Querido Indiana Jones:
Recuerdo muy bien las circunstancias en que fui a ver tus películas. Recuerdo que fui a ver En busca del arca perdida cuando se estrenó en España, en Madrid, y fui a verla con mis padres y mis hermanos a un cine de la Gran Vía. No me acuerdo de esto con nitidez, pero sí vagamente de los carteles que había en la entrada del cine, a uno y otro lado, carteles pintados, muy espectaculares, muy dignos de Indiana Jones. En aquel momento no te conocíamos, y nos debimos de quedar boquiabiertos ante las cosas que hacías y los mundos que frecuentabas, los objetos que buscabas. ¿Qué puede haber más maravilloso que el Arca de la Alianza o el Santo Grial?
Era la época de los estrenos de La guerra de las galaxias, de George Lucas, que escribió tus historias, de ET, de Steven Spielberg, que las dirigió —excepto la última—, y era un nuevo cine, maravilloso y trepidante, que nos hacía soñar, mejor dicho, que plasmaba nuestros más increíbles sueños, los sueños de la humanidad, en la pantalla.
Y además Lucas, Spielberg y sus equipos disponían de las herramientas para hacerlos totalmente creíbles, para que nosotros los disfrutáramos, de una manera, pienso yo, que nunca se había conseguido en el cine.
Eras simpático, pícaro, valiente, fuerte, un tanto inconsciente… te metías en las situaciones más peligrosas, y siempre salías airoso de ellas. En ti se hacía verdad el famoso dicho clásico de que la fortuna ayuda a los audaces. Y también creo que esta frase dicta una verdad: la audacia es muy capaz de lograr lo imposible.
Después de En busca del arca perdida, que me parece que es una película alucinante, vino Indiana Jones y el templo maldito, que durante mucho tiempo pensé que era la peor, o la menos buena, de las tres primeras, pero con el tiempo he aprendido a valorarla mucho. Todas tus películas están muy bien hechas y los efectos especiales son grandiosos, claves para trasladar al espectador toda esa magia que pretenden crear. Además, están muy bien documentadas, yo diría que estudiadas, y no dicen ninguna tontería; de esto te vas dando cuenta cada vez más, cuando te vas haciendo mayor, las has visto muchas veces y vas ampliando tus conocimientos.
Indy, eres un hombre como todos nosotros, en principio, pero te mueves en un terreno que colinda con lo sobrenatural y al final penetra en lo sobrenatural. El arca perdida, dentro de sus aventuras, al final es real, también el grial, como lo son las calaveras de cristal o el dial del destino. Los espectadores asistimos a su realidad, porque están perfectamente recreados.
Entras en el mundo de la religión, o religiones, del más allá, de la parapsicología, y esto también está estudiado, documentado, y gracias a los maravillosos efectos especiales lo sobrenatural y la trepidante acción cobran una vida también maravillosa, perfectamente creíble, a veces hasta el límite. Yo diría que eres un científico, un auténtico profesor universitario —un gran profesor, me atrevería a decir—, pero que no puede al final sino rendirse ante la evidencia de los hechos, y los hechos en el mundo en que te mueves trascienden los límites de la ciencia.
Indiana Jones y el templo maldito recuerdo que la vi en otro cine de la Gran Vía, en Madrid; podría ser el cine Avenida o el Palacio de la Música. Fui con mi padre, que le encantaba el cine, y que nos llevó a mis hermanos y a mí —también a amigos— a algunas de las películas más divertidas que recuerdo haber visto, como Tras el corazón verde, Juegos de guerra o Silverado. Mi padre tenía muy buen ojo para el cine. Desde luego, tus películas le debían de gustar mucho porque también nos llevó a mi familia y a mí a ver Indiana Jones y la última cruzada, que yo creo que está a la altura de la primera, y tal vez sea aún mejor, algo que es difícil.
Esta película, esta aventura, que tanto juego daría en mis propios juegos personales —y en los de mi hermano pequeño—, la vimos, lo recuerdo, en Benidorm durante un viaje que hicimos por el Levante español. Yo vivía dentro de mi época, con lo que los espectaculares efectos no debían de llamarme tanto la atención, pero de todos modos disfrutaba mucho con ellos. Ya era un compañero fiel tuyo, un amigo, y compraba cómics que recogían las historias de tus películas e incluso un videojuego sobre esta película de La última cruzada.
Creo que eres un héroe bastante realista; sigues siendo un héroe, pero lo eres de verdad, bien palpable y más accesible de lo normal para ser de ficción, si me lo permites decirlo. Tienes los pies de barro, y seguramente algo más que los pies. Desde luego el barro, la arena, el polvo, cubren tu cuerpo y tus ropas cuando estás involucrado en tus andanzas. También las heridas. Esto te hace aún más grande. Tienes mucho sentido del humor, una franca sonrisa; se te ve buena gente. Tu corazón es frágil y yo diría que eres enamoradizo, demasiado para tu gusto, imagino. Parece que tienes mucho éxito con las mujeres, pero también sufres con ellas.
Eres sabio, estudioso, conoces muchas lenguas y has leído muchos libros. Pero sobre todo has vivido, y sigues viviendo. Como le dices a un estudiante en la biblioteca de tu Universidad en Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal: “Si quieres ser un buen arqueólogo tienes que salir de la biblioteca”. Creo que esto vale para muchas profesiones, por ejemplo las mías, escritor, filólogo, periodista. Hay que salir de la biblioteca para, como decía Hemingway en su decálogo del escritor, “entremezclarse con la vida”. Pero también debes considerar que, en muchas profesiones, desde luego las mías, la biblioteca es esencial y que hay que utilizarla durante toda la vida. Es un tesoro y el mayor instrumento, el mejor complemento para cualquier actividad. De todos modos, en mi opinión en cada biblioteca hay un mundo, muchos mundos y muchas vidas, y en el mundo hay una biblioteca, muchas bibliotecas, que hay que saber ver, saber leer, saber utilizar y disfrutar.
Yo creo que esta película de La última cruzada fue la que más me impactó, quizá porque ya era suficientemente mayor —tenía 13 años—, y fui más consciente de ella que de otras. Pude apreciarla más y mejor.
El reino de la calavera de cristal no me llamó mucho la atención, aunque sí que me di cuenta de que estaba muy bien hecha, igual que todas las demás. Pero debo decir que la he vuelto a ver ahora y me ha gustado mucho más. He vuelto a apreciar el cuidado de su factura, el mimo con el que está preparada, documentada, estudiada, realizada. Estas películas, como en mi opinión ocurre con la trilogía nueva que hizo George Lucas de La guerra de las galaxias (episodios 1, 2 y 3), ganan con el tiempo, maduran en silencio y cada vez se presentan mejor ante nuestros ojos, por lo menos ante los míos. Son como los cuadros, que adquieren pátina con el tiempo, y esto les beneficia.
Ocurre como con los escritos: yo me he dado cuenta de que lo que escribo me gusta más cuando pasan los años, bastantes años, incluso muchos. Es como si todas estas obras se tornaran mejores cuando salen de sus propias épocas, de sus contextos, tal vez de sus propios códigos. Cuando sus autores las han olvidado y están en otros proyectos, en otros problemas. Cuando sus lectores o espectadores han olvidado la época en la que se hicieron, aunque en esa época estuvieran vivos y las conocieran entonces.
La última película no la he visto todavía, aunque te parezca mentira, con todo lo que ha pasado estos años por la pandemia y los muchos cambios que se han producido. Me he documentado un poco sobre la película y ayer mismo hablé de ella con el hispanista búlgaro Peter Mollov, que quedó conmigo en una visita suya a Madrid. Me dijo que le había gustado. Yo creo que también me gustaría mucho, porque el tema es fascinante y, como pude ver en el tráiler, los efectos también lo son, a la altura de los anteriores o todavía mejores. Y es verdad que Harrison Ford está mayor, pero nos acostumbramos pronto, al menos yo. En seguida nos parece normal que esté pegando golpes, o saltos, o restallando el látigo como siempre lo ha hecho. Como siempre lo has hecho.
Pensándolo bien, que tú envejezcas con tanta naturalidad le da mucha verosimilitud a tus aventuras, un realismo especial.
Pero no sólo eres películas, querido Indy, eres mucho más, y por lo que me he podido asomar a ello, muy bueno también. Eres cómics, eres videojuegos, eres novelas, eres otro tipo de libros. Con todo ello, lo que he podido conocer, he disfrutado mucho con la Guía visual, de James Luceno (Editorial SM), magnífica, en formato grande, con textos e imágenes de tus aventuras, o Indiana Jones: Biografía, de Pau Gómez, en Páginas de Espuma, que también me gustó mucho hace años. O el Diario perdido de Indiana Jones, que en su día me lo mandaron de la editorial que lo publicó, Oniro, y que francamente está estupendo.
Si te gusta el personaje, si te gusta Indiana Jones, estos libros son una gozada, y casi diría que cualquier cosa que se haga contigo o sobre ti, porque en general y por lo que veo, todo esto está hecho con cuidado y profesionalidad.
Debo confesar, querido Indiana, que hace muchos años —entonces yo era profesor en IE Universidad, en Segovia-—, quise hacer un libro sobre ti. Un libro parecido a mi ensayo La guerra de las galaxias, el mito renovado, pero al final no lo hice, y quizá estuvo bien así porque ya había mucho material sobre ti. Pero de aquella época me quedaron algunos libros que compré o que me dieron para documentarme, lo que leí y las veces que vi tus películas.
Ahora soy mayor, unos 16 años mayor que entonces. No sé si he perdido físicamente, pero tengo la impresión de haber ganado intelectualmente, de tener la cabeza más serena, más lúcida; como se dice ahora, mejor amueblada. Quiero decir que creo que capto más de tus películas, y la verdad es que cada vez me parecen mejores, y no sólo mejores, que es muchísimo, sino más divertidas, mejor perfiladas. En otra carta le decía a Batman hace poco que la película de 1989 de Tim Burton me daba la sensación de que había surgido sobre todo como producto comercial, pero que había quedado como obra artística, obra maestra, por cierto. Lo mismo pienso de tus películas, en general, aunque mi corazón se incline sobre todo por El arca perdida y La última cruzada.
He vuelto a ver estos días tus películas para escribir esta carta, y mientras lo hacía pensaba que tanto Spielberg como Lucas saben hacer cine como nadie, desde luego cine divertido, apasionante y espectacular, y que tú con Harrison Ford, y junto a Han Solo, encarnas para muchos el héroe moderno, un héroe de verdad, un hombre de carne y hueso que sin embargo se enfrenta a fuerzas sobrenaturales y desde luego, con gran arrojo, hace frente al mal y lo vence, arriesgando su propia vida y lo que ama.
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Posdata: Antes de enviarte esta carta he podido ver Indiana Jones y el dial del destino, y debo decir que me ha gustado mucho. Personalmente pienso que lo mejor de la película es, digamos, el primer tercio y el tercer tercio. La película empieza muy bien y en mi opinión tiene un gran desenlace, una parte última excelente. Como ha apuntado en alguna ocasión George Lucas, pronto nos acostumbramos a que Harrison Ford tenga 80 años, y sorprende la buena forma en la que se encuentra. Dicen que es la última de tus películas, pero yo no me lo acabo de creer. Mientras haya personas dispuestas a soñar, y con la necesidad de soñar, se seguirán escribiendo y filmando estos sueños, libros y películas, en mi modesta opinión.
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