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Carta a Juan Manuel de Prada - Zenda
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Carta a Juan Manuel de Prada

Te escribo temprano en la mañana, como dices que sueles escribir tú. Pero yo no he tomado un té, sino un par de cafés con leche, y pienso desayunar pronto algo, quiero fruta, en mi caso, siguiendo mi costumbre. Tú, por lo que dices, acostumbras a escribir en ayunas y todo seguido hasta la hora...

Muy valorado Juan Manuel:

Te escribo temprano en la mañana, como dices que sueles escribir tú. Pero yo no he tomado un té, sino un par de cafés con leche, y pienso desayunar pronto algo, quiero fruta, en mi caso, siguiendo mi costumbre. Tú, por lo que dices, acostumbras a escribir en ayunas y todo seguido hasta la hora de comer. “Termino hambriento, claro”, le has dicho hace poco a mi amiga María José Solano en la entrevista que te hizo para Zenda sobre tu nueva novela.

"Algo que me ocurre leyéndolos es que lo hago con una sonrisa en los labios. Y a veces, bastante a menudo, esa sonrisa se convierte en amplia sonrisa, cuando no en risa abierta"

Por cierto que estoy deseando leerla, pero todavía no la he leído. Para escribir esta carta me he puesto al día comprando dos de tus novelas anteriores, La vida invisible y El séptimo velo en mi librería de viejo habitual, El Desván del Libro, en Madrid. Estos libros parecen estupendos y ya los he empezado a degustar, sobre todo el primero. “Degustar”, aunque parezca retórico, es un buen verbo para expresar lo que significa leerte. Como me dijo hace poco el catedrático de Literatura Española José Ignacio Díez, que fue mi director de tesis y que por cierto presidió el tribunal de tu tesis doctoral, tus libros “se disfrutan mucho”. Y es una gran verdad.

Algo que me ocurre leyéndolos es que lo hago con una sonrisa en los labios. Y a veces, bastante a menudo, esa sonrisa se convierte en amplia sonrisa, cuando no en risa abierta. Sí, disfruto mucho leyéndote. Creo que tu prosa tiene un gran valor, y que lo esencial de tus libros, de tus textos, es esa prosa, muy capaz de crear los más variados contenidos, el lenguaje más sorprendente y más sabroso. Tu prosa suena siempre a literatura, es literatura, y por eso creo que has tenido tanto éxito, porque en España había un sector de lectores que estaban esperando eso, que buscaban eso, que estaban necesitados de literatura, de buena literatura.

Tu prosa me suena de otra época, perdona que te lo diga —a lo mejor no te gusta el comentario—, pero yo lo digo como algo muy positivo. Quizá lo que entendamos por literatura suene siempre a otra época. Si no recuerdo mal Aristóteles hablaba de la extrañeza del lenguaje literario. Es decir, en la literatura tiene que sonar diferente, raro, extraño; tiene que haber ahí una desviación del lenguaje normal, cotidiano, pero que enriquezca a éste. Tú eso lo consigues sobradamente. Me gusta mucho leerte. Como dice mi profesor, Ignacio Díez, insisto, se disfruta mucho leyéndote.

A veces me recuerdas a Ramón Gómez de la Serna, al que tampoco he leído tanto, pero sí lo suficiente para reconocer cierto aire en tus textos, si no me equivoco. También me recuerdas, en ocasiones, a Valle-Inclán, y es posible que a otros escritores de esa época que tuviste que investigar profundamente para escribir Las máscaras del héroe.

"En su día dijo Umbral que le había llamado mucho la atención este libro porque le había recordado a Senos, de Gómez de la Serna, y que le había suscitado curiosidad ver lo que había escrito un autor joven en esa línea"

Por cierto que este libro, de los que te he leído, es mi favorito hasta ahora. Aunque debo decir que todos me han gustado en general, quizá porque en todos he encontrado lo que ya te he dicho en esta carta: literatura, una gran prosa, y también, por qué no decirlo, un gran contenido, porque todos dicen algo, además de decirlo muy bien.

Lo primero que leí tuyo, si no recuerdo mal, fue Coños, cogido de la biblioteca de mi Facultad (Filología, en la Complutense). Y creo que lo leí porque lo recomendaba mucho Umbral, al que entonces empezaba a leer apasionadamente. Recuerdo la edición magnífica de Coños y sus ilustraciones, si la memoria no me falla. En su día dijo Umbral que le había llamado mucho la atención este libro porque le había recordado a Senos, de Gómez de la Serna, y que le había suscitado curiosidad ver lo que había escrito un autor joven en esa línea. Luego leí y compré los cuentos de El silencio del patinador, y por fin Las máscaras del héroe, que es un libro que ha fascinado no sólo a mí, sino también a amigos míos que no son tan apasionados de la literatura como yo, aunque les guste leer y les gusten los libros. Conseguir esto, llegar a un público menos entregado, digamos, tiene todavía más mérito a mi modo de ver.

"Hace poco nos vimos en una fiesta de la revista Zenda y me dijiste que a lo mejor te había dejado de leer porque te consideraba un autor de derechas"

Cuando ganaste el Premio Planeta, en 1997, yo estaba estudiando 4º de carrera, y me acuerdo que me daba clase el catedrático Antonio Prieto, que además de profesor era novelista y editor en Planeta. Él formaba parte del tribunal del Premio, y recuerdo bien que un grupo de compañeros le felicitamos al llegar a clase por haberse concedido ese premio. En aquella época los escritores jóvenes no ganaban los premios; era algo desolador. Me acuerdo que unos años antes José Ángel Mañas quedó finalista del Premio Nadal con Historias del Kronen, y yo lo viví como un triunfo de la literatura joven. Pensándolo desde la perspectiva actual, un puesto de finalista no era demasiado, pero entonces, dada la situación, sí que me lo pareció, y por otra parte esa novela, aparte del premio, tuvo fortuna y se convirtió en un título mítico, o algo parecido. Además, hicieron una película que tuvo bastante éxito.

Estos años te he leído mucho menos, los últimos veinte años quizá, o más de veinte años. Hace poco nos vimos en una fiesta de la revista Zenda y me dijiste que a lo mejor te había dejado de leer porque te consideraba un autor de derechas. No creo que fuera por eso, sino, como te dije, porque los lectores, las personas, tenemos nuestras fases, nuestras etapas, y con el tiempo se puede volver a lo que en su día nos entusiasmó. Yo he estado sin leer muchos años a Pérez-Reverte, por ejemplo, y luego me lo he leído casi todo. Además, no se puede leer a todos los escritores, hay que descubrir nuevos campos, pero ya digo que se puede volver a lo que nos hice felices y ahondar en aquello, con la ventaja de que ya lo conocemos y que por tanto nos resulta más fácil de profundizar. Eso me ocurre ahora con tus libros.

En esta época en la que todo el mundo escribe, o lo parece, en que todo el mundo quiere publicar, en que los nuevos escritores, o los que se entienden por tales, dicen escribir sin leer, tú me pareces el fenómeno justamente contrario. Es decir, tú eres una persona que se ha preparado concienzudamente como escritor, que lo ha leído todo o casi todo, que ha escrito mucho y bueno, y que en pocos años ya hizo una obra sólida, como pueden ser tus tres primeros libros, por ejemplo. En resumen, me pareces un escritor verdadero, por decirlo con el lenguaje coloquial, y creo que así lo han reconocido los editores, los lectores, los premios.

