Punto número uno: un chiste popular —lo cuenta hasta el papa Francisco— en la Argentina dice, más o menos, que cuando Dios creó el mundo y repartió sus riquezas, muchos le reprocharon por qué regó la patria de Borges, Evita y de Charly García con petróleo, minerales, etcétera: “¿Por qué le has dado todo a Argentina?”. Respuesta del Altísimo: “Bueno, también puse a los argentinos”.
Punto número tres: Juan Luis González (Buenos Aires, 1992), periodista de la revista Noticias, colaborador de Anfibia y conductor en FM Milenium, empieza a ocuparse informativamente de La Libertad Avanza desde su génesis y se engancha al fenómeno de la “nueva derecha”: sucede en la Argentina que los pibes de clase media o baja que, otrora, militaban en la izquierda, se han pasado a la derecha libertaria. El también profesor en la escuela de periodismo de la Editorial Perfil investiga la cosa, propone un libro a Planeta, Planeta se lo compra, sigue a Milei, escruta al personaje y, finalmente, redirige el objeto del ensayo para centrarse en los orígenes y en las causas del ascenso político de un tipo que, según el autor, “se metió en política porque su perro muerto le dijo desde el más allá que Dios le tenía asignada una misión”. La obra en cuestión se llama El loco, acaba de ver la luz en España en la editorial Península y motiva esta conversación transatlántica:
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—Señor González, ¿cuál es el diagnóstico de un país que elige para su gobierno a un tipo que se metió en política porque, tal y como usted cuenta, “su perro muerto le dijo desde el más allá que Dios le tenía asignada una misión”?
—Es muy transparente la inestabilidad que tiene Milei, no necesitas leer el libro para darte cuenta de que está ahí. Ustedes, en España, tuvieron una muestra: con verlo diez minutos…, ni siquiera, con verlo tres minutos, te das cuenta de que algo no cierra. Por lo tanto, tiendo a pensar que a pesar de estas inestabilidades, de lo que se cuenta en el libro…
—¿…su personalidad se convirtió en un atractivo electoral?
—Se le votó precisamente por eso. Una parte de la gente le vota por ser el loco. Todo lo que a nosotros nos puede parecer raro o, incluso, no recomendable para un presidente, como la inestabilidad, la violencia, el esoterismo, el misticismo, etcétera, mucha gente lo decodificó en Argentina como: “No es un político más. Es distinto”. He tenido charlas con votantes de Milei, muchos de ellos, amigos y conocidos míos, y en un momento les decía: “Olvídate de la ideología. Este tipo que los perros clonados lo asesoran como si fuera un gabinete”. Y la respuesta, más de una vez, más o menos, fue: “¿Qué importa si está loco? Los que nos gobernaban hasta ahora estaban cuerdos y así nos va”.
—Permítame birlarle una pregunta: “¿Es él o es la sociedad la que está enloquecida?”.
—Milei es la consecuencia, no la causa. ¿Qué le pasa a la Argentina? No sólo cuando votó a Milei, sino ahora mismo: el índice de popularidad de Milei está alto, pese al ajuste. Las encuestas le dan entre el 45 y el 55% de voto: es un porcentaje muy alto, al mes quinto de su mandato, pese al ajuste bestial y el número de la economía. El número de indigencia en Argentina ha pasado del 9%, cuando asumió el cargo Milei, al 17,5%. Es gente que no tiene las necesidades básicas satisfechas. Y su popularidad se mantiene. En Argentina, la mitad de la gente trabaja de manera informal, te podría hablar de los 210 puntos de inflación… Todos los números son graves, pero su popularidad se mantiene. Por otro lado, hay un debate superinteresante sobre “locura sí” o “locura no”.
—Cuando una sociedad está desesperada…
—En la Alemania nazi no se volvieron todos locos. El contexto tan dramático previo al 33 va convirtiendo a la sociedad alemana en la Alemania nazi. En Argentina, pasa algo similar. Llevamos doce años de una crisis económica profunda. Yo tengo treinta y un años. Todos mis amigos empezamos a laburar a los diecisiete años. Cada año fue, a nivel económico, literalmente peor que el anterior. Imagínate los que ahora tienen veintitrés, que son los que más bancan a Milei: sólo conocen una economía de guerra, crisis política con gobiernos distintos, la pandemia, la tecnología, donde tuvo mucho eco el fenómeno Milei…
—Visité la Argentina en marzo del año pasado. Estuve diez días. Llevé 500 euros. Volví con casi 200.
—Es increíble. Con el Gobierno de Milei, eso no sería tan así: devaluó un 120% el dólar oficial y el blue no subió tanto. Ahora se encareció Argentina. Incluso en dólares: está muy cara. Muchos lo señalan como parte de los problemas estructurales de Milei, pero, hasta Milei era así la lógica, y era muy increíble. La contracara de eso era que el peso argentino, la moneda en la cual cobramos el 95% de los argentinos, estaba muy encarecido, no te podías comprar nada. Hay algo también que no creo que sea casual: el fenómeno monetario que dio pie, por ejemplo, al fascismo en Alemania fue la inflación. El mismo fenómeno se da acá. De todos los dramas que puede tener la economía, la inflación es uno muy especial. En Argentina estamos acostumbrados a vivir con la inflación, y es una cosa que te saca de quicio, que te horada la tranquilidad mental hora a hora, día a día. Es muy tremendo. Cobras, debes pasar todo a dólares y, en una semana, se te encareció el sueldo. Vas a comprar algo y no tienes ni idea de cuánto te sale. ¿Por qué si la leche está hoy a mil pesos está a 1.400 el viernes?
—En aquel viaje, visité a dos amigos periodistas, Reynaldo Sietecase y Jorge Fernández Díaz. El segundo me decía: “Lo contrario de una estupidez puede ser otra gran estupidez”.
—Sietecase y Fernández Díaz son dos números uno. A Fernández Díaz, Milei lo ataca directamente por decirle populista. Es evidente que Milei es un líder populista, es muy impresionante.
—¿Es Javier Milei esa “gran estupidez”?
—Puede ser. El año pasado derroché energía y tiempo investigando cómo el peronismo ayudó a crecer a Milei. Literalmente: le puso plata, logística, candidatos, le cuidó los votos el día de las elecciones… Todo bajo la lógica de “Milei sólo le saca votos a Juntos por el Cambio”, la opción de oposición más tradicional. Una cosa llamativa del Gobierno de Milei de estos meses es que Milei nunca fue lo que llamamos “gorila”, un antiperonista profundo. Además, nunca lo incorporó como elemento de campaña o de discurso. Tenía una especie de pacto con Cristina de Kirchner, un pacto informal, pero formal en algunos aspectos, como, por ejemplo, cuando pidió que le cambiaran la órbita de gobierno de la cual dependía su seguridad privada: dependía de Patricia Bullrich y pasó a depender de la hermana de Milei. Hoy, el Gobierno vive un mal momento: hay un gran escándalo de corrupción que afecta a una ministra muy cercana de él, la economía no está arrancando, viene de echar a su jefe de Gabinete la semana pasada (la entrevista se hizo el 4 de junio), y, a medida que se pone peor el Gobierno, más antikirchnerista se vuelve Milei. Saltó el escándalo de corrupción en el ministerio y su respuesta fue: “El kirchnerismo me quiere tirar un muerto”. Nada explicó. No sé qué tiene que ver la corrupción de su ministerio con el kirchnerismo. Es un juego entre populismos.
—Cuenta que, durante toda su vida, a Milei le han llamado “loco”. Sin embargo, no tiene pinta de ser ningún estúpido…
—Es un debate interesante. Un parte de la escuela quiere ver a Milei como un genio de la política que revolucionó absolutamente todo. Yo tiendo a pensar que es el hombre indicado para el momento histórico, ni más ni menos. No creo que sea muy inteligente. De hecho, ahí están sus numerosos plagios. Te digo más: no es un gran líder político. Se nota a nivel internacional. Él no se maneja con estrategia. Es un dogmático que agarra el dogma de su mesianismo, se cree el nuevo Moisés, y agarra el dogma del libertarianismo de Murray Rothbard, un tipo marginal de la escuela económica, y gobierna en base a eso. No tiene sentido ir a un acto de Vox a pelearte con el presidente de un país con el que tienes relaciones bilaterales. Y eso lo ves en todo: hace cosas que no tienen lógica política, económica y comercial. También funciona así a nivel interno. Cortó a cero la obra pública. Eso significó que no se pagaron 40 millones de dólares que era lo que faltaba para terminar un gasoducto central en la historia de Argentina. Como no hizo eso, se quedó una parte de Argentina sin gas y tuvo que gastar 550 millones de dólares importando gas.
—Hablemos de mujeres. Si yo le digo Karina Milei, usted me dice…
—El lado oscuro de Javier, la persona que lo controla, la mujer más importante del Gobierno. Milei, con lo bueno o lo malo que a alguno le puede caer, es muy genuino. Él es un líder inestable que viene a llevar a cabo una misión mesiánica. Es tan genuino que le han llegado a preguntar: “¿Es verdad que tus perros clonados te asesoran en política?”. Y él ha respondido: “¿Y cuál es el problema?”. No se mete en política por dinero ni por un fin personal, sino por algo más preocupante: literalmente, piensa que tiene diálogo con Dios y que su perro muerto lo conecta con Dios. Está convencido de que lo que va a hacer él va a mejorar la calidad de vida de los argentinos. En última instancia, tiene un fin noble. Ahora, Karina Milei es todo lo contrario: no tiene ninguna misión sobrenatural, es una persona a la que le importa mucho el dinero, el protagonismo, el poder y el ego, y que más de una vez manipula al hermano para conseguir lo que ella quiere. Es implacable institucionalizando la humillación pública como una manera de hacer política, sobre todo, a los propios: “Te echo del Gobierno y, además, te humillo”. Pasó hace diez días con el jefe de Gabinete y con todos los fundadores de La Libertad Avanza. Es imposible de entender la vida de Milei sin Karina. Karina sabe que su capital político depende 100% del monopolio emocional que tiene del hermano. Por eso se llevó siempre mal con las únicas dos parejas que tuvo el hermano. Hay una cuestión ahí muy impresionante.
—Si le digo Celia Liliana Melamed…
—Es de mis personajes preferidos del multiverso Milei. Se hizo una especie de celebridad después del libro. En la vida de Milei, su paso dura ocho meses. Es central porque es quien entrena a Karina Milei en la disciplina de la comunicación entre especies y quien empieza a comunicar a Milei con su perro Conan cuando el animal está a punto de morir y después, cuando muere. Luego está el hechicero Gustavo, que es más central que ella.
—El hechicero anarcocapitalista.
—Es el que le habla del designio divino, es el primero que le mete la idea de las vidas pasadas y la visión sobrenatural de la política. Esto, que parece muy risueño, es muy central: se presenta como un proyecto político, pero su corazón es mesiánico, literalmente. Arranca cuando Dios se le aparece a través de un perro muerto. Y es mesiánico en la praxis: Milei toma decisiones basado en momentos sobrenaturales, como mudar la embajada argentina en Israel porque el rey David se lo dijo en un sueño. Cada vez que pasa algo en su Gobierno lo relaciona con Moisés. Hace unos días, saltó un cierto escándalo, justificado, creo yo: Milei es el presidente que más viajes lleva de la historia argentina. A los seis meses de gestión, ningún presidente había hecho ocho viajes. Y no son reuniones bilaterales, sino como el viaje que hizo a España, que participó en un acto de Vox. Bueno, preparó una nota que decía: “Bueno, a Moisés también lo criticaron. ¿No me van a criticar a mí?”.
—Y si le digo Victoria Villarruel…
—Está todo tan raro en Argentina… Villarruel es la más institucionalista y democrática de este Gobierno. Es increíble. Es la única de los altos cargos que dialoga con la oposición, que se reúne con gobernadores, que ejecuta su rol de presidenta del Senado… Se pronunció en contra de los recortes de Milei y a favor de aumentar los sueldos. O sea, ella es todo lo contrario a Milei, y es muy curioso porque su historia es, como poco, macabra. Nosotros hemos investigado la relación de Villarruel con grandes genocidas de la historia argentina, como Videla. En un momento, cuando Videla estaba detenido, era como la secretaria que le organizaba las reuniones en la cárcel. Y, sobre todo, estuvo vinculada a Alfredo Astiz y Alberto González, los dos líderes de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), el peor centro clandestino, donde más mataron a gente en la dictadura. González es el mentor ideológico, político e intelectual de ella. Le escribió unos libros que después Villarruel firmó. Hay un pulso en La Libertad Avanza entre el ala libertaria de Milei y el ala conservadora de Villarruel. En la realidad, Milei y Villarruel tienen miles de diferencias ideológicas. Como con Vox: Milei no cree en la sanidad pública, en la educación pública, no cree en la Iglesia y el Estado juntos; Villarruel es todo lo contrario.
—¿Cuándo y cómo se plantea escribir El loco?
—El loco me lo planteo en septiembre de 2022. Nace, más que nada, de una fascinación que venía arrastrando desde enero del 21, cuando empiezo a seguir La Libertad Avanza. Vi la génesis y me impresionaba, más que Milei, el fenómeno, la nueva derecha. Sobre todo, pibes jóvenes, de clase media o media baja, por no decir baja, que, históricamente, votaron al peronismo o a la izquierda, que eran de derecha. A mí, eso, me parte la cabeza: recordaba que, cuando tenía dieciocho o veinte, nadie se definía de derecha, eran todos kirchneristas, de Patria Grande, del chavismo… Propuse a Planeta un libro sobre el fenómeno, pero, al seguir a Milei, me empiezo a enterar tantas cosas sobre él que, sin pensarlo, me planto con ocho capítulos sobre la vida de Milei. Entonces, tomo por asalto El loco.
—¿Ha sentido el aliento del inquisidor tras su publicación?
—Sí, sí. Para que te hagas una idea: el último conflicto que tuve con Milei, más allá del libro, fue a principios de marzo. Todo tiene que ver con los perros: desde que salió el libro, sobre todo, en los últimos meses de la campaña, creció el misterio de dónde estaban los perros. Cuando todos nos enteramos de que había un perro muerto, mucha gente empezó a especular con que, incluso, estaban todos muertos. Yo sabía que no era así, pero ya viste vos cómo funcionan las creencias populares. Esto se alimenta porque Milei no los quería mostrar. Milei se muda, empieza a crecer el runrún, no lleva a los perros y, en un momento dado, Milei dice que estos cinco perros están en la Quinta de Olivos e insiste en que juega con estos cinco perros todas las mañanas. Ahí descubro que no eran cinco. O sea, había cinco, pero se murió uno. Esa tapa sale el viernes 6 de marzo. El jueves a la noche, recibimos una llamada de un altísimo funcionario nacional diciéndonos que si sacábamos esa tapa, ellos la tomarían como una declaración de guerra. El viernes sale la tapa. Pablo Ibáñez en Cenital y, después, Santiago Fioriti en Clarín, cuentan que Milei, cuando ve la tapa, tiene una crisis nerviosa, un brote. Esto es un viernes. El lunes, sale Milei a hablar y dice que le encantaría que la Editorial Perfil quiebre, que es donde está la revista Noticias. El Ministerio de Educación no habilita a Perfil la universidad que ya tiene habilitada por orden expresa de Javier Milei. Luego, me insultan todos los días. Presenté el libro en la Feria del Libro hace un mes, y vinieron ocho pibes a hacer quilombo a insultar, a patear, a tirar bombas de olor… Pero bueno, es parte del laburo. No me imaginaba otra cosa con esta gente.
—Vamos acabando, Juan Luis. ¿Cómo ha visto la sociedad argentina el conflicto diplomático con España?
—Se armó un gran lío. Curiosamente, gente muy contraria a Milei, como Máximo Kirchner, el hijo de Cristina, salió a bancar a Milei en el sentido de: “Pedro Sánchez también se metió y no tiene nada que hacer”. Fue raro. En realidad, no deja de ser un día más en la vida de Milei. Todos los días sucede un escándalo distinto, estamos acostumbrados. Milei vuelve de pelearse con Pedro Sánchez y, al día siguiente, hace un Luna Park tocando con él una banda de rock. Todo el tiempo es una bomba de locuras, inestabilidades y excentricidades.
—Volverá a España a finales de junio…
—Y va a volver a pelearse con Pedro Sánchez, te lo garantizo. Apuesto todas mis camisetas de San Lorenzo. Y no hay estrategia. No dice: “Voy a instalar la pelea con Pedro Sánchez por algo”. No, no: es él, que no puede consigo mismo.
—Y, para finalizar, ¿es el mileiísmo, o como se diga, un arma cargada de futuro?
—(Piensa) Ahí está la gran duda. Creo que la gran derecha llegó para quedarse. Es la expresión y la consecuencia de un momento determinado del capitalismo, que es el capitalismo del deterioro del trabajo formal y la aparición de distintas maneras de subsistencia. Ahora, no sé si con Milei. De hecho, y eso me viene llamando mucho la atención estos días, viene profundizando en su inestabilidad. El escándalo con la ministra de Capital Humano es un escándalo bestial, ¡y Milei no echa a la ministra porque es su terapeuta personal! ¡Duerme en la Quinta de Olivos, donde vive el presidente! No recuerdo algún ministro que duerma donde vive el presidente. Lo que te da la pauta de que la inestabilidad de Milei está creciendo profundamente, y todavía estamos en la luna de miel. Me pregunto qué va a pasar cuando se empiece a complicar en serio esta situación. No sé qué va a pasar con Milei, la verdad.
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