Rainer Maria Rilke escribió dos de los poemarios más importantes del siglo XX, Elegías de Duino y Los sonetos de Orfeo, en apenas tres semanas de creatividad frenética. La editorial Abada publica ahora el segundo título en una edición bilingüe con estudio y comentario a cargo de Juan Barja y Patxi Lanceros.
En Zenda reproducimos cinco poemas de Los sonetos de Orfeo, de Rainer Maria Rilke (Abada).
***
I
Ahí se alzó un árbol. ¡Oh, ascensión pura!
¡Oh, alto árbol al oído! ¡Oh!, canta Orfeo
y calló todo, y de ese silenciarse
surgió un nuevo inicio, seña y cambio.
Del silencio llegaron, desde el claro
bosque, libre de lechos y de nidos,
los animales –que no por astucia
ni por miedo callados se encontraban–,
para oírlo. Bramar, gritar, ya poco
era en su corazón, y, donde había
para acoger sólo un escaso abrigo
al oscuro deseo, con su entrada
de postes temblorosos, ahí creaste
para ellos en su escucha un templo.
***
II
Una muchacha casi era, y brotaba
de tan alta fortuna, canto y lira,
por su primaveral velo brillando
mientras se hacía un lecho en mis oídos.
Se durmió en mí, y todo era su sueño.
Los árboles que antes yo admiraba,
lo sensible lejano, y las sentidas
praderas y el asombro en mis adentros.
Y adormecía el mundo. Dios que cantas,
¿cómo la conformaste, no aspirando
a un despertar? Surgió, pero durmiente.
¿Dónde su muerte? ¿Aún ese motivo
hallarás antes que termine el canto?
¿Dónde caerá de mí?… Una muchacha…
***
III
Un dios lo puede. Pero, dime, ¿cómo
podrá un hombre seguirlo con su lira?
Su sentido es discorde. Para Apolo
no hay templo donde cruzan dos caminos.
El canto que tú enseñas no es ni ansia
ni demanda de algo que se alcance.
Canto es ser. Para el dios, algo sencillo.
Nosotros, ¿cuándo somos? Y él, ¿cuándo
volverá a nuestro ser tierra y estrellas?
Nada es, joven, que ames, aunque abra
ya tu boca la voz. Aprender debes
a olvidar lo cantado que aún te atrapa,
pues cantar en verdad es otro aliento
en torno a nada. Un viento. Un soplo en Dios.
***
IV
¡Oh, tiernos como sois!, entrad a veces
dentro del aliento que os ignora,
y que en vuestras mejillas se divida,
y tras vosotros tiemble y se reúna.
¡Oh, tan felices, oh bienaventurados,
cual de los corazones el inicio!
Arco, sí, de las flechas, y diana,
brilla eterna, en el llanto, vuestra risa.
No temáis padecer; dadle lo grave
de su peso a la tierra nuevamente;
pesados son los montes y los mares,
y hasta los que plantasteis siendo niños,
los árboles, ya tienen mucho peso,
no los podéis llevar. Mas, aire…, espacios…
***
V
No alcéis lápida alguna. Que la rosa
para ella florezca año tras año.
Eso es Orfeo, en sus metamorfosis
siempre distintas. No busquéis más nombres.
Por todas una vez, eso es Orfeo
cuando, yendo y viniendo, alza su canto.
¿No es ya mucho que al cáliz de la rosa
unos días a veces sobreviva?
Y que desaparezca es necesario,
¡comprendedlo!, aunque él mismo lo tema.
Aún supera el aquí con su palabra
y ya está allá. Con él ir no podríais.
De la lira la reja no embaraza
sus manos mientras pasa, obedeciendo.
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Autor: Rainer Maria Rilke. Título: Los sonetos a Orfeo. Traducción: Juan Barja y Patxi Lanceros. Editorial: Abada. Venta: Todos tus libros.
BIO
Rainer Maria Rilke fue un poeta y novelista austríaco considerado uno de los poetas más importantes en alemán y de la literatura universal. Sus obras fundamentales son las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo.
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