Resulta que estoy jodida. JODIDA. Y la culpa es de usted porque si no empiezo el artículo con algo polémico punch no lo lee ni mi tía Margarita. Estoy jodida, decía, porque estuve leyendo a Augusto Comte (un cantante de pop maravilloso, búsquelo en google) y no va que el tipo, para jodernos la vida y no para otra cosa, recomienda altruismo para todas y todos: el otro por encima de una; haz bien sin mirar a quien. Y con esto de que la gente sale ahora todos los miércoles a blandir sus cacerolas en pos del beneficio común me agarró la culpa, claro, que soy humana (además de mujer, ergo, víctima). La cuestión es que se me dio por reflexionar cuán egoísta fui hasta ahora pensando solamente en mi bolsillo, en mi trabajo, en mi subsidio de teatro y a los demás que los pise un rayo. No, me dije, así no va más la cosa, que para que el mundo funcione hay que poner la simpatía social por sobre el instinto del propio interés. ¡Simpatía, señora!
Por suerte soy de reacción más que rápida así que, si bien no agarré la cacerola porque me da cosita abollar la Essen, y tampoco me gusta andar perdiéndome el Gran Hermano que es justo en el horario del caceroleo, hice algo mucho mejor: me metí en Face. Más que emocionada me metí, ojo. Cambié mi foto de perfil. Puse una de la madre Teresa con el pañuelo verde y qué sé yo. ¿O el que quedaba bien era el azulito? Ay. No sé. Dependerá de los valores de cada uno, ¿no? Bueno, después veo de tirar la moneda y listo. ¡Lo mismo hermosa me quedó la foto! Porque, de ahora en adelante, oficialmente dejo de lado el egoísmo ranfañoso para dedicar mi valioso y organizado tiempo a megustear por facebook cuestiones Altruistas. (Todos de pie).
Me sumaré al bien común haciendo home-altruismo, total es lo mismo, ¿no? Megustearé a diario cuestiones benéficas tales como el tironcito en el muslo de Di María, la trapisonda esta de los niños que se mueren de hambre en lugares recónditos y/o alguna otra injusticia del mundo actual (en el que se gastan millones, por ejemplo, para organizar un mundial mientras otros millones no tienen agua potable y este pantagruélico gasto para que todos estemos contentos salvo los que tienen sed, claro). ¡Ah! Opinaré también con signos de exclamación si es necesario, y con mayúsculas y en negrita, inclusive. Esto último sólo cuando lo amerite un niñito desnutrido mugroso norteño y/o algún asunto de discriminación a desviaditos transexuales. También publicaré fotos horrendas de los inundados que viven al lado del riachuelo, que no entiendo yo cómo pueden vivir así esas gentes, o incluso de alguna raquítica vieja de esas que ni tienen ni para comer pero siguen vivas y, tras cartón, necesitan la medicación urgente. Ojo, haré todo esto para que otros los ayuden, porque yo no tengo tiempo, lo invierto claro está, y no creo que necesite explicación, en publicar las fotos de la gente inundada pobrecita hasta el cogote y en megustear desocupados de la Conicete. ¡Ya se lo dije! ¿Es que no pone atención cuando le hablo? ¡Megustearé dos publicaciones menos por andar explicándole de más a usted!
Así que, volviendo al tema, no más egoísmo ombligo del mundo para mi. Primero ustedes, última yo. Es más, le juro que si no me diera flaca* en lugar del Face-altruismo haría algo mejor aún: escribiría en pos de mejorar el mundo un libro importante y serio sobre el hambre en el planeta, sobre los poderosos psicópatas que nada comparten y nos dominan a sus anchas a través de los medios de comunicación. Si tuviera voluntad le juro que estudiaría algo de El rincón del vago* para abocarme a ese ejemplar sin parangón con detalladas estadísticas tremebundas que comprobarían (una vez mas) que el poder imbeciliza, enferma, nos hace dependientes y de todo esto aún no se entiende bien el porqué (porque tal vez ignore usted que la mayoría de los poderosos intocables que viven allá en la cúpula no son felices).
Hace siglos que escrachamos a los políticos corruptos (con y sin cacerola) y no pasa nada. ¿No sería mas interesante correrlos a besos cazadores? ¿O intentar desmenuzar sus seseras para averiguar el porqué del intrigante fenómeno? Y más interesante aún sería desmenuzarnos y averiguar por qué siendo nosotros unos cuantos millones más que los poderosos de turno, aceