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Moses Sithole - Zenda
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Moses Sithole

A las buenas, querido lector. Esta vez he cumplido —no es que las otras veces no, pero lo cierto es que me estoy curando en salud para cuando en un futuro no pueda hacerlo— y me tienes aquí justo dos semanas después de mi último artículo. Llegados a este punto me encantaría plantearte una pregunta:...

A las buenas, querido lector.

Esta vez he cumplido —no es que las otras veces no, pero lo cierto es que me estoy curando en salud para cuando en un futuro no pueda hacerlo— y me tienes aquí justo dos semanas después de mi último artículo.

Llegados a este punto me encantaría plantearte una pregunta: ¿te has dado cuenta de que, siempre que pensamos en asesinos en serie —hombre o mujer—, los que nos vienen primero a la mente son ciudadanos europeos/americanos? ¿No? Haz la prueba. No te culpo cuando te des cuenta de que, seguramente, en los primeros que pienses sean en Bundy, Gein, Chikatilo, el Arropiero, Wuornos, Bathory… Es normal. Es lo que nos han vendido los medios. No creo que haya ningún interés tras esto, tranquilo, no me voy a montar una conspiración ahora, pero sí es cierto que la figura de los asesinos en serie africanos, asiáticos y oceánicos siempre ha sido menos mediática. Al menos en Europa y América. ¿Quiere decir entonces que no los hay o que, en caso de haberlos, no son tan psicópatas como los que copan las noticias y los libros de historia negra? Para nada. Por desgracia, su vida y crímenes son tanto o más espectaculares como los más mediáticos. Como ya digo, no es plan de montarme ninguna teoría descabellada. No hay ningún secreto detrás de que lo que ocurre en el «primer mundo occidental» vende más. Ya está. A pesar de ello, no es justo que deje fuera de esta serie a personajes tan ilustres como el que estoy a punto de presentarte.

Pero dejemos todo esto aparte y pasemos a la chicha, que hay bastante.

"Con ocho años, Moses intenta regresar con su madre, pero ella lo rechaza y el pequeño no tiene más remedio que irse a vivir con su hermano mayor"

Hoy vengo a hablarte del, quizá, peor asesino en serie de Sudáfrica. Siéntate para leer esto, porque vengo a contarte la vida y milagros del despiadado Moses Sithole, también conocido como el asesino del ABC.

Moses nació un diecisiete de noviembre, corría el año 1964. Lo hizo en Vooslorus, cerca de Boksburg, provincia de lo que antes era conocido como Transvaal —actualmente Gauteng—. Hijo de Simon y Sophie Sithole, Moses vino al mundo en un lugar muy marcado por el apartheid del momento. Sus inicios en este mundo estuvieron marcados por una pobreza extrema que se agravó con la muerte de su padre cuando aún era muy pequeño —Moses tenía cinco años—. Psiquiatras que luego evaluaron a Moses defendieron la idea de que esto le afectó sobremanera, pero no de la forma que pensamos. Argumentaban que un niño de cinco años puede no comprender la muerte de una persona y no asimilarla como haría un adulto. Es decir, podría interpretar esto último como que su padre estaba vivo, pero los había abandonado. Este sentimiento podría haber generado en Moses un desprecio a querer amar a alguien ante el miedo al abandono, incluso llegando a entender que su padre un día se marchó en parte por su culpa.

Siguiendo con su historia, su madre, incapaz de sacar adelante a la familia, se vio superada por este hecho y decidió abandonar a sus hijos en una comisaría de policía. Ella, consciente de que podrían acusarla de abandono, les indicó a los niños que nunca dijeran quién era su madre. Ellos obedecieron. La policía los llevó hasta un orfanato, en Benoni. Al poco fueron trasladados a otro en KwaZulu-Natal.

De nuevo, otro sentimiento de abandono en la figura de Moses.

