En esta entrada realizo el reportaje a un amigo, a un compañero de esta web.
Jesús es un joven periodista manchego afincado en Madrid, con el que he realizado numerosas entrevistas para Zenda.
Un tío tenaz, divertido y con un gran futuro en el periodismo. Poeta —aunque él diga que no— y gran amante del rock.
Aquí os dejo una breve biografía para saber más sobre Jesús:
Jesús Fernández Úbeda (Ciudad Real, 1989) es periodista por obra y gracia —o desgracia— de la Universidad Complutense de Madrid. Escribe en Zenda y en Libertad Digital. Además, ha cubierto un par de giras de Enrique Bunbury y escribió el press release de su último álbum, Expectativas. También hizo de compilador, o como se diga, para el libro de Raúl del Pozo El último pistolero.
Dentro de poco tiempo verá la luz su primer libro, un poemario llamado Aterrizaje forzoso. Nos habla sobre este precioso proyecto:
Aterrizaje forzoso es un poemario que quiso ser novela de autoficción. No lo fue por dos motivos: 1) con 27 años, el género me quedaba grande; 2) por entonces, tenía muy reciente la lectura de los libros de Karl Ove Knausgård, que fueron devorados con voracidad y mucha empatía, y su barniz literario se me notaba en exceso.
El ejercicio de ser novelista se fue al garete, pero la pulsión literaria no se iba. En septiembre de 2016, casi jugando, escribí un soneto que se llamó «Veintisiete». A ese le siguió otro, y otro, y otro…; cuando llevaba ocho o diez vi que todos, más o menos, compartían columna vertebral, y fue cuando me di cuenta de que sí, de que (se me) estaba haciendo un libro.
Conste que no soy poeta, sino un periodista que ha escrito un libro de sonetos. He optado por este esquema por la dictadura formal que impone —dos cuartetos y dos tercetos de endecasílabos: si un verso queda cojo o tiene sílabas de más, ya está mal—, por su ritmo y por su música. Con todos mis respetos: no sé si son poesía cosas del tipo «El koala / reptiliano y azul / tiraba su vida por el retrete». Además, yo soy muy mitómano y Leonard Cohen, bendito sea, cuando vivía en París, montó una especie de club de poetas y decía que, al menos, una vez a la semana, los que se reunían tenían que escribir un soneto para demostrar que sabían hacer poesía. Me gustó mucho la idea.
Nos recomienda dos grandes libros a los lectores de Zenda:
A Bambi no le gustan los miércoles, de Raúl del Pozo. Cuando estoy atascado con un texto, cuando no veo claro cómo arrancar, hojeo/ojeo este magnífico libro y, o bien me enciende alguna luz, o bien le robo algo —y, después, lo camuflo—. Esta compilación variadísima de artículos, perfiles y —aunque menos— reportajes es un manual subconsciente para escribir bien en periodismo sin salirse del género. Siempre lo digo: si Raúl del Pozo fuera extranjero o estuviera muerto, ya tendría alguna plaza, alguna estatua ecuestre, etcétera. Es mi padrino, mi maestro y mi consejero. Y España todavía no es consciente de quién es Raúl.
Bailando en la oscuridad, de Karl Ove Knausgård. Fuera postureos: con Stephen King, es mi escritor favorito. Este noruego vendió su intimidad, la de su familia y la de sus amigos al Diablo para conseguir la fama literaria con un mamotreto monumental llamado Mi lucha y dividido en seis tomos —cada uno, más o menos, de unas 500 páginas—. Me encanta cómo escribe y me he reconocido demasiadas veces en todos sus libros. Me han emocionado de verdad y me he reído mucho. Sin duda, el más divertido de todos es Bailando en la oscuridad, el tomo IV, que relata las ilusiones, las tretas, las miserias y las aventuras en minúscula de un adolescente en celo que aspira a ser escritor.
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