Lecturas de verano es una serie semanal dentro de la sección Omoshiroi. Escribo de algunos libros que te pueden acompañar en estos días tan largos y donde la imaginación se desborda entre aroma a salitre, aire acondicionado urbano o un monte perdido.
La obra:
Litoral la fundaron en 1926 Manuel Altolaguirre y Emilio Prados y es una leyenda de las publicaciones literarias de España. Ahora publica un número especial sobre los faros. ADN 100% Litoral. Por sus páginas ya navegaron Pasajeros, La poesía del mar, Líneas marítimas, Agua, Islas y el verano pasado se editó El Mediterráneo. La travesía ahora alcanza, con luces largas, costas de tinta que ennoblecen sueños de salitre.
El principio:
“La proliferación de mascarones coronando la proa de las naves tenía en un principio un peculiar sentido mágico. Frente a los peligros implícitos en el hecho de hacerse a la mar, los navegantes antiguos precisaban de alguna figura tutelar que velara por ellos y los condujera sanos y salvos a puerto. Los mascarones de proa cumplían quiméricamente esos objetivos. Eran divinidades o simples figuras totémicas aptas para proteger a los marineros, amainar supersticiones y marcar el buen rumbo a los pilotos”.
Los ojos del mar (José Manuel Caballero Bonald).
La frase:
“He pasado visitando faros como quien busca un lugar donde instalarse a vivir para siempre”.
Capitán Hopper (José Antonio Garriga Vela).
[Una imaginaria y exquisita conversación con el pintor por excelencia de faros: Edward Hooper].
Lo mejor:
Las páginas centrales con las fotografías de 48 faros emblemáticos de todo el planeta. Faros decantes, faros abandonados, faros en uso, faros ignotos, faros históricos.
Y el poema de Luis Alberto de Cuenca:
“Tú eres mi faro. / Y tú tienes la culpa / de mis naufragios”.
También Emilio Prados, ‘el cazador de nubes’, con Canción del farero:
“Desde el balcón más alto / de mi faro, / pesco con caña. / Veinte metros de hilo / y un anzuelo de plata…”.
Porque hay naufragios de sol alumbrando el horizonte.
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