No podía ser más prometedor, ni cumplidor, el debut editorial de Lucho Aguilar (Valencia, 1958) en el género más breve. Lo que esconde el manglar (Trea, 2023) es una refrescante propuesta que nos deja con ganas de volver a sumergirnos, en sucesivas entregas, en el fraseo personalísimo de este músico profesional y amante de la buena literatura. Una colección con algo más de trescientos aforismos de la que ya se habían publicado anticipos en 2018 (El Aforista) y 2021 (Zenda y La República de los Aforismos), y que ahora la editorial asturiana Trea ha tenido el acierto de publicar. No defraudan. El autor se entrega en ellos a la difícil tarea de ofrecernos una voz propia en un género tan propenso a la endogamia, con el compromiso de no malgastar una línea. Se nota que, tras el largo periplo de su obra, Lucho Aguilar no está para perder el tiempo ni para hacérnoslo perder a sus lectores: «Nada tan irritante como un constatador de obviedades», avisa.
Tras una cita inicial de Andrés Neuman y un acertadísimo prólogo de una de las personas que más saben y han aportado al género en nuestro país, José Ramón González, un texto medido y eficaz como los aforismos que lo inspiran —se agradece que no nos cuenten nuevamente qué es un aforismo, señal de que el género madura—, nos adentramos en este particular manglar, en el que hallamos reflexiones sobre el paso del tiempo: «La muerte sabe con certeza que vamos de farol»; la cultura: «La ignorancia une; el conocimiento divide»; la poesía: «El poeta es un donante de sueños»; la política: «El ministro es la mascota preferida de los financieros»; la escritura: «Esas palabras que se suicidan porque no encuentran al autor de su vida»; o la historia: «¿De quién es la Historia: de sus héroes o de sus narradores?», un aforismo, este último, que nos recuerda a los del mexicano Nicolás Gómez Dávila, uno de los referentes de Aguilar.
"Unas notas de humor bien administradas, sin excesos, logran que la lectura fluya como en una animosa conversación"
Treinta y siete de los primeros cincuenta aforismos son monósticos: se resuelven en una línea; trabajados, pulidos; ninguna palabra está de más, nada sobra. Lo mismo ocurre con el conjunto: cada elemento cumple su función y la disposición, lejos de ser aleatoria, obedece a un criterio armonizador. Más que a una sonata, el resultado me recuerda a los impromptu, esas piezas musicales complejas que, interpretadas con virtuosismo, aspiran a ser percibidas por el público como meras improvisaciones. Unas notas de humor bien administradas, sin excesos, logran que la lectura fluya como en una animosa conversación. Si algo se puede reprochar a este librito es que se nos hace corto —66 páginas—, pero ahí se asienta en parte su eficacia.
A las ya mencionadas reminiscencias de Neuman o Gómez Dávila se suman a este precioso breviario ecos de clásicos como Emil Cioran, S. J. Lec, Elías Canetti, Ramón Gómez de la Serna o Joan Fuster. Otros lacónicos contemporáneos en la órbita del autor serían Karmelo C. Iribarren, Ramón Eder, Sergio García Clemente, Miguel Ángel Arcas, Ana Pérez Cañamares o Miguel Catalán, que incluyó en su singular Diccionario Lacónico (Sequitur, 2019) algunas de las precisas definiciones de Lucho Aguilar, siendo uno de los primeros afortunados lectores de Lo que esconde el manglar. Con el recuerdo agradecido a este filósofo valenciano cierra Aguilar su primer “librito”; y nosotros quedamos a la espera del próximo.
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Autor: Lucho Aguilar. Título: Lo que esconde el manglar. Editorial: Trea. Venta: Todostuslibros
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