Su poesía intimista está llena de versos espirituales inspirados en los clásicos. Además de poeta fue también guionista y director de cine. Aquí te ofrecemos 5 poemas de Manuel Altolaguirre.
Amor oscuro
Si para ti fui sombra
cuando cubrí tu cuerpo,
si cuando te besaba
mis ojos eran ciegos,
sigamos siendo noche,
como la noche inmensos,
con nuestro amor oscuro,
sin límites, eterno…
Porque a la luz del día
nuestro amor es pequeño.
Cerrando los ojos
Huyo del mal que me enoja
buscando el bien que me falta.
Más que las penas que tengo
me duelen las esperanzas.
Tempestades de deseos
contra los muros del alba
rompen sus olas. Me ciegan
los tumultos que levantan.
Nido en el mar. Cuna a flote.
La flor que lucha en el agua
me sostiene mar adentro
y mar afuera me lanza.
Cierro los ojos y miro
el tiempo interior que canta.
Contigo
No estás tan sola sin mí.
Mi soledad te acompaña.
Yo desterrado, tú ausente.
¿Quién de los dos tiene patria?
Nos une el cielo y el mar.
El pensamiento y las lágrimas.
Islas y nubes de olvido
a ti y a mí nos separan.
¿Mi luz aleja tu noche?
¿Tu noche apaga mis ansias?
¿Tu voz penetra en mi muerte?
¿Mi muerte se fue y te alcanza?
En mis labios los recuerdos.
En tus ojos la esperanza.
No estoy tan solo sin ti.
Tu soledad me acompaña.
Estoy perdido
Profeta de mis fines no dudaba
del mundo que pintó mi fantasía
en los grandes desiertos invisibles.
Reconcentrado y penetrante, solo,
mudo, predestinado, esclarecido,
mi aislamiento profundo, mi hondo centro,
mi sueño errante y soledad hundida,
se dilataban por lo inexistente,
hasta que vacilé cuando la duda
oscureció por dentro mi ceguera.
Un tacto oscuro entre mi ser y el mundo,
entre las dos tinieblas, definía
una ignorada juventud ardiente.
Encuéntrame en la noche. Estoy perdido.
Hice bien en herirte
Hice bien en herirte,
mujer desconocida.
Al abrazarte luego
de distinta manera,
¡qué verdadero amor,
el único, sentimos,
y qué besos eléctricos
se dieron nuestras nubes!
Como el mueble y la tela, tus denudo
no tenía importancia bajo el aire,
bajo el alma, bajo nuestras almas.
Nosotros ya no entendíamos de aquello.
Era el suelo de un ámbito
celeste, imponderable.
Éramos transparencias
altísimas, calientes.
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