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Carta a Michael Corleone - Zenda
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Carta a Michael Corleone

Me resulta difícil escribir esta carta por muchas razones, y no es la menor de ellas las actividades mafiosas, delictivas, que ha realizado durante muchos años de su vida. Pero yo recuerdo que antes, de joven, como muestra la película El padrino, no quiso saber nada de los negocios de su padre, Don Vito Corleone,...

Señor Michael Corleone:

Me resulta difícil escribir esta carta por muchas razones, y no es la menor de ellas las actividades mafiosas, delictivas, que ha realizado durante muchos años de su vida. Pero yo recuerdo que antes, de joven, como muestra la película El padrino, no quiso saber nada de los negocios de su padre, Don Vito Corleone, y que incluso se alistó en el ejército de su país para luchar en la Segunda Guerra Mundial, siendo condecorado con varias medallas y considerado un héroe de guerra.

Esto no disculpa por supuesto los crímenes y delitos que haya podido cometer.

La primera imagen que recibimos de usted en la primera parte de El padrino es vestido de uniforme y acudiendo a la boda de su hermana Connie. El espectador entonces no sabía nada —ahora, tantos años después de la publicación de la novela y del estreno de la película sabemos mucho—, pero aquella era una historia familiar, con personaje colectivo, los Corleone, y algunos muy importantes, como tu padre Vito, de mayor y de joven —Robert de Niro está fantástico, y Marlon Brando, espectacular—, pero si hay alguien que relacione la novela y las tres partes filmadas de la historia, en mi opinión, eres tú. Y el Michael Corleone del principio seguramente vuelve al final. Te metes en los negocios de tu padre —perdona que ahora te tutee— cuando atentan contra su vida. Cambias completamente.

Pero en El padrino III se te ve cambiado de nuevo: quieres ser legal, vender todos los negocios de la familia que se mueven al margen de la legalidad, o que puedan estarlo. Le quieres comprar una fuerte participación a la Iglesia de una empresa muy potente, Inmobiliari, pero te das cuenta de que el mundo, tu mundo, no cambia mucho. Tú quieres hacerlo, pero no te dejan. “Cuanto más subo más corrupción me encuentro”, vienes a decir.

Recomiendo mucho leer la novela de Mario Puzo a los que no la hayan leído. Es estupenda. Creo que Mario Puzo dijo en alguna ocasión: “Si llego a saber que iba a tener tanto éxito la habría escrito mejor”. Pero en realidad está muy bien escrita, de forma directa, clara, rápida, fácil, sencilla, muy novelesca. En ocasiones el no escribir mejor, o tan bien, hace que los libros se lean mejor, resulten más asequibles para los lectores.

Francis Ford Coppola pensaba hacer una cuarta parte de la historia, ya sin ti, supongo, que mueres al final de El padrino III. (Creo que no revelo nada, dado que la película al final se ha llamado La muerte de Michael Corleone.) Pero murió Mario Puzo, parte importantísima de estas películas. Cuando leí la novela de El padrino tuve la sensación de que las películas eran enormemente fieles a la novela. Al fin y al cabo Mario Puzo había hecho el guión (más tarde haría el de las películas de Supermán y Supermán II). Tuve la sensación de que El padrino, el libro, contiene las dos primeras películas, y que luego El padrino III se construye de nueva planta, aunque muy fiel a la historia original, continuándola con mucho talento.

Alguna vez he dicho, hace muchos años, que esta película de El padrino III me  parecía inferior a las otras dos, que son obras maestras, como me parece que lo sabemos todos, pero ahora El padrino III me parece que está a la altura de las anteriores, con un magnífico Andy García y una magnífica Sofía Coppola. Por supuesto Al Pacino, el gran actor que encarna tu personaje, creo  que lo hace maravillosamente. Es más, este papel tuyo, de Michael Corleone, es el que más me gusta de Al Pacino, que en El padrino es un actor desconocido para el público porque era su primera película. Que ahora recuerde sólo hay una interpretación de Al Pacino que me guste tanto como la de El padrino y es la de Esencia de mujer.

Te he visto en la película de El padrino muchas veces a lo largo de mi vida. También te he visto en El padrino épico, que asimismo me gusta mucho, una obra o un montaje que hará las delicias de los grandes aficionados, aunque yo me quedo con el montaje original, que encuentro más estético y artístico, de mayor tensión dramática, más novelesco y cinematográfico al fin, más moderno. Por lo visto El padrino épico se hizo para la televisión.

En estas películas todos vosotros, los personajes, brilláis, y con vosotros los actores que interpretan vuestros papeles. Parece mentira que esto suceda, pero es así. Yo me lo explico en buena parte por la grandeza de la historia, aunque también tendrá algo que ver la grandeza del director. (De la grandeza de Mario Puzo estoy convencido). Pero si no me equivoco a Francis Ford Coppola le encargaron esta película, lo que explica muy bien, en mi opinión, que se puede hacer una auténtica obra de arte, da igual de qué arte, de encargo. Esto me parece evidente en otras artes, como la pintura o la literatura, quizá me lo parecía menos en el cine.