"Supongo que en esta carta te estoy diciendo todo lo que no te dije aquel día, todo lo que se me debió de amontonar en la mente sin hallar las palabras justas"

También eres lo contrario de la persona famosa en cualquier terreno que publica un libro. Tú sólo tienes tu nombre de escritor, un nombre al calor de una obra, una obra trabajada con esmero, monacalmente, como si no recuerdo mal sugería en ti Umbral. Tú has dicho que ser escritor era un sacerdocio, y con los años que pasan cada vez estoy más de acuerdo contigo. Pero claro, quizá es un sacerdocio si estamos hablando de un escritor especial, de lo que antes, quizá, entendíamos por un escritor, como esos autores de los que hablas en Las máscaras del héroe: Baroja, Gómez de la Serna, Valle-Inclán. Esa gente no era otra cosa que literatura, no se podían separar de lo que es la literatura. Esto no lo entiende todo el mundo, sólo la propia literatura, las obras, los libros, y al final los que las leen con arrobo. También nuestros semejantes lo suelen entender, pero fíjate, es posible que no todos, porque no todos nos tomamos igual la literatura. Tampoco la vida, claro.

En fin, Juan Manuel, que me estoy extendiendo un poco en la carta y no quiero que me salga muy larga. Sólo quería decirte que está siendo un placer para mí leer tus libros, y que me gustó mucho encontrarme contigo en las fiestas de Zenda, recientemente. Hablé más en la primera porque tenía más que decirte. En la segunda apenas te mencioné tu nueva novela, que acababa de aparecer. Supongo que en esta carta te estoy diciendo todo lo que no te dije aquel día, todo lo que se me debió de amontonar en la mente sin hallar las palabras justas.

Seguiré leyendo tus textos, sonriendo con ellos, a veces riendo con ellos, disfrutando siempre de tu prosa, de tu literatura, pues siempre lo que escribes lo es, y esto me parece lo mejor que se puede decir de una obra. Hace muchos años, en 1998, me dedicaste Las máscaras del héroe, “una novela que trata de la dignidad del fracaso”, con “la promesa de mi amistad”. Y sí creo que tú y yo podríamos ser muy amigos, grandes amigos. Te agradezco todo, lo leído y lo escrito, también lo vivido, que poco a poco va creciendo.

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Eduardo Martínez Rico

Nació en Madrid en 1976. Se licenció en Filología Hispánica en 1999 por la Universidad Complutense de Madrid, y se doctoró en Filología, por la misma Universidad, en 2002. Es autor de 17 libros publicados, de novela, biografía y ensayo. Entre sus obras se pueden citar las novelas históricas Cid Campeador y Fernando el Católico. El destino del rey, su ensayo La guerra de las galaxias. El mito renovado y su biografía Pedro J. Tinta en las venas. Ha sido profesor del Instituto de Empresa y de la Universidad de Mayores del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras de Madrid (Literatura Española).

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Javier Quiñones
Javier Quiñones
4 meses hace

Entrañable carta, me ga gustado mucho. Yo también he leído mucho a Muñoz Molina y me parece un escritor muy notable. Por un momento, mientras leía tu carta, he pensado en la carta que Molina escribió en su día Juan Marsé. He visto algún punto de contacto entre ambas. Enhorabuena por tu carta. Es muy buena. Saludos cordiales.

Raoul
Raoul
4 meses hace

Vaya, y yo que intenté cuatro veces leer El invierno en Lisboa, hasta que lo dejé por imposible y lo vendí en una librería de viejo, ya que aquello me pareció una especie de Graham Greene del pobre con una trama sin el más mínimo interés, unos personajes tópicos de comportamientos previsibles y nombres estúpidos (Floro Bloom y Santiago Biralbo se llamaban dos de ellos, si mal no recuerdo), un estilo pomposo, ridículo y pretendidamente evocador, y un tono supuestamente melancólico y totalmente impostado: una obra maestra de la literatura, vamos. Lo que me sorprende hoy es que hace años leí varias novelas del insigne escritor: Beltenebros y El guardian del secreto no me parecieron tan malas como la otra, aunque sí muy mediocres, otra cuyo título no recuerdo la dejé después de haber leído diez páginas porque buscaba un tono humorístico a lo Eduardo Mendoza que producía vergüenza ajena (hasta sus admiradores reconocerán que Muñoz Molina no está dotado para el humor), y sobre Ventanas de Manhattan mejor correr un tupido (y piadoso) velo. De esta última leí una crítica, que sería interesante recuperar, en el blog Lector malherido, donde Alberto Olmos, con acierto y agudeza, la ponía de vuelta y media (¿era ahí donde decía que Muñoz Molina parecía un intento de Javier Marías pero escribiendo mal?). De los artículos para El País que perpetra de vez en cuando el genio de Úbeda, son llamativos el empalagoso tono relamido cuando escribe sobre literatura y los intentos de nadar y guardar la ropa cuando decide pontificar sobre política. Si a eso sumamos que allá por los años noventa lo vi en un coloquio del programa de Garci, tras la proyección de Bienvenido, Mister Marshall, en el que, imagino que impactado por la impresión que le había producido la película, interrumpía a sus contertulios y se comportaba como nunca debe uno comportarse en una charla de ese tipo, considero, al contrario de lo que opina el autor de la carta, que Antonio Muñoz Molina es uno de los bluffs más evidentes del mundillo literario español de los últimos cuarenta años.

errefejota
errefejota
3 meses hace
Responder a  Raoul

Un escritor absolutamente sobrevalorado porque supo arrimarse a la izquierda de El País. Intenté leer alguna cosa que apenas recuerdo antes de Ardor guerrero, donde ya dije: escribe tan feo como es su cara. Casualmente, yo le seguí los pasos unos meses más tarde de pasar por el CIR de Vitoria y luego ser destinado a Burgos, creo. Yo acabé en Bilbao, que para todo hay clases. Su descripción de lo que vivió era tan superficial y estúpida que me alegré de habrer pillado el libro de una bibilioteca y no haberme gastado mis dineros. Para mí, como siempre fue un enchufado, estuvo unos días por allí y luego volvió con su mami. Después, he intentado leer algún artículo (en Lo País) y no puedo con el tipo. Todo es tan monótono como su voz que nunca dmodula. Y es que es muy feo, leñe. Con tanta guita cualquiera se puede hacer un chapa y pintura. Salvo él, que ya tiene su Lindo. Y lo de la carta de amor del señor escribidor se parece a alguna epístola de nuestro amado líder. En fin.

Manuel Couceiro
Manuel Couceiro
3 meses hace
Responder a  Raoul

Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio no lo vayas a decir. Que compendio de chorradas una detrás de otra. Si no te gusta, pues vale, pero aquí veo que hay inquina por algo tuyo, no de Muñoz Molina. En fin, espero que no tenga que leer este comentario tuyo.

errefejota
errefejota
3 meses hace
Responder a  Manuel Couceiro

Puestos a decir cosas obvias, pues lo que tú has escrito es un mojón. Y me quedo tan feliz, oye.

Raoul
Raoul
3 meses hace
Responder a  Manuel Couceiro

¿Y éste de dónde sale? Se ve que pasaba por aquí, leyó de un tirón artículo y comentarios y se le saltaron todas las alarmas.

Hugo
Hugo
4 meses hace

Me ha sorprendido el currículum del autor de la carta. Hasta que lo he visto, me había parecido escrita por un adolescente.

Antonio Jesús Rodríguez Guzmán
Antonio Jesús Rodríguez Guzmán
3 meses hace

Totalmente de acuerdo con lo leído. Antonio Muñoz Molina es un autor indispensable. Para mí «Todo lo que era sólido» es un título imprescindible. Sin olvidar otros títulos. Gran artículo ensalzando su figura.

Sicópato
Sicópato
3 meses hace

Tono reverencial, subordinado.

Luis G. Redondo
Luis G. Redondo
3 meses hace

Aunque no todos, de los cuatro o cinco libros de M. Molina que he leído, me han resultado interesantes, entre ellos hay uno que he releído al menos cinco veces al completo, y los últimos capitulos, de esos, he perdido la cuenta. El libro es La noche de los tiempos, y para mí se trata de una obra genial. Cada vez que lo releía me levantaba emociones más fuertes, sabía qué ocurriría, pero el cuerpo ya se me preparaba para algo intenso. Ahora mismo, sólo recordarlo me emociona.
Así pues, volveré a abrirlo de nuevo este otoño, probablemente.

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