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Carmen Romero Dorr: "El conde de Montecristo fue la novela que me convirtió en lectora adulta" - Zenda
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Carmen Romero Dorr: «El conde de Montecristo fue la novela que me convirtió en lectora adulta»

Mientras algunas personas amurallan los recuerdos, otras los llevan al papel. Al tiempo que hay quienes adormecen su pasado, hay también quienes construyen a través de él. Carmen Romero Dorr siempre está entre los segundos. La casualidad la llevó a encontrar, tras la muerte de su abuela, vestigios de un pasado doloroso. El último regalo...

Mientras algunas personas amurallan los recuerdos, otras los llevan al papel. Al tiempo que hay quienes adormecen su pasado, hay también quienes construyen a través de él. Carmen Romero Dorr siempre está entre los segundos. La casualidad la llevó a encontrar, tras la muerte de su abuela, vestigios de un pasado doloroso. El último regalo de Paulina Hoffmann (Planeta, 2018) es la novela fruto de ese encuentro azaroso: un viejo álbum de fotos que conecta pasado y presente.

En 1939 ser mujer y sobrevivir no parecían términos posibles en la misma ecuación, menos aún si además vivías en Berlín. Si a esa ecuación se le añade la pérdida personal de varios miembros de la familia, de la íntima amiga del colegio, Anna, y la desesperación que brota unida a la acuciante pobreza, el resultado de la ecuación tiende irremediablemente a cero.

Sólo las ganas de vivir permiten que el resultado tienda a infinito. Esta aventura de vivir la protagonizó Carmen, la abuela de la autora, que huyó de una dura infancia en la Alemania de Hitler. A veces la literatura recoge ese infinito para llenarlo de luz y colores de primavera.

"Esta historia es un chocolate dulce y amargo"

Carmen Romero Dorr dominó la ecuación vistiéndola de buganvillas y geranios al calor de Málaga cuando procedía; de dolor y descubrimiento en un Madrid que se abría muy lentamente a la cultura y al arte; de desesperanza en un Berlín que amenazaba con destruir para siempre la infancia de Paulina Hoffman.

Romero Dorr vistió con mimo la ecuación, el esqueleto, la esencia de una historia familiar que nació en Berlín, creció en Madrid, y se crio en un paraíso del sur de España. Este año ha puesto de largo el traje, la historia de los Hoffman, en una novela deslumbrante, conmovedora y luminosa a partes iguales.

Resuelve la escritora la ecuación con El último regalo de Paulina Hoffman, una obra inolvidable, trabajada con mucha sensibilidad, que es un obsequio para el lector. Es esta historia un chocolate dulce y amargo, la apertura mágica del baúl de los secretos, la revelación exquisita del álbum familiar donde se atesoran recuerdos, donde se recogen momentos llenos de felicidad y el dolor se detiene abrupto, antes de deslizarse suavemente por las líneas abrazadas por tinta.

Carmen y Zenda se han visto las caras en multitud de ocasiones. Ahora que hemos aparcado en la memoria la vorágine que acompaña la Feria del Libro de Madrid y las editoriales han concluido la presentación de sus novedades del otoño, Carmen Romero Dorr, editora y escritora, se sienta a hablar con nosotros del mundo editorial, del poderoso universo al que atañen los recuerdos, y de los descubrimientos casuales que fulminan la ecuación.

En este encuentro nos desvela una historia de heroísmo y soledad, de mujeres fuertes en circunstancias trágicas, de sueños que se cumplen en estanterías llenas de historias.

Comenzamos.

***

¿Quién es Carmen Romero Dorr?

Sobre todo una lectora, y de ahí nace todo lo demás.

Usted es editora, pero anteriormente trabajó como periodista cultural y responsable de promoción editorial. ¿Qué la ha llevado a escribir una novela?

Todo nace del amor a los libros, enlazando con la pregunta anterior. Desde muy pequeña he sentido hacia los libros algo, una pasión diferente, una pasión que no había sentido nunca hacia ninguna otra cosa. Tuve muy claro que quería dedicarme a esto. Estudié Periodismo, como muchos los que hemos acabado trabajando en el sector editorial, por una especie de intuición de que tenía algo que ver con la escritura y con la lectura. Tuve la suerte de empezar a trabajar en Destino nada más terminar la carrera, entrando en el departamento de comunicación.

"Si no trabajase en el mundo editorial habría escrito antes"

Pero mi pasión son las novelas. Quería participar en el proceso editorial desde el principio, trabajar en el texto, ayudar a los autores… lo que es el trabajo del editor: ayudar a un autor a llegar a la mejor versión posible de su obra, ayudarle a presentarla a los lectores y ayudarle a que cumpla el objetivo, que lo que ha escrito en soledad llegue a los lectores.

En cuanto a la escritura, es una idea que siempre está ahí, y más todavía cuando te dedicas a esto. Si no trabajase en el mundo editorial habría escrito antes, habría sido una manera de llevar a la práctica este amor por los libros. De alguna manera, trabajando como editora (antes como directora de comunicación) ya estaba muy en contacto con los libros en mi día a día, y también impone mucho respeto trabajar con autores que lo hacen muy bien, y eres más consciente de lo alto que está el listón y de lo difícil que es.

¿Le parecía la escritura el paso natural?

Totalmente.

¿Sintió un pálpito con la historia?

Sí, porque la historia guarda relación con la historia de mi familia. Llevaba mucho tiempo dándole vueltas a la idea de escribir una novela, pero realmente no había dado con la historia.

"Me enamoré de la protagonista mientras estaba escribiendo"

Fue un poco a raíz de la muerte de mi abuela, hace cuatro años. Yo había tenido con ella una relación muy estrecha y, no es que mi abuela hubiera guardado grandes secretos, sino que a veces tienes una persona al lado, la ves todos los domingos cuando vas a comer a su casa, y te falta perspectiva para darte cuenta de lo que ha vivido y hasta qué punto esa vida ha sido un espejo de la vida de otras mujeres de la misma generación.

Y a raíz de que ella muriera, un momento en el que estábamos en su casa, como hacen todas las familias, mirando un poco las cosas, en estas horas de ordenar y repartir, encontramos los álbumes de fotos antiguos. No es que estuvieran escondidos, pero estaban ahí, en lo alto de una estantería y hacía muchos años que yo no los veía. Y viendo esas fotos de ella de niña, de ella de joven, fotos que reflejaban lo que había sido su vida, que había sido muy complicada, como sucede también en el libro, ahí tuve un momento casi de iluminación y dije: “La historia está aquí, esperando a que yo la coja”. Fue un momento de inspiración muy fuerte y empecé a escribir esa misma noche cuando llegué a mi casa.

¿Quién es Paulina Hoffman?

Paulina Hoffman es la protagonista de la novela. Es una mujer que ha tenido que superar muchas cosas, que ha vivido, ha nacido, en un momento complicado, que crece marcada por la pérdida de sus seres queridos y que utiliza el silencio como arma defensiva. Su manera de salir adelante y de no perder la fuerza que tiene dentro se construye en base a los silencios. Me parece un personaje fascinante. El punto de partida son las vivencias personales de mi abuela, pero realmente no se parece, en cuanto al carácter, a cómo era mi abuela en realidad más que en algunas cosas: hay algunos guiños. Pero sí sentí esto de lo que hablan muchos escritores: me enamoré de la protagonista mientras estaba escribiendo.

Los sueños de Paulina Hoffman están recogidos en una lista de libros que guarda en una libreta, ¿qué sueños tiene Carmen Romero?

Tengo muchos sueños. Tengo el sueño de seguir haciendo lo que hago, que me apasiona. Tengo la enorme suerte de hacer en mi día a día cosas que me llenan y que me emocionan. Cada día tengo un sueño distinto: sueño que esa novela que estoy  editando realmente consiga llegar a los lectores como merece. Sueño con poder seguir recibiendo emails de lectores, como los que me están llegando, que me cuentan cómo mi historia les ha conmovido, o les ha ayudado a evadirse en momentos complicados. En realidad mi sueño es seguir haciendo todo lo que hago.

¿El paraíso es una biblioteca?

Si no es una biblioteca debe de ser muy parecido a una biblioteca, por lo menos para mí.

"La verdad es que he recibido muchos consejos como escritora, porque por mi trabajo tengo la suerte de conocer a muchos escritores y a muchos colegas editores"

¿Qué consejo le habría gustado recibir como escritora?

La verdad es que he recibido muchos consejos como escritora, porque por mi trabajo tengo la suerte de conocer a muchos escritores y a muchos colegas editores. Me han dado buenos consejos. Tendría que pensarlo para saber cuál ha sido el más valioso de todos.

¿Qué recomendación daría usted como editora a un escritor que inicia su trayectoria?

Que no intente parecerse a nadie y que elija la historia que solamente él pueda contar.

Su obra es una historia de pérdidas y de reencuentros escrita en dos planos temporales. En uno de ellos Alicia viaja a Berlín para investigar la herencia que le deja su abuela Paulina, en el otro Paulina sobrevive en España tras una infancia marcada por los últimos años de la Alemania nazi. ¿Qué poso o qué historia debe permanecer en el corazón de sus lectores? 

Seguramente la historia de Paulina, por el hecho de que refleja las décadas más duras y con mayor significado histórico de la historia del siglo XX, tenga una mayor carga dramática. Pero al final creo que la novela se construye como un juego de espejos. Nos demuestra cómo las dos mujeres protagonistas, aunque sea en diferentes grados por los momentos en los que viven, se enfrentan a las mismas cosas: se enfrentan a la pérdida, tienen que aprender a encontrar dentro de ellas mismas la fuerza para continuar —porque esa fuerza no tiene que estar fuera, siempre tiene que venir del interior—, ambas viven las dificultades de la maternidad, y tienen que aprender a convivir con un sentimiento de culpa que es inevitable y que está vinculado a todas las experiencias humanas. Lo que pasa es que es más fácil hacer esto en el siglo XXI que en el año 45 en un Berlín destrozado por el final de la Segunda Guerra Mundial.

¿Cree que las auténticas heroínas son las mujeres?

Creo que hay tantos héroes como heroínas. Pero también creo que a lo largo de la historia, y en concreto en los años que se reflejan en el libro, las mujeres que han sido capaces de comportarse con heroísmo han tenido que enfrentarse a un plus adicional de dificultad. Entonces su heroísmo seguramente sí que haya sido mayor. Además ha sido un heroísmo invisible. Cuando hablamos de estos años, de la Segunda Guerra Mundial, de los hombres, de los grandes héroes que han ocupado las páginas de los libros de historia, han tenido un heroísmo más espectacular y más visible. El heroísmo de las mujeres ha sido más callado, más silencioso. En la novela hablo, por ejemplo, de cómo las mujeres berlinesas, nada más caer la ciudad al final de la guerra, comenzaron a cultivar huertos improvisados entre los cascotes, simplemente para dar de comer a sus familias, o de las violaciones que sufrieron por parte del Ejército Rojo (sobre todo). Esto son historias que no han salido a la luz hasta muy recientemente. El heroísmo cuando nadie lo ve es más heroico todavía.

Alicia descubre la historia de su abuela Paulina, y en esta novela tienen mucho peso el poder balsámico y energizante de los recuerdos, el calor de la familia y el amor. ¿Para qué sirve recordar?

Recordar sirve para ajustar cuentas con el pasado, y también sirve para enfrentarnos de una manera mejor y más sabia al presente. Para comprender lo que somos.

"Escribir sirve también para comprender lo que somos"

¿Y escribir?

Escribir sirve también para comprender lo que somos, y sirve porque el instinto de contar historias es consustancial al ser humano desde que empezamos a contarnos leyendas y cuentos al calor de la hoguera hace cientos de años. 

Contó en Zenda que esta obra no es la historia de su abuela, pero que podría haberlo sido, ¿Cómo y cuándo decidió que tenía que contar la historia de Paulina Hoffman?

Lo que hemos dicho antes. Cuando a raíz de la muerte de mi abuela encontramos estas fotos y pude hacer una reflexión sobre lo que había sido su vida con la distancia de que ella no estuviera viva a mi lado.

¿Con qué herramientas ha contado para la escritura de la novela?

Escribí la novela, digamos, en dos fases. Se dice esto de los escritores de brújula o los escritores de mapa, yo soy totalmente de brújula. Fue algo muy impulsivo, muy desde la entraña, de una manera bastante visceral. Hay capítulos concretos en los que lo pasé verdaderamente mal escribiendo. Luego después sí pude utilizar todas las herramientas que conozco por mi trabajo como editora para darle forma a la historia, para redondearla, para hacer que cada engranaje estuviera en su sitio, para manejar la intriga, para manejar las sorpresas, para manejar la emoción.

¿Por qué eligió el narrador omnisciente en tercera persona en vez de la primera persona?

Es un narrador omnisciente particular. La impresión que yo quería causar en el lector es la impresión de estar mirando por el ojo de la cerradura. Y hay escenas del libro en las que creo que está bien conseguido. ¿Sabes cuando Paulina está con su madre, Julia, en la cama que comparten las dos, después de la caída de Berlín, y las dos fingen que están durmiendo y al mismo tiempo las dos saben que la otra no está durmiendo? Creo que ahí se consigue esa sensación de estar mirando por la rendija, de estar colándote en la vida de otras personas, y eso era lo que buscaba con este narrador omnisciente.

Ha empezado por la puerta grande en el mercado editorial con una obra de peso: los personajes están bien construidos, la trama fluye y la descripción de ambientes y atmósferas está muy bien realizada. ¿Qué libros han sido la base para la escritura de su novela?

Gracias. Me cuesta mucho trabajo encontrar referentes concretos. Sé que hay muchos autores que tienen esta facilidad, pero a mí me cuesta mucho. Creo que lo que he escrito es producto de todo lo que he leído. Que al final son libros… A mí me han marcado libros que al final no tienen nada que ver con lo que yo he escrito.

"La novela se abre con una cita de John Irving, que es uno de mis novelistas favoritos"

A lo largo de la novela se dejan caer muchas referencias que lógicamente están adaptadas al marco cronológico de la historia, pero que sí son realmente libros que para mí han sido muy importantes. La novela se abre con una cita de John Irving, que es uno de mis novelistas favoritos. Y también se menciona El conde de Montecristo, que fue la novela que me convirtió en lectora adulta. Y en cuanto a novelas que puedan tener a lo mejor una similitud temática, o que haya leído en un momento más reciente, una escritora que para mí ha sido importante es Irène Némirovsky.

Ha pasado ya un tiempo desde su publicación, ¿cómo valora estos primeros pasos como escritora? ¿Cómo los ha vivido?

Ha sido una experiencia maravillosa. Estoy contenta con la novela que he escrito. Me escriben muchos lectores por correo electrónico (lo he puesto en los agradecimientos) y me cuentan lo que ellos han sentido, esto es muy gratificante. Y estoy además muy contenta con las ventas internacionales, que me han sorprendido. No contaba con ser traducida a otro país y mi agente, que es un crack, ha vendido los derechos a Alemania, a Italia, a Francia, a Holanda y a Polonia. ¡Ha sido una pasada! Y eso te da mucho… Al fin y al cabo soy editora y nunca sabes si te entrevistan porque te conocen de otra cosa o… Pero un editor internacional está claro que no te conoce, ha leído tu libro, tu historia le ha gustado.

"Cuando tú has conseguido escribir una novela también estás más segura a la hora de aconsejar a otro"

Hay otra cosa que creo que ha sido muy gratificante, y es que creo que escribir una novela como ésta me ha hecho crecer como editora y enfrentarme de otra manera a esa situación en la que te tienes que sentar con un novelista y sugerirle maneras de conseguir que su historia sea más redonda. Cuando tú has conseguido escribir una novela también estás más segura a la hora de aconsejar a otro.

En la novela aparecen Dumas, John Irving… ¿Qué escritores o textos cree que sostienen los andamios de su bagaje literario? ¿Quiénes son sus referentes literarios?

Es un poco lo que hemos dicho antes. Me cuesta identificar referentes concretos para esta novela. Sí que tengo autores que me han marcado de una manera muy profunda, novelas que para mí han sido muy importantes, pero seguramente no tengan que ver con lo que he escrito. Las novelas de Alejandro Dumas, o, por citar un novelista reciente, Jonathan Franzen, que me gusta mucho, las hermanas Brontë… ¡Es tan variado!

¿Ha pensado alguna vez mientras estaba trabajando en un texto: “Yo quiero hacer esto”?

Muchas veces he editado novelas y he pensado: “¡Qué pedazo de talento tiene este autor!”, “¡cómo me gustaría escribir yo esta frase tan redonda con la que ha cerrado un capítulo!”.

¿Escribir es huir o es afrontar?

Escribir es afrontar, absolutamente.

Como editora, ¿qué es lo que le atrae o qué valora en un texto para publicarlo? ¿Qué tiene que tener un texto para que lo tome en consideración?

Que me guste. Empiezo a leer un manuscrito de alguien que no conozco de nada y hay veces que tienes la sensación de que esa historia ya la has leído antes, o de que no te atrapa. Hay veces en las que ves que una novela tiene magia, tiene algo que te engancha, que te atrapa: puede ser la historia, puede ser la manera que tiene el autor de contarla. Yo creo que hay libros que tienen verdad y hay libros que no la tienen.

"Mi trabajo es fundamentalmente ayudar al escritor a llegar a la mejor versión posible de su obra"

¿Cuál es el valor añadido que un editor aporta a un texto antes de ser publicado?

El trabajo del editor es, en primer lugar, elegir entre el universo enorme de manuscritos que existen cuáles merecen llegar a los lectores dentro de la línea editorial de la editorial para la que trabajas. Y luego mi trabajo es fundamentalmente ayudar al escritor a llegar a la mejor versión posible de su obra, siempre respetando su esencia y lo que es el libro, lo que era desde el principio antes de que llegara a mis manos. Y envolverlo: dar con el título perfecto, dar con la portada que refleje el contenido, hacer un texto de contraportada que atraiga a los lectores… Otra función muy importante es que somos los portavoces de los libros que editamos. Hay una serie de mecanismos de venta interna: somos los que contamos el libro al equipo de marketing que va a trabajar con él, los que contamos los puntos fuertes del libro al equipo comercial para que se entusiasme y a su vez lo transmita a los libreros. Somos generadores de entusiasmo.

¿Qué es más importante para un editor, lanzar autores o crear lectores?

Creo que es lo mismo.

¿Cree que existe la literatura de mujeres o para mujeres?

No. No debería. Sería absurdo, ¿no? Muchos de mis libros favoritos están protagonizados por hombres, están escritos por hombres… Si hay hombres que van a dejar de leer un libro porque trate de mujeres, tengo la impresión de que se están perdiendo algo, el problema lo tienen ellos.

El último Barómetro de la Lectura lanzaba el dato de que casi el 65 por ciento de las mujeres leen algún libro al año, mientras que el porcentaje de los varones se queda en el 54 por ciento. A pesar de esto, decir «literatura de mujeres» o «literatura femenina» sigue sonando peyorativo. ¿Por qué cree que ocurre?

Es una cuestión de machismo elemental, ¿no?, como ocurre en tantos otros aspectos de la sociedad. No creo que tenga una explicación más obstinada, es puro y duro machismo. ¿Qué es «literatura de mujeres»? Es absurdo. Tendríamos que hablar también de «literatura de hombres». La propia etiqueta no tiene sentido.

"Trabajar en esto sin entusiasmo es imposible"

En los últimos tiempos se está hablando de una recuperación de la fuerte caída de ventas en el mundo editorial. Como editora, ¿está notando algún tipo de entusiasmo?

Sí. Se nota claramente. Hemos pasado unos años complicados, y ahora el mercado se ha redimensionado y vuelve a haber una subida. El entusiasmo se nota en todo. El año pasado en la Feria del Libro (también me sucedió el anterior) vas acompañando a tus autores de una caseta a otra y preguntas a los libreros que conoces: “¿Qué tal, cómo os está yendo?”, y hace un par de años que de nuevo están contentos. Se nota. Es un optimismo que se impregna. Trabajar en esto sin entusiasmo es imposible.

¿Qué libro está leyendo en este momento?

Lo terminé ayer, pero te lo voy a decir igual porque me ha gustado muchísimo: Apegos feroces, de Vivian Gornick.

¿Qué libro recomienda a los lectores de Zenda?

¿Puedo hacer de editora y recomendar uno que he editado yo? El bosque sabe tu nombre, de Alaitz Leceaga. Un novelón redondo.

¿Qué cree que aprendió de su abuela?

Mi abuela me transmitió el amor por los libros. Vengo de una familia que no son grandes lectores. La gran lectora que había en mi familia y que me inculcó la pasión por los libros fue mi abuela, y ella me regaló muchos de los libros que me marcaron cuando era adolescente.

Si pudiera viajar en el tiempo, ¿cómo le presentaría El último regalo de Paulina Hoffman a su abuela?

No necesitaría presentación. Se lo leería de cabo a rabo. Lo disfrutaría y lo entendería y sabría encontrar las cosas que son verdad y las cosas que son inventadas. Mi abuela era lo suficientemente inteligente y buena lectora como para no necesitar ninguna explicación adicional.

***

Las palabras se han precipitado en varias ocasiones durante la conversación. Carmen Romero se enciende apasionadamente al hablar de su profesión y sus ojos centellean cuando sus respuestas acarician el trabajo de los escritores que edita.

Concluye la entrevista y Carmen se encamina a un pequeño escenario donde posa ante la cámara de Victoria Iglesias. Sonríe y se ciñe a las peticiones de la fotógrafa. Carmen Romero Dorr es una bibliófila que transmite serenidad y un amor ilusionante por su trabajo y por su primera novela. En una pequeña terraza la música en directo acompaña los últimos disparos de la cámara. Carmen Romero y Paulina Hoffman tenían (además de una historia familiar con algunas raíces comunes) una certeza imbatible y compartida: la felicidad era esto, hablar de libros.

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Raquel Jiménez Jiménez

Chica prensa (gabinete de comunicación) y estudiante aficionada a la Historia. A veces hago reseñas y entrevistas. Me encanta el teatro, ¿Qué sería de nosotros sin él?

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