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Hoy Trump ha bombardeado Siria, por la tarde, clase de natación - Zenda
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Hoy Trump ha bombardeado Siria, por la tarde, clase de natación

Hasta ahora venía publicando fragmentos de mi diario en mi página web. Desde esta semana allí sólo habrá un enlace a esta página de Zenda. Leyendo Europa, de Cristina Cerrada. Un libro intenso, seco, a la vez poético. Una frase me llama la atención y parece interpelarme: “¿Qué sentido tiene escribir cosas así? Qué sentido...

Hasta ahora venía publicando fragmentos de mi diario en mi página web. Desde esta semana allí sólo habrá un enlace a esta página de Zenda.

Leyendo Europa, de Cristina Cerrada. Un libro intenso, seco, a la vez poético. Una frase me llama la atención y parece interpelarme: “¿Qué sentido tiene escribir cosas así? Qué sentido si uno ha de seguir viviendo. Si ha de seguir viviendo todo el mundo.” Me recuerda algo que contó Marta Sanz: en una charla sobre Animales domésticos.

En la presentación de la última novela de Antonio Orejudo, Los cinco y yo. Orejudo es siempre divertido y punzante, su discurso está lleno de imágenes tan originales como significativas. Le oímos, nos reímos con él, y sin embargo siempre encuentro un fondo de tristeza en su literatura. En realidad, el humor en la literatura española es casi siempre triste porque el tema central suele ser la derrota, individual o social; así es en el Quijote, así es en buena parte de la picaresca, así es en Orejudo, en Reig… Rafael Reig utilizó, por cierto, una de las palabras más tristes de la tarde: claudicación. La claudicación de la generación a la que pertenecen; debería decir “pertenecemos”: los cuatro o cinco años que nos separan no me incluyen en la generación anterior, porque yo también soy hermano pequeño de la de quienes lucharon contra Franco. Cuando murió aquel parásito que se enquistó en el tejido político y social español yo tenía diecisiete años.

Otro asunto que me interesó en la presentación de Orejudo (hay pocas presentaciones que den tanto de sí): él dijo que su generación no había tenido el valor de rebelarse contra el padre, ni en lo literario ni en lo político, que es una generación que nunca se convirtió en sujeto de la historia; sólo fue sujeto pasivo, al contrario que la anterior y también la de los jóvenes que ahora se indignan y salen a las calles. Para él toda generación tiene el deber de matar al padre.

A lo mejor tengo un día clemente, pero yo no sería tan duro en el juicio a esta, es verdad, generación sin lustre. No pudimos matar al padre porque el padre se había muerto. Fuimos huérfanos políticos y huérfanos literarios.

Nuestros padres, los que eran adultos durante el franquismo fueron barridos del espectro político para que se instalasen nuestros hermanos mayores, que nos llevaban diez, quince, veinte años. (Y ahí siguen, todavía, aferrados a sus sillones).

"¿Me estoy volviendo grafómano? Aparte de todo lo que escribo, ahora dedico horas a este diario. Ya no sé pensar sin escribir."

Y nuestros padres literarios fueron barridos por el boom latinoamericano. Aquellos señores contra los que habríamos podido rebelarnos apenas si contaban, pero no porque hubiesen sido desplazados por los jóvenes, sino por otros señores de su edad que venían de fuera y nos entusiasmaban. Lo que hicimos fue cambiar de padres. Y uno asesina al padre que le ha impuesto el destino, no al que ha elegido.

Ahora estoy en Bilbao. Hemos grabado a Aixa de la Cruz para el documental. Pasamos un rato agradable con ella. Grabamos junto a la ría. Ella sí pertenece a esa generación dispuesta a matar al padre, y empieza por asesinar el género favorito de los padres: la novela. Ya hablaremos de ello.

Me entrevista en Radio Euskadi Félix Linares. Es un hombre al que nunca he tratado en privado pero por el que siento afecto. Empezó a entrevistarme, él ni lo sabrá, en 1998, con China para hipocondríacos. Y desde entonces me ha hecho un hueco en su programa cada vez que he venido a Bilbao a presentar una novela.

Esta vez no presento aquí la última. Lo haré, quizá, durante la feria del libro.

¿Me estoy volviendo grafómano? Aparte de todo lo que escribo, ahora dedico horas a este diario. Ya no sé pensar sin escribir. Hoy Aixa de la Cruz ha dicho algo que me gustado mucho (por desgracia, lo ha dicho cuando ya no estábamos grabándola con la cámara): “escribimos para liberarnos de nuestras obsesiones”. Pasas años obsesionado con un tema, entonces te pones a escribir, pongamos, una novela, o dos si es necesario, sobre el tema, y poco a poco se desplaza al segundo plano, lo vas olvidando. Y entonces descubres tu nueva obsesión. Supongo que un diario es una forma de evitar que las obsesiones crezcan.

"Habría que escribir un ensayo, al menos un largo artículo, y no tengo suficiente información para hablar de la mayoría de los horrores que le suceden al mundo, que siempre están sucediéndole."

La famosa frase del diario de Kafka: “Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, clase de natación”. También en mis diarios la política (que no es más que la manifestación cotidiana y algo insufrible de la Historia) aparece al margen, como si los pequeños actos que componen mis días fuesen más importantes que la elección de Trump, los bombardeos en Siria o la crisis, permanente, de los inmigrantes. Pero si rara vez hablo de esas cosas no es por frivolidad o desinterés. Es sólo que hay asuntos que necesitan espacio y tiempo, amplitud para opinar (y no opinar por titulares), y conocimiento. Casi nunca entro al trapo en las discusiones políticas en Facebook porque allí sólo cabe el exabrupto, la frase supuestamente ingeniosa, el resumen burdo. Y además, hablar sobre temas así exige una profundidad que quizá no lograría alcanzar. Habría que escribir un ensayo, al menos un largo artículo, y no tengo suficiente información para hablar de la mayoría de los horrores que le suceden al mundo, que siempre están sucediéndole. Porque la Historia es eso que sucede mientras voy a nadar o mientras cambio de canal o mientras hago deporte. Toda vida es banal si la comparamos con lo que la rodea.

Hoy ha muerto Carme Chacón, a los cuarenta y seis años. La traté sólo cuando me presentó en la Feria del Libro de Miami. A pesar de todas las diferencias ideológicas, de las que hablamos durante la presentación, me resultó simpática. Qué pena no saber las presiones que recibió para que no fuese candidata en su momento, los tejemanejes que hubo para que Rubalcaba ganase en la siguiente ocasión. No sabremos los pactos y las deudas secretas que se adquirieron entonces y que quizá todavía se están pagando durante las batallas internas que se libran hoy. Cuando los implicados escriban sus memorias ocultarán buena parte de lo que sucedió. Si la memoria es siempre un asesinato, las memorias publicadas son una masacre.

E. se ha ido a Santurce y yo acabo de volverme a Madrid. Mañana salgo hacia Alemania para visitar a R. Aunque me apetece ver a R. y a mi hija, me cuesta separarme de E. Siempre me cuesta. Ese miedo absurdo a no volverla a ver. Hipocondría amorosa.

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José Ovejero

Buena parte de mi vida adulta la he pasado en el extranjero. Ahora vivo en Madrid. Mi primera publicación fue un libro de poemas narrativos sobre Henry Morton Stanley. Luego vienen un ensayo sobre Bruselas, un libro de cuentos y una novela. Esas cuatro publicaciones marcan lo que va a ser un rasgo de mi trabajo: la exploración de los distintos géneros. Mis libros han recibido diversos premios, y quizá los mejores años en este sentido hayan sido el 2012 y el 2013. Mi ensayo La ética de la crueldad obtuvo en esos años el Premio Anagrama, el Premio Bento Spinoza y el premio Estado Crítico. Y mi novela La invención del amor recibió en 2013 el Premio Alfaguara. Mi última novela, por ahora, es La seducción. joseovejero.com

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