Efectivamente, cuando leí la novela —la leí en inglés, y la sigo revisando en inglés— tuve la sensación de que las películas la seguían a la perfección, dejando fuera algunos detalles, como algunos personajes. Llegué a la conclusión de que el libro era clave en las películas. Esencial. Por supuesto su autor. Imagino que la biografía de Mario Puzo, que se crió en la Cocina del Infierno de Nueva York explica el conocimiento que tiene de la materia. Con los años leería Los Borgia, también de Puzo, que el autor dejó sin terminar y que lo hizo por él Carol Gino, su mujer. Puzo decía que los Borgia eran la primera familia mafiosa de la historia, y tú, Michael, cuando estás en plenos negocios en el Vaticano, dices en algún momento que han vuelto los Borgia.

El padrino son películas muy entretenidas que nos llevan a los espectadores de la mano en todo su metraje como sin pestañear. Yo creo que buena parte de su éxito está en que nos narran la historia de una familia y que todos nos podemos identificar con ella. Al fin y al cabo todos tenemos una familia, y si no nos llama la atención un personaje puede hacerlo otro, o un tercero, incluso todos, como ocurre en esta historia, que es un gran friso de personajes, de pasiones humanas, y éstas funcionan muy bien en la ficción porque todos somos humanos y todos las experimentamos. Quizá estos personajes dan fe de nuestro paso por la vida, de la escritura personal de nuestra propia historia de pasiones. El padrino es sobresaliente en este sentido. Amor, amistad, codicia, asesinatos, familia, corrupción, lealtad… Desconozco qué tenía Mario Puzo en la cabeza al crear El padrino y si simplemente quería escribir una novela. Probablemente se propuso escribir una historia entretenida, distraída, digamos. Sinceramente no sé si la escribió con muchas pretensiones.

Volviendo a ti en primer plano, Michael, puedo decirte que en la primera parte apareces al principio, en la boda de Connie, y se ve cómo poco a poco vas ganando presencia en la película, protagonismo, quizá a medida que se va retirando, poco a poco, tu padre el Don, Vito Corleone. Tú no querías entrar en los negocios de la familia, pero al final te sientes obligado. Al final, en la III, cuando quieres legalizar  todos tus negocios, también tendrás la sensación de que no te dejan, de que no te dejan ser legal, ser bueno. Se te ve cambiado, insisto, de nuevo cambiado. Da la sensación, efectivamente, de que quieres ser una buena persona, aunque parece que renuncias al perdón por todo lo que has hecho. Incluso te confiesas con un cardenal —que luego será papa—, pero sin mucha convicción, sin esperanza de ser perdonado.

Sabes que tus culpas son demasiado graves, aunque yo sí que te veo arrepentido. No sólo quieres cambiar los negocios de la familia… esto es así porque tú  mismo has cambiado ya. El problema es que encuentras corrupción allá por donde vas, incluso donde deberías encontrar santidad. Lo cierto es que tu historia enseña mucho, puede enseñar mucho. El padrino, toda la saga, tiene una estructura llena de paralelismos, de ecos, dialoga consigo misma, y esto lo he visto en otras sagas como en la de Indiana Jones y en La guerra de las galaxias.

Algunas muertes remiten a otras, algunas fiestas familiares remiten a otras. Los personajes también. Tengo entendido que Francis Ford Coppola pretendía seguir la saga contando la historia de Vincent Corleone (Andy García) hecho Don, y al mismo tiempo, en la misma película, la de su padre, Sonny Corleone (James Caan) de joven. No pudo ser; una vez muerto Mario Puzo supongo que será mucho más difícil continuar El padrino.

Me encantó ver Sicilia en la tercera parte. La visité con mi familia hace años y no puedo olvidarla. De los sitios más bonitos y con más personalidad que he visto en mi vida, aunque mi experiencia es que todos los lugares  son bellos cuando los vemos con buena predisposición, buena predisposición del alma y la mente, o cuando la memoria, que es una gran maestra, sabe verlos y recuperarlos.

Siempre te recordaré en Sicilia en ese coche precioso —parecía un Lancia—, paseando por la isla con Kay. Querías recuperarla, siempre en tu vida has querido recuperar su amor. Ella te quiere, siempre te ha querido, y tú a ella, pero en vuestra vida las circunstancias se han interpuesto muchas veces entre los dos, tan dolorosamente.

Sicilia, Michael, es tu juventud, tu primera boda, tu primera esposa, Apolonia, el origen de la familia, el pueblo Corleone. Quien conozca Sicilia sabe que su fama, su magia, es justa, es cierta.

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Eduardo Martínez Rico

Nació en Madrid en 1976. Se licenció en Filología Hispánica en 1999 por la Universidad Complutense de Madrid, y se doctoró en Filología, por la misma Universidad, en 2002. Es autor de 17 libros publicados, de novela, biografía y ensayo. Entre sus obras se pueden citar las novelas históricas Cid Campeador y Fernando el Católico. El destino del rey, su ensayo La guerra de las galaxias. El mito renovado y su biografía Pedro J. Tinta en las venas. Ha sido profesor del Instituto de Empresa y de la Universidad de Mayores del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras de Madrid (Literatura Española).

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