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Un campeón desdichado - Zenda
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Un campeón desdichado

Si cuando hay sangre en las calles el consejo que habría que seguir es que deberían comprarse propiedades, en el momento en que se acerca una guerra se tiene la certeza de que los únicos que saldrán ganando son los fabricantes de cañones. Dario Fo (1926-2016) lo tenía claro —la frase de los cañones es...

Si cuando hay sangre en las calles el consejo que habría que seguir es que deberían comprarse propiedades, en el momento en que se acerca una guerra se tiene la certeza de que los únicos que saldrán ganando son los fabricantes de cañones. Dario Fo (1926-2016) lo tenía claro —la frase de los cañones es suya— cuando dio a la imprenta la última de sus novelas publicadas en vida. La historia armada por el premio Nobel cuenta las vicisitudes de Johann Trollmann (1907-1943), quien fuera proclamado campeón alemán de boxeo en la categoría de los semipesados durante una única semana en 1933, el mismo año en que Adolf Hitler subía al poder como Canciller del Reich. En aquel tiempo de ignominia lo extraño no era que a uno se le despojara del título sino que, como ocurrió con Trollmann, llegase a ser campeón de Alemania un sinti, es decir, un gitano.

"Con El campeón prohibido Fo trata de dar voz a la opresión y reivindicar a partir de un personaje singular la grandeza, pasión y muerte de todo un pueblo, símbolo de la riqueza cultural europea."

Hoy se sabe que los gitanos vivieron su propio Holocausto, a pesar de que se ha publicitado infinitamente más el sufrido por los judíos, que quintuplicó en número el de gitanos depurados. Aun así, se cuentan millones de desaparecidos entre los gitanos de toda condición, que vale como decir exterminados, y las condiciones del exterminio no fueron menos drásticas que las del genocidio judío. Pero hasta ahora siguen siendo pocas las historias en las que este pueblo nómada de origen indostánico ha conseguido convertirse en protagonista, en parte porque su cultura pervive eminentemente en la oralidad. Con El campeón prohibido Fo trata de dar voz a la opresión y reivindicar a partir de un personaje singular la grandeza, pasión y muerte de todo un pueblo, símbolo de la riqueza cultural europea, al tiempo que víctima de la aberración que daría lugar a la Segunda Guerra Mundial.

Ya desde su mismo título, la novela muestra con meridiana claridad la aventura vital del boxeador gitano que puso en entredicho la supremacía aria de la Alemania nazi. El relato busca, desde un estilo que encuentra la simplicidad en la transparencia de la prosa y en la linealidad de los hechos narrados, la mejor forma de hacer justicia a Rukeli «El Árbol», que es como apodaban los suyos al majestuoso boxeador de Hannover. Toma forma como si fuera un cuento convertido en leyenda que corre de boca en boca en cada una de las noches en los que los gitanos se reúnen frente a la hoguera, amparados por la protección que les ofrecen sus carromatos dispuestos en círculo en las noches de luna llena. La estampa resulta tópica y alejada de la verdad, pues los gitanos alemanes llevaban ya decenios instalados en las ciudades sin hacer demasiado ruido. Ellos no eran católicos, no tenían parientes banqueros, no imprimían sus propios periódicos, no dirigían fábricas, no tenían intelectuales que escribían tratados de economía, no prestaban dinero a usura; es decir, ellos no eran judíos. Y sin embargo… En ese «sin embargo» cabe todo el drama de los gitanos alemanes, los que cantaban, bailaban y tocaban con maestría en bodas y entierros, malabaristas que montaban circos ambulantes, o se convertían por mandato genético en campeones de boxeo con aspiraciones a corona internacional, con permiso del único campeón mundial de los pesos pesados de origen alemán, el poderoso —y blanco— Max Schmeling (1930).

"En 2003, la Federación alemana de boxeo restituyó la corona de los semipesados al gran Johann Trollmann, aunque el mejor homenaje que se le puede hacer al “campeón desdichado” sería leer las páginas armadas con tanta emoción por el no menos grande Dario Fo."

Las proezas del joven Trollmann no pasan desapercibidas. Pronto vivirá en carne propia la realidad de una frase que le acompañará hasta el momento de su muerte: “Los triunfos acarrean miserias”. Fo le retrata con la eficacia con que los clásicos dibujaban a sus héroes, con esa mezcla de pasión, entrañas, grandeza e infortunio, pero siempre imaginándolos con las cualidades que mejor definen a los héroes, poderosos de gran inteligencia. A Trollmann pronto lo hacemos nuestro, ya desde bien chico. “Cuando te sientes cómodo con tu espíritu y tu piel el tiempo discurre sin pausa”, viene a ser un lema para la posteridad. Acompañan al héroe en sus andanzas dos figuras no menos legendarias, Rosa Luxemburgo y Espartaco. Hay en esa elección en las paredes de la habitación de púgil una defensa de la lucha y la dignidad contra la opresión.

El mensaje, para qué negarlo, queda muy claro en la novela póstuma del escritor italiano. Fo no oculta sus armas, las hace evidentes, más bien. Claridad, concisión, transparencia, en pos de la eficacia narrativa. Ha recreado al boxeador con las dotes danzarinas que luego harían famoso a Muhammad Ali (queda lejos de la capacidad evocadora de Norman Mailer o George Plimpton), y lo que entrega en esta breve pero intensa novela histórica es una cronología del horror, una biografía del miedo que pudieron sentir todos aquellos que escapaban del canon biológico impuesto por el nazismo. Con El campeón prohibido se salda un deuda con el pueblo sinti, aunque sea desde la ficción. Lo ocurrido y narrado fue real, pero Dario Fo asciende a tamaño universal al gran campeón gitano que desafió a los valedores del sinsentido germano con mucho juego de pies y una derecha incontenible que hicieron historia. Como se sabe, acabó sus días en el campo de concentración de Neuengamme. Sus triunfos llevaban marcado a fuego su propia miseria, en una muestra de lo abyecta que puede resultar la condición humana cuando se ve alentada por la vileza extrema. El colofón corre a cargo del lector, que queda con los sentidos suspendidos al comprobar que la ignominia y despropósito no parecen tener fin cuando se resigue el espíritu malévolo que alumbró la caverna nazi. La edición se completa con una serie de esbozos e ilustraciones pugilísticas del propio Fo, como la estampa que sirve de portada al libro, y que ponen de relieve que sin asomo de duda el escritor fue mejor dramaturgo y novelista que dibujante. En 2003, la Federación alemana de boxeo restituyó la corona de los semipesados al gran Johann Trollmann, aunque el mejor homenaje que se le puede hacer al “campeón desdichado” sería leer las páginas armadas con tanta emoción por el no menos grande Dario Fo.

 

Autor: Dario Fo. Título: El campeón prohibido. Editorial: Siruela. Venta: Amazon y Fnac

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Enrique Turpin

Sabadell, 1970. Filólogo y crítico musical. Secretario General de la Asociación Española de Críticos Literarios (AECL). Redactor de la ya extinta Cuadernos de Jazz y de Allaboutjazz.com. Editor y antólogo de narrativa hispánica. Su última edición es Besos a la luz de la lona. Historias de boxeo (Demipage, 2016). Ha ejercido la crítica literaria, entre otros medios, en El Periódico de Cataluña y La Vanguardia.

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