En un pueblo, a las puertas de la discoteca, cuando el verano ya declina, dos chicas acorralan a una tercera bajo una farola. Va a iniciarse una pelea y los jóvenes se excitan. Así arranca una novela que reflexiona sobre el modo en que los incidentes de verano marcan nuestras vidas.
En este Making Of, Rosa Jiménez explica el origen de El limo (Tusquets).
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Suelo decir que escribimos como somos. Hay identidad en el estilo literario. En la elección entre frases cortas o largas. En el uso de adjetivos. Siempre he pensado que el escritor deja ver más de sí mismo por cómo escribe que por lo que escribe.
El caos tiene también origen. Siempre hay una semilla. El caos, en un mundo tan ordenado y apolíneo como el nuestro, cuenta con mala fama, pero te permite continuar hacia adelante, ignorar esa parte del cerebro que cuestiona, que manda y censura.
Ese germen inicial fue para mí una Ted Talk que encontré por casualidad en Youtube. El violador y su víctima hablaban de lo que les había sucedido hace años cuando eran novios. Ella había bebido demasiado en la fiesta de graduación. Él —un estudiante de intercambio— la acompañó a su habitación, la desnudó y abusó de ella. Después de eso, destrozado por la vergüenza y la culpa, rompió la relación. Cuando acabó el curso, regresó a casa. Años más tarde se reencontraron, hablaron de lo ocurrido y decidieron poner su historia al servicio de los demás.
Esa charla me hizo reflexionar sobre el perdón, sobre cómo desde pequeños se nos insta a disculpar a los demás, cómo la afrenta parece no haber existido si pronuncias las palabras mágicas: lo siento. Me permitió también detener a mi cerebro en el que momento en el que fantaseó —erróneamente, muy erróneamente-— con la idea de que hubieran vuelto juntos, como si fuera una película de Disney donde la protagonista se enamora de la misma persona que le ha provocado el trauma. El perdón es tan poderoso como para crear una nueva narrativa. Porque, al fin y al cabo, la redención es muy romántica. Lo hemos visto en multitud de películas.
Y así, El limo empezó poco a poco a girar sobre esa idea del perdón. Un perdón que funciona a un nivel doble en la vida de Vera y de Olivia, las protagonistas; perdonar a los demás y perdonarse a sí mismas.
Luego están mis recuerdos de adolescencia, los veranos en el pueblo, la iniciación en el sexo. Todos ficcionados, dramatizados, porque la vida no tiene mucho interés si no se dramatiza. De esos recuerdos rescaté el que me serviría para abrir la historia. En la puerta de la discoteca, dos adolescentes acorralan a otra chica. Hay vítores de pelea. Hay ganas de sangre. Hay alivio por no ser la presa.
Alguien me ha dicho que, tras leer la novela, ha echado de menos el pueblo que nunca tuvo. Mientras me acordaba de esa primera escena, me ha dado por pensar que igual solo podemos echar de menos de verdad, con todas nuestras fuerzas, lo que nunca hemos conseguido. Porque lo que tuvimos, por duro que sea, nos acompaña para siempre.
Escribimos como somos. O, más bien, como nos permite el limo que deja los años.
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Autora: Rosa Jiménez. Título: El limo. Editorial: Tusquets. Venta: Todos tus libros.
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