ver la puerta de san Pedro
y a toda aquella gente desdichada».
136 Empezó a andar, y yo lo fui siguiendo

Dante Alighieri (Florencia, 1265 – Rávena, 1321), político, diplomático y poeta. En 1302 tuvo que exiliarse de su patria y ciudad natal, y a partir de entonces se vio obligado a procurarse moradas y protectores provisionales, razón por la cual mantener el prestigio que le había procurado su Vida nueva (c. 1294) era de vital importancia. La Comedia, en la que trabajó hasta el final de su vida, fue la consecuencia de ese propósito, y con los siglos se convirtió en una de las obras fundamentales de la literatura europea. Además de su obra poética, Dante escribió tratados políticos, filosóficos y literarios, como Convivio, De vulgari eloquentia o De monarchia.

José María Micó (Barcelona, 1961) es poeta, traductor y catedrático de literatura en la Universidad Pompeu Fabra. Su obra filológica comprende ediciones de autores españoles (Alemán, Cervantes, Góngora y Quevedo), antologías comentadas de poesía hispánica y libros de estudios y ensayos (entre ellos De Góngora, Las razones del poeta o La fragua de las soledades). Ha traducido a grandes clásicos europeos como Petrarca, Jordi de Sant Jordi, Ausías March y Ludovico Ariosto, y su versión del Orlando furioso fue Premio Nacional de Traducción en España y en Italia.

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Autor: Dante Alighieri. Traducción: José María Micó. Título: Comedia. Editorial: Acantilado. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro

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