En este último, Moses y sus hermanos estuvieron apenas tres años. Escaparon porque, según ellos, sufrían malos tratos constantes por parte de los trabajadores de allí. Con ocho años, Moses intenta regresar con su madre, pero ella lo rechaza y el pequeño no tiene más remedio que irse a vivir con su hermano mayor, Patrick, que había conseguido comprar una casa.

"Fue acusado por la chica y condenado a siete años de prisión. Él mantenía que todo era falso y que la acusación era inventada"

Como sucede en muchos casos, la imagen que proyectaba hacia fuera distaba mucho de cómo se sentía en verdad por dentro. No es ningún secreto que la mayoría de los psicópatas lo hacen así. De hecho, Moses era de cara a la gente una persona estupenda. Ayudaba a los niños que se quedaban en la calle y a los que eran fugitivos, tratando de buscar a sus padres convenciéndolos de que tenían que volver a casa. Durante este tiempo, Moses tuvo varios trabajos de poca monta en minas de oro y varias granjas de la zona. De todos modos, esa cara amable, trabajadora y servicial de Moses no tardó demasiado en desaparecer, ya que hizo dos cosas que demostraron que en su cabeza algo ya no andaba demasiado bien.

La primera, aprovechando que su hermano Patrick se encontraba en otra población —no se sabe haciendo qué ni el tiempo que estuvo—, vendió la casa en la que residían. La segunda, esta mucho peor, agredió sexualmente a una muchacha siendo todavía un adolescente. Fue acusado por la chica y condenado a siete años de prisión. Él mantenía que todo era falso y que la acusación era inventada. Es verdad que no se sabe a ciencia cierta, pero al parecer esta chica no fue la única de la que abusó durante esta época, llegando incluso a violar a otras, obligándolas a mantener relaciones con él mientras éste les apretaba fuerte con un cuchillo en la garganta.

El caso es que en prisión, según contó él, sufrió abusos por parte de varios presos. Volviendo a los psiquiatras que lo trataron, cuentan que esta época sirvió para que Moses experimentara un nuevo descenso a su infierno personal. Cuentan que creen que comenzó a abusar para sentir esa necesidad de control sobre las personas, necesidad que comenzó tras la sensación de abandono de sus padres y los supuestos abusos que recibió en el orfanato en el que estuvo durante tres años. Una vez en la cárcel, perdió el control de poder satisfacer esa necesidad porque ahora, de nuevo, el abusado era él. Todo esto hizo que cuando saliera de la cárcel, después de siete años de condena, el monstruo estuviera completamente desatado y libre.

"Corría el año 1993 y su necesidad de sentir el control sobre sus semejantes es mayor que nunca. Necesitaba saciarla como fuera"

Aquí quiero que me permitas hacer un inciso para hacer una pequeña apreciación personal. Si has estado siguiendo la lectura bien, te habrás dado cuenta de que Moses tenía varios hermanos que también pasaron por lo mismo que él —exceptuando lo de la cárcel—. Entonces, ¿por qué no sintieron esa necesidad de poseer y someter a su voluntad a las personas, como sí hizo Moses? Esto nos devuelve a la pregunta de si el asesino nace o se hace. La eterna discusión. Esto, a mi modo de ver, deja de manifiesto que ni una cosa ni la otra, más bien es una mezcla de las dos. Piensa que —aunque suene muy duro— si todos los niños que son abandonados o sufren algún tipo de abuso se acaban convirtiendo en psicópatas, viviríamos en un mundo muchísimo peor del que ya tenemos. Que es decir mucho. O, al revés, si todos los niños que nacen con predisposición a la psicopatía —porque esto es así, tal cual lo lees— se acabaran convirtiendo en precisamente esto, pues ya ni te cuento. Esto demuestra que se necesita de ambos factores para llegar a este punto y que, no necesariamente, cumplir uno de estos puntos te hará ser un serial killer de mayor.

Pero bueno, de esto podemos hablar largo y tendido y no creo que sea el momento.

Retomando la historia, Moses sale de la cárcel con, ya digo, el monstruo fuera. Corría el año 1993 y su necesidad de sentir el control sobre sus semejantes es mayor que nunca. Necesitaba saciarla como fuera.

Se mudó a Pretoria. Lo hizo con Martha, una chica que había conocido carteándose con ella prisión. Fueron a vivir junto a los padres de esta.

"En el cuerpo de la víctima dejó una serie de mensajes que parecían estar dedicados a las autoridades policiales que encontraran el cuerpo"

Con ella, al principio, las cosas no fueron demasiado mal. Ella hasta quedó embarazada de él, de una niña. Lo malo fue que, justo estando ella embarazada de cinco meses, retomó su carrera delictiva. Moses, como buen psicópata, volvió a enfundarse el traje de vil mentiroso para llevar a cabo sus crímenes y se inventó una fundación que ayudaba a niños en la calle bajo el nombre: «Juventud Contra el Abuso Humano». A sus víctimas, con muy buenas palabras —aderezadas con un aspecto impecable por parte de Moses—, las convencía para que lo acompañaran, ya que él les iba a ofrecer un fabuloso puesto de trabajo. Bajo esta mentira sedujo a su primera víctima mortal, de nombre Maria. Una vez la tuvo convencida, abusó de ella y la estranguló para acabar con su vida. En este caso lo hizo con sus propias manos, pero en otras víctimas se cuenta que utilizó la ropa interior de éstas o un cinturón. En el cuerpo de la víctima dejó una serie de mensajes que parecían estar dedicados a las autoridades policiales que encontraran el cuerpo. En el momento no se supieron interpretar bien, pero después, con él detenido, se llegó a pensar que eran un alegato de defensa frente a esa violación que él mantenía que no cometió y que lo llevó siete años a la cárcel.

Su modus operandi siempre fue el mismo. Seducir a las mujeres no le resultaba complicado, debido a su excelente don de palabra y a su magnífico porte. Con la excusa de enseñarles la central de la fundación, las montaba en el coche y las llevaba hasta lugares apartados donde daba rienda suelta a sus fantasías más peligrosas.

"No contento con violarlas y asesinarlas, trataba de averiguar todo lo que podía sobre ellas y así poder llamar a sus familias para relatarles lo sucedido sin escatimar en detalles"

Moses, mientras tenía a Martha como pareja —aunque no fuera demasiado tiempo—, tuvo varias amantes. A una de ellas también la violó y mató, llegando incluso a asistir a su funeral, mostrándose muy afligido por la muerte de la muchacha. Se detuvo a otro sospechoso, pero las autoridades no podían estar más equivocadas. Supongo que te costará creer que un hombre con sus antecedentes no hubiera sido tenido en consideración por los crímenes, sobre todo en este último, ya que no dudó en mostrarse frente a todos como la pareja de la víctima. Pues bien, aquí entra en juego de nuevo la preocupante facilidad de mentira que tienen los psicópatas. Moses habría tenido problemas con la ley hacía un tiempo, pero ahora era un ciudadano respetable que ayudaba con sus propias manos a los que más lo necesitaban. ¿Cómo iba a ser él?

Vuelvo a los psiquiatras porque lo que comenzó a hacer más o menos a mitad de su serie de asesinatos así lo merece. Resulta que, no contento con violarlas y asesinarlas, trataba de averiguar todo lo que podía sobre ellas y así poder llamar a sus familias para relatarles lo sucedido sin escatimar en detalles. Los especialistas dijeron sobre esto que, al parecer, Moses no sentía la plena satisfacción con los deleznables actos que llevaba a cabo. Necesitaba más. Su nivel de sadismo era tan grande que tenía que sentir el dolor de las familias al perderlas. Disfrutaba mucho mientras escuchaba los gritos de desesperación al otro lado de la línea. Los médicos dijeron que esto podría atribuirse a la sensación que tenía de que su propia familia se había roto. No podía soportar la idea de que otras familias no, así que él tenía que hacer algo para que así fuera.

Los crímenes se sucedían y las autoridades cada vez estaban más confundidas. La hija de Sithole nació en 1994 y, tras esto, Martha y él se separaron, harta ella de las infidelidades y mentiras de su pareja, quedando éste último en la calle. Dormía en una estación de tren. A partir de este momento, los crímenes se intensificaron y fue quedando un reguero de víctimas que asustaba. La lógica —sobre todo ante los poquísimos casos similares que se habían visto hasta la época— hizo que no pensaran en la idea de un asesino en serie desde un primer momento. Tuvo que ser mi grandísimo y admirado Robert Ressler —si no sabes quién es, CORRE e infórmate— el que llegara para relacionar los crímenes ocurridos entre sí. Quizá a este despiste ayudó el hecho de que Moses no fuera estúpido y actuara en varios lugares diferentes, sin relación alguna. En realidad, siendo justos, no fue Ressler el que elaboró el perfil que decía que puede que hubiera una o dos personas implicadas en los asesinatos, pero lo que estaba claro es que todos tenían una relación entre sí. La primera que elaboró esta hipótesis fue la perfiladora —primera perfiladora, además, que surgió en Sudáfrica— Micki Pistorius, que fue la que además invitó a Ressler para que le ayudara a corroborar esta hipótesis. Éste último añadió que, además, basándose en el perfil que habían elaborado, el asesino no tardaría en ponerse en contacto con la prensa.

"Tal y como predijo Ressler, a Moses le pudo su afán de notoriedad y llamó a un periódico para contar su historia. Lo hizo bajo el nombre de Joseph Magwena y se atribuyó todos los asesinatos"

Las autoridades empezaron a verlo todo con una perspectiva diferente y lo cierto fue que el cerco sobre Moses se empezó a estrechar. La prensa, en este momento, empezó a conocer al asesino como el del ABC —porque los crímenes comenzaron en Atteridgeville, continuaron en Boksburg y finalizaron en Cleveland—. Como los crímenes continuaban, con las mismas características que el de la amante de Moses, y la persona que detuvieron estaba en la cárcel no había podido ser, se le puso en libertad. La situación empezaba a ser demasiado preocupante. Hasta el punto que el por entonces presidente Nelson Mandela tuvo que dar un discurso en televisión. Por un lado pedía calma ante la serie de asesinatos, por otro alentaba a que la población colaborara con cualquier tipo de información.

Tal y como predijo Ressler, a Moses le pudo su afán de notoriedad y llamó a un periódico para contar su historia. Lo hizo bajo el nombre de Joseph Magwena y se atribuyó todos los asesinatos, exceptuando los de Cleveland. Él mantenía que, a pesar de llevar su sello, él no había sido. Dio una larga entrevista para el periódico, llegando a decir que mataba porque las mujeres le recordaban a la que le acusó falsamente de violación para entrar en prisión. Como es lógico, el periodista, escéptico, no creyó del todo a Moses, por lo que este quiso demostrar que tenía la sartén por el mango. ¿Cómo? Le reveló detalles sobre uno de sus asesinatos. Uno que todavía no había sido descubierto todavía por las autoridades. Resultó ser cierto. Moses dejó un número al que podría llamar el periodista y los investigadores se pusieron con ello. También, tras su confesión, se pusieron con su modus operandi, así que investigaron los pasos dados por las víctimas para tratar de relacionar a alguien con estos movimientos. Haciendo estas comprobaciones, averiguaron sobre un número de teléfono al que muchas de las víctimas habían tenido que llamar siguiendo la mentira que él les había planteado durante su seducción. Pertenecía a la hermana de Sithole.

No tardaron demasiado en darse cuenta de que la historia de Moses coincidía con algunos pasajes relatados por Magwena en su entrevista, así que no dudaron en lanzar su nombre e imagen a los medios para tratar de dar con él cuanto antes.

Preso del pánico, Sithole decidió huir. Llamó a su cuñado para decirle que necesitaba un arma para poder protegerse. Éste accedió y acordó reunirse con él en una vieja fábrica para dársela. Acto seguido informó a las autoridades de este encuentro. Quería que lo detuvieran cuanto antes. La policía puso a un agente encubierto como vigilante de la fábrica, pero con tan mal tino que no advirtieron a los otros vigilantes de la operación. Cuando Moses llegó, preguntó por su cuñado y los otros guardias dieron la orden al nuevo para que fuera a buscarlo. Éste, que no quería perder de vista a Moses, se negó algo nervioso. Esta actitud hizo que Sithole sospechara y decidiera marcharse de allí corriendo. El agente empezó a perseguirlo. Moses se metió a un callejón. Allí, el agente se identificó con su placa, pero Moses no hizo caso. El agente disparó dos veces, a modo de advertencia, pero esto tampoco tuvo ningún tipo de efecto. De pronto, no se supo cómo, Sithole apareció con un hacha y trató de herir al policía. Éste no dudó y disparó otras dos veces, hiriendo a Moses en la pierna y en el estómago. Gracias a esto fue arrestado, aunque acabó en el hospital, en el que estuvo en estado crítico durante dos días.

"En el juicio se declaró inocente de todos los asesinatos y dijo que la policía lo había obligado a declararse culpable de todos ellos"

Cuando consiguió recuperarse se negó a declarar. Estuvo así hasta que fue una mujer a tomarle declaración. A ella le confesó diez asesinatos. Se dice que mientras lo hacía tenía una enorme erección —otros dicen que se masturbaba mientras lo relataba, pero entiende que me cueste creerlo—.

Tras esto, fue acusado formalmente de treinta y ocho asesinatos. Estando ya preso, concedió una entrevista a otro preso —con la condición de que este la vendiera y parte de los beneficios fueran a su hija—, donde reconoció sólo veintinueve de esos asesinatos. Decía que no entendía de dónde se habían sacado los otros nueve. Sin embargo, en el juicio se declaró inocente de todos y dijo que la policía lo había obligado a declararse culpable de todos ellos.

El día 4 de noviembre del año 1997, Moses Sithole fue condenado por 38 cargos de asesinato, 40 de violaciones y 6 de robo a 2.410 años en prisión.

A día de hoy cumple condena en el módulo de máxima seguridad de la prisión de Pretoria.

Bueno, por hoy no ha estado nada mal, querido lector. Como te he dicho al comienzo, esta vez sí he cumplido y me he plantado de nuevo frente a ti en dos semanas exactas, pero ruego me disculpes si no puedo la próxima vez, aunque ¿quién sabe? Lo bueno es que, si no llego a tiempo, siempre es por trabajo y esto significa que pronto podrás oler las páginas de mi nueva novela. Hasta leerla, si así lo deseas. Aunque eso ya… Si quieres contarme algo, lo que sea, tienes mi email: blas@zendalibros.com. Si quieres, también me puedes seguir en Twitter y contarme lo que quieras por allí, siempre contesto y es más rápido: https://twitter.com/BlasRuizGrau.

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Blas Ruiz Grau

Blas Ruiz Grau (Rafal, Alicante, 1984). Informático y escritor. Auto publicó su primera novela (La verdad os hará libres) en 2012, con una buena acogida por parte de los lectores. Su segundo trabajo (La profecía de los pecadores, 2013) ya ha superado las 80.000 copias (papel y digital), obteniendo diversos números 1 en todo el mundo en las listas de los más vendidos de Amazon y Casa del Libro. Kryptos (2015), en apenas unas horas, se colocó número 2 en los más vendidos de Amazon y en muy pocos días alcanzó el número 1, hecho que se repitió hasta en una decena de ocasiones y en una larga lista de países. Un fenómeno de ventas con el que decidió donar todo su beneficio a la ONG Educo, que se encarga de dar de comer a los más pequeños. Al poco tiempo acabó fichando por Ediciones B. Pronto publicará dos nuevos trabajos. Su presencia en redes sociales, sobre todo en Twitter, es muy activa (@BlasRuizGrau).

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