En los años 60 —el periodo Beatles— estuvimos acostumbrados a escuchar las canciones de Lennon y McCartney, y aunque había competencia entre los dos, algo que empezó a precipitarse a partir del Álbum Blanco, la conjunción servía para unir y crear canciones inmortales. Juntos sacaban lo mejor el uno del otro y se complementaban. En los años 70, sin embargo, se cambió la «y» por la «o». O sea, pasamos al dilema ¿Lennon o McCartney?, tanto en los fans como en los críticos. Los más beligerantes con esta postura fueron los propios protagonistas que, tras la traumática ruptura del grupo, emprendieron una viva competencia no declarada, hasta que ante la fuerza de los hechos (de las ventas) Lennon tiró la toalla y reconoció que no podía competir con Paul, quien le había ganado por goleada. El artista se desmoronó ante el habilidísimo artesano.
Ahora estamos en febrero de 1971 cuando Paul, diez meses después de anunciar que los Beatles se separan, ha de tomar otra decisión aún más difícil —la más difícil de su vida—: demandar a sus tres compañeros, en manos del mánager Allen Klein, para desligarse de ese entidad llamada Beatles Corps, el fondo común —según un acuerdo firmado— al que iban las ganancias individuales de los cuatro, aunque los Beatles ya no existían como banda. Fue un pleito largo que enfrentó aún más a los dos grandes protagonistas de esta historia en una especie de guerra de guerrillas a la que siguió armisticio, porque como cantó el poeta Vicente Aleixandre: «Se querían, sabedlo».
Tras la ruptura de los Beatles (Paul se siente fracasado) John y Yoko viajan a Los Ángeles para tratar de recuperarse de sus traumas de infancia mediante la técnica del «grito primario», y posteriormente la pareja se instalará en Nueva York. Lennon lanza dos discos, el primero, Plastic ono band, es un fracaso, mientras que remonta con Imagine. Por su parte, Paul triunfa con sus dos primeros discos aunque los críticos no le apoyan. Son esos tiempos del pleito, en el que John arremete contra Paul en la prensa, y éste le contesta, a su modo, en algunas canciones en las que va dejando críticas y mensajes de sus desencuentros. Hasta que deciden firmar la paz (los dos matrimonios cenarán en Nueva York en 1972) y mantener un pacto de no agresión.
El año 1973 comienza con los problemas de drogas que vive Paul en Suecia y Escocia, mientras que Nixon quiso expulsar del país a John Lennon, muy crítico con la política del presidente, como ya mostró en nuevo álbum Sometime en New York, disco que fue, por cierto, un fracaso absoluto y que tanto le afectó. Un Lennon que es empujado a dejar el hogar por Yoko, su esposa, que no se aclara sentimentalmente. Es cuando viaja a Los Ángeles con su secretaria y luego amante May Pang en ese llamado famoso «fin de semana perdido». Unos 18 meses en la Costa Oeste, entre el caos y continuas borracheras, mientras intenta sacar un álbum con Phil Spector y produce otro de Harry Nilsson, ese amigo que le lleva siempre al desastre etílico, a veces acompañados de Ringo, al que le gusta unirse a la fiesta. Se ha escrito bastante sobre este paréntesis, pero falta una novela sobre ese trío formado por May Pang detrás de Lennon, al tiempo que Yoko incordiaba en la distancia y entre tanto, poniendo acción a la historia, otros dos buenos personajes, Spector, mitad genio, mitad gángster y Nilsson, la tentación continua hacia el fracaso, además de otros conocidos invitados…
En este tiempo ya se han dado cuenta los tres Beatles que Allen Klein es un estafador y poco después se fallará el juicio, dando la razón a Paul, quien atraviesa unos momentos de gloria. Con su grupo Wings saca el disco Band on the Run, que se convierte en el más vendido del año 1974, a pesar de ser la época del glam-rock, con Bowie y T.Rex a la cabeza.
Durante estos años, como un estribillo, se habla de la posibilidad de la vuelta de los Beatles, y a punto estuvieron de coincidir los cuatro en 1973, cuando todos acudieron a salvar al soldado Ringo y quisieron participar en la grabación de su nuevo álbum en Nueva York; pero esa reunión no fue posible ya que a Paul le negaron el visado —el tema de las drogas— para entrar en Estados Unidos. Más adelante, un millonario ofrecería una cantidad inmensa por un breve concierto de los Beatles, pero George siempre se negó y John estaba en otros asuntos, digamos, domésticos.
Y ya hemos entrado en el año en que John Lennon se resarce de sus fracasos comerciales con su nuevo disco Walls and Bridges, al tiempo que hace un homenaje a sus clásicos con Rock and Roll, y paga su deuda por el posible plagio de «Come together» a otro gángster de los negocios. No le importa. Ya se ha reconciliado con Yoko Ono y decide dejar la música —lo anuncia oficialmente en 1977— y dedicarse al hogar y a su nuevo hijo, Sean; quiere ser ese padre (Yoko dixit) que nunca fue con Julian, quien le visitará, por cierto, e irán a Disney World, tratando de dejar a un lado a su ex Cynthia que también se había unido a la fiesta.
Por su parte Paul continúa con sus éxitos y emprende una gran gira mundial tras lanzar Venus and Mars, mientras que George Harrison se resiente del fracaso de su última gira y disco, igual que Ringo, que tampoco ha igualado sus anteriores éxitos. Es la época del punk, pero, más allá de las modas, Paul obtiene el mejor contrato discográfico de la historia (hasta entonces), y es el año —1978— en que se casa Pattie Boyd, la exmujer de Harrison con Eric Clapton. A la boda asisten tres de los cuatro Beatles (faltó Lennon, recluido en su edificio de Dakota), y juntos y muy revueltos cantarán por vez primera en una actuación que, de haberse grabado, les avergonzaría. También es el año de la muerte de los padres de John y Paul, y de su admirado Elvis, el más grande, aunque ellos lo superaron, tal como ya había vaticinado su mánager Brian Epstein.
Se aproximaba 1980. Pronto se cumpliría una década de la separación oficial de los Beatles. Paul se las prometía muy felices con una amplia gira por Japón mientras que John, que empezó a viajar, decidió volver con ganas a la música y preparar un nuevo disco con Yoko Ono a partes iguales, su Double Fantasy, que sería el comienzo de una nueva, próspera y feliz etapa. Una etapa que nunca llegaría, porque el 8 de diciembre, como todos sabemos, al salir del edificio de Dakota…
Este breve e hilvanado recorrido por los años 70 de Johh y Yoko viene a cuento porque se acaba de publicar —y hemos leído— Sobrevivir a los Beatles, subtitulado Lennon y McCartney en los 70, un extenso libro de Antonio Panadero Cantos, que hace siete años dedicó otro vasto volumen a la primera parte de esta historia: Beatles, el color de los sueños, ambas en editorial Milenio. Y hemos de advertir, antes de nada, que estos dos libros van dirigidos a los muy fans de los Beatles, a aquellos que quieren conocer la letra pequeñísima y los pequeños detalles, pero no para un público amplio. Panadero, según confiesa, ha dedicado una década a investigar sobre los Beatles, y eso se nota en estos libros que tienden más a la profusión de datos que a la síntesis luminosa.
En este volumen, por ejemplo, se dedica todo un capítulo de los trece (30 páginas) a contar el asesinato de Lennon y sus consecuencias. Empieza por hablarnos de lo que significó El guardián entre el centeno para pasar a hacer una amplia semblanza de David Chapman, el joven asesino de 25 años (casado con una japonesa-americana, por cierto) y describir con minuciosidad aquella fría mañana otoñal en la que los relojes de la música se pararon.
En las casi 500 apretadísimas páginas de Sobrevivir a los Beatles, bastante más de un tercio del libro está dedicado a detallar las grabaciones de los 19 álbumes de estudio (doce de Paul y siete de John) de nuestros protagonistas, y comentar las canciones, una a una. A quien le interese tanto detalle, ya sabe. Es de agradecer el esfuerzo y la minuciosidad de datos de Antonio Panadero, aunque a veces, si seguimos el orden cronológico, se tiende a cierta confusión o repetición casi inevitables.
El gran desastre de este volumen es su edición: letra muy pequeña en un caja amplia y agobiante, y trece capítulos para casi 500 páginas, en los que el texto no respira, ni posee ladillos para diferenciar temas, escenas o personajes. Ni siquiera hay algo tan elemental como blancos que separen unas situaciones de otras o los cambios de protagonistas. Y eso que no somos exigentes, y soslayamos la ausencia de fotos o ilustraciones o la falta de un índice de personajes citados. La verdad es que el libro —su edición, insistimos— no invita a adentrarnos en su lectura, sino a soltarlo, como si hubiéramos tocado a una serpiente. Una lástima, porque el texto bien editado y algo aligerado, ganaría, y sería una aportación más a esa década menos conocida de los Beatles; aunque ya está bien contada por Phillip Normand en sus imprescindibles biografías sobre John Lennon y Paul McCartney, hoy ya descatalogadas. El libro de Panadero contiene una útil discografía de los Beatles, John Lennon y Paul McCartney, tanto de sus álbumes de estudio como de sus singles, así como una filmografía.
P.S. Resulta curioso que esa década en la que fue imposible la unión de los dos grandes Beatles, se acabe de completar —hace unos días— con una grabación en la que de nuevo aparece la conjunción «y»; ya que han vuelto a unirse muy puntualmente Lennon y McCartney. Esta vez, sin embargo (no creemos en los fantasmas) no son John ni Paul los protagonistas, sino sus hijos menores, James y Sean, quien acaban da lanzar la canción «Primrose Hill», como todo seguidor Beatle ya conoce. Medio siglo después, lo que no pudieron hacer sus padres…
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