Fue un poeta peruano adscrito a la Generación del 50. También ejerció como ensayista, traductor y editor. A continuación puedes leer 5 poemas de Javier Sologuren.
Memento
Los que caímos más de siete veces
y aun en cada paso,
y, sin embargo, no somos los caídos;
sentimos un extraño dolor por los caídos;
nosotros, tú y yo, los que caemos,
con profunda unción de hijo a padre
encendemos de vida a los caídos:
la vida enajenada en las batallas,
en la turbia agonía de los tiempos;
esa vida que anida en el recuerdo
de los que son, de los que fueron, los caídos.
Vida continua
Árbol que eres un penoso relámpago,
viento que arrebatas una ardiente materia,
bosques de rayos entre el agua nocturna:
¿he de decirles que para mí se está forjando
una pesada joya en mi corazón, una hoja
que hiende como una estrella el refugio de la sangre?
Ignoro otra mirada que no sea como un vuelo
reposado y profundo, ignoro otro paso lejano,
ola que fuese más clara que la vida en mi pecho.
Sepan que estoy viviendo, nubes, sepan que canto,
bajo la gloria confusa de la tarde, solitario.
Sepan que estoy viviendo, que me aprieta el cielo,
que mi frente ha de caer como lámpara vacía
a los pies de una estatua que vela tenazmente.
Reloj de sombra
Con una larga garra de tristeza busco
la pálida altura de una planta femenina;
tal como un viento quejumbroso busco
la intempestiva desnudez, sombra y efigie,
grito distante del pájaro que emigra,
pena con que hiere una imagen a su espejo.
Errante luz blanca bajo el vacío del cielo,
pequeño reloj que sólo fuera una lágrima,
hora en que todo ser es una pálida violeta,
estatua de pronto, arrastrada por la música
en un ramo de tinieblas y nevadas agujas.
Hora en que busco algo que no es tuyo ni mío
con una mirada puesta en lo que huye.
Estancias 22
Cuerpo a cuerpo,
Hombre y Mujer,
se irán quemando
en el fuego blanco
del amor.
Mano a mano
levantarán el árbol
de la vida,
y su aire y sus pájaros.
Hombre y Mujer,
descubrirán que el mundo
es compañía
y un mismo sol
calentará sus huesos,
y un mismo anhelo
los mantendrá despiertos.
El ciego mar
no veo
me transplanto
la boca de una flor
es un volcán hembra
horario y minutero
desfilan tierra adentro
pero yo me hallo en el mar
no veo
bebo
un cielo de revés
un torbellino blanco
estalla entre mis huesos
no veo
sino brazos transparentes
el color apenas mima su crepúsculo
no veo
sino el mar
yo soy el mar
Poesía en Zenda
[ttt_autores]
Alejandra PizarnikAllen GinsbergÁngel GonzálezAnna AjmátovaAntonio LucasAntonio MachadoBaudelaireBertolt BrechtBlas de OteroBorgesDámaso AlonsoDylan ThomasEmily DickinsonEzra PoundFederico García LorcaFernando PessoaFray Luis de LeónGabriel CelayaGabriel García MárquezGerardo DiegoGiacomo LeopardiGil de BiedmaGóngoraHermann HesseIda VitaleJohn KeatsJorge GuillénJosé Ángel Valente· José HierroJosé MartíJosé SaramagoJuan GelmanJuan Ramón JiménezLeón FelipeLeopoldo María PaneroLord ByronLuis CernudaLuis García MonteroManuel MachadoManuel VilasMario BenedettiMiguel HernándezNicanor ParraOctavio PazPablo NerudaPaul VerlainePedro SalinasPiedad BonnetPasoliniPoemas de amorPushkinQuevedoRafael AlbertiRainer Maria RilkeRimbaudRoberto BolañoRosalía de CastroRubén DaríoRudyard KiplingSanta Teresa de JesúsSilvina OcampoSylvia PlathT.S. EliotVicente AleixandreVicente HuidobroWalt WhitmanWilliam BlakeWisława Szymborska
[/ttt_autores]
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: