¿Cuál es la mejor canción de Joaquín Sabina? ¿Princesa, Y nos dieron las diez…? Pongo unos puntos suspensivos para no enumerar quince o veinte temas del genio de Úbeda (*), y para que cualquiera juegue a preparar sus particulares grandes éxitos.
Mi preferida, en dura pugna con otras de Joaquín Sabina y Viceversa en directo —fui adolescente en los ochenta—, es Cuando era más joven, con esos trenes que simbolizaban la huida, la fuga, la vida, la libertad, y en especial cuando canta «tuve dos mujeres, pero quise más a la que más me quiso». Ese pero resume todo Sabina. Para mí, claro.
Pero la letra de 19 días y 500 noches, cómo decirlo sin meterme en un jardín, quizá sea la más redonda, la que mejor cuenta una historia. El propio Sabina explicó en su día de qué va:
«Mis canciones siempre arrancan de un verso. En el caso de 19 días y 500 noches es uno que suele pasar desapercibido, pero que es el más cruel de la canción: «No pido perdón, para qué, si me va a perdonar porque ya no le importa». Acababan de dejarme y me dije: «¡Tendré que vengarme de ella de alguna manera, tendré que hacerle una canción que la persiga toda la vida!» Y así surgió el tema. Ahora, la hija de puta anda diciendo por ahí que le hice una canción muy bonita. ¿No te jode?»
19 días y 500 noches, de Joaquín Sabina (letra)
Lo nuestro duró
lo que duran dos peces de hielo
en un güisqui on the rocks,
en vez de fingir,
o, estrellarme una copa de celos,
le dio por reír.
De pronto me vi,
como un perro de nadie,
ladrando, a las puertas del cielo.
Me dejó un neceser con agravios,
la miel en los labios
y escarcha en el pelo.
Tenían razón
mis amantes
en eso de que, antes,
el malo era yo,
con una excepción:
esta vez,
yo quería quererla querer
y ella no.
Así que se fue,
me dejó el corazón
en los huesos
y yo de rodillas.
Desde el taxi,
y, haciendo un exceso,
me tiró dos besos…
uno por mejilla.
Y regresé
a la maldición
del cajón sin su ropa,
a la perdición
de los bares de copas,
a las cenicientas
de saldo y esquina,
y, por esas ventas
del fino Laina,
pagando las cuentas
de gente sin alma
que pierde la calma
con la cocaína,
volviéndome loco,
derrochando
la bolsa y la vida
la fui, poco a poco,
dando por perdida.
Y eso que yo,
paro no agobiar con
flores a María,
para no asediarla
con mi antología
de sábanas frías
y alcobas vacías,
para no comprarla
con bisutería,
ni ser el fantoche
que va, en romería,
con la cofradía
del Santo Reproche,
tanto la quería,
que, tardé, en aprender
a olvidarla, diecinueve días
y quinientas noches.
Dijo hola y adiós,
y, el portazo, sonó
como un signo de interrogación,
sospecho que, así,
se vengaba, a través del olvido,
Cupido de mí.
No pido perdón,
¿para qué? si me va a perdonar
porque ya no le importa…
siempre tuvo la frente muy alta,
la lengua muy larga
y la falda muy corta.
Me abandonó,
como se abandonan
los zapatos viejos,
destrozó el cristal
de mis gafas de lejos,
sacó del espejo
su vivo retrato,
y, fui, tan torero,
por los callejones
del juego y el vino,
que, ayer, el portero,
me echó del casino
de Torrelodones.
Qué pena tan grande,
negaría el Santo Sacramento,
en el mismo momento
que ella me lo mande.
Y eso que yo,
paro no agobiar con
flores a María,
para no asediarla
con mi antología
de sábanas frías
y alcobas vacías,
para no comprarla
con bisutería,
ni ser el fantoche
que va, en romería,
con la cofradía
del Santo Reproche,
tanto la quería,
que, tardé, en aprender
a olvidarla, diecinueve días
y quinientas noches.
Y regresé…
***
Ese «yo quería quererla querer» me conduce al «pero quise más a la que más me quiso», que mencionaba antes, tras pasar por el «un rato, cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera, te cambiaría por cualquiera» de Y sin embargo —por cierto, la mejor de sus canciones según una lista con miles de votos—.
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Con 19 días y 500 noches —la segunda canción más votada en esa lista—, Sabina nos sorprendió mostrando por primera vez su voz desnuda y rota, añeja como un tequila. Un acierto.
«Para el disco 19 días y 500 noches decidí pedirle a los técnicos que no me maquillaran la voz, y por primera vez pude grabar con mi voz ronca y afónica, que es más real. Como decía Gil de Biedma, ese fue el último verano de mi juventud. De hecho, después lo pagué. Me dio un ictus, me echaron de los bares, dejé ciertas sustancias no recomendables para la juventud y cumplí 50. Ese año me ocurrieron muchas cosas. También me dejó una tal y me enamoré de otra tal, mi vida cambió», contó Sabina.
El disco, de 1999, producido por Alejo Stivel, ex Tequila, es el más autobiográfico y uno de los dos o tres mejores de su carrera.
Cuatro vídeos de 19 días y 500 noches
El oficial:
Un versión excelente, donde suelta que cuando escribió esta canción «no existían ni Facebook ni Twitter ni hashtags ni la puta que los parió»:
La versión de María Jiménez, magnífica:
Con Estopa, ya sin farlopa:
https://www.youtube.com/watch?v=OsAH4MPJ1sY
***
(*) Sostiene Sabina que el de poeta es «un traje que le queda demasiado ancho», pero la vida y la poesía laten en sus canciones. Y cuenta historias como nadie.
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