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La mujer silenciosa - Zenda
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La mujer silenciosa

Qué gran libro es el que te impone la necesidad de estar dentro de la historia por unos segundos. Cerré los ojos muchas veces mientras leía tus recuerdos, y conseguí estar detrás de ti mientras esperabas en aquella estación. Pude observaros, cerca de esa columna donde habíais quedado en veros, aunque nadie se percatara de...

He vuelto a cerrar los ojos para escribir esta reseña; necesitaba estar otra vez en Malá Strana, sentir de nuevo el invierno, escuchar una vez más el Nocturno en mi bemol de Chopin. También lo hice cuando leí tu historia, Sylva. Tu dolor y tus silencios me obligaron a hacerlo.

Qué gran libro es el que te impone la necesidad de estar dentro de la historia por unos segundos. Cerré los ojos muchas veces mientras leía tus recuerdos, y conseguí estar detrás de ti mientras esperabas en aquella estación. Pude observaros, cerca de esa columna donde habíais quedado en veros, aunque nadie se percatara de ello.

"Escuché mientras tus alumnos tocaban Chopin, Janáček, Dvořák. Tu banda sonora. La que te acompañó durante una vida en continua caída"

En esos instantes de oscuridad, de evocación, reconocí tus miedos, tus lágrimas, incluso las que, ya endurecida, no llegaste a derramar. Miré por tus ojos desde el Puente de Carlos hacia el río Moldava y fui sensible a tus silencios. Escuché mientras tus alumnos tocaban Chopin, Janáček, Dvořák. Tu banda sonora. La que te acompañó durante una vida en continua caída, sonando en un piano que cada vez tenía menos espacio para sonar. La música que sustituía las palabras y que reafirmaba tus silencios, más enérgicos cuando eras una joven aristócrata, más suaves e indecisos cuando ya eras una anciana despojada de todo; cuando ya sólo vivías para recordar a Andrei, tu amor, y a Jan, tu hijo.

Intenté descifrar la parte de la historia que callaste y comprendí que sólo intentabas mimetizarte, para salvar a quienes amabas. No te lo pudiste perdonar. Eso marcó tu vida, eso y tu piano; eso y tus renuncias. Mientras, el paisaje se resquebrajaba, y la sinrazón quería tenerte en su bando. Si fue la decisión correcta o no es una pregunta sin importancia hoy. Fuera cual fuera la respuesta la tomaste sola, la viviste sola. Esa fue tu condena por haber nacido entre armaduras y muebles de caoba. Por haber tomado clases de piano. Por haberte visto forzada a decidir lo que en realidad la vida te imponía.

Tu amor por Andrei y la renuncia a volver a ver a tu hijo Jan, son el dolor que mece tu historia.

"Yo te he visto. Existes en muchas mujeres que también tuvieron que renegar una y mil veces porque eran madres"

Jan es la imagen del exilio, de los que tuvieron que huir condenados a llevar una vida sin raíces, sin tierra, sin un hogar al que llegar cada noche. Cuando lo lean, Sylva, cuando escuchen a Jan impotente por la lejanía, desubicado, obligado también a adaptarse a regañadientes a lo que la vida le impone, todos comprenderán su nostalgia. La de Jan. Y también la tuya. Se darán cuenta de lo que es llevar una vida en perpetua evocación, sólo para tenerlo más cerca.

Andrei es el amor, imparable, inasible, sorprendente. Pintor y poeta. Elegido por los sumerios para responder a los incultos, a los que le consideraron loco por ser el más valiente de los artistas. Elegido por ti por ser el hombre que llenaba tus silencios. Por ser coherente. Por someterse a tu amor sin condiciones, y aceptar que lo apartaras por capricho, o quizá por seguir siendo tú misma, cuando aún quedaba en ti algo de aquella frialdad aristocrática.

"Yo te he visto. Existes en muchas mujeres que también tuvieron que renegar una y mil veces porque eran madres, porque eran mujereso"

El dolor. El amor. La esperanza. Todo cambiante. Es tan real, tan universal, que me resisto a pensar que seas sólo un personaje. No puedo creer esas letras impresas en las páginas de este libro. Yo te he visto. Existes en muchas mujeres que también tuvieron que renegar una y mil veces porque eran madres, porque eran mujeres y estaba en su condición seguir, ir más allá.

El mundo esta lleno de mujeres silenciosas. También de mujeres silenciadas. El silencio por filosofía o por necesidad, por carácter o por inteligencia, por imposición o por miedo. Tu vida no lo será nunca más; tu historia ha sido contada, gritada a todo el que quiera escucharla. Ya no se disolverá en el éter, como si no hubieras existido. Tu historia, la de Andrei, la de Jan serán cimiento de lo que hoy somos, de lo que queremos llegar a ser.

Este libro es tu vida, en el espacio y en el tiempo. El resumen de las decisiones que marcaron tu camino y el paisaje que viste al andarlo, hasta el último recodo, donde tomaste la decisión más difícil. La única que te salvaba. La que definió desde entonces y para siempre lo que de ti recordaremos.

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Autor: Monika Zgustová. Título: La mujer silenciosa. Editorial: Acantilado. Venta: Amazon, Fnac y Casa de libro

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Félix Gutiérrez

Félix Gutiérrez es abogado, lector compulsivo y bloguero novato. A sus cuarenta y tres años usa gafas de vista cansada, y a veces tiene sueños extraños en los que conoce al narrador que esta escribiendo su vida. Desde agosto de 2018 comenta sus novelas preferidas en “LetrasKchondas” y, entre una y otra reseña, cambia de acera y viaja al otro lado del océano para escribir algún relato en Shady Hill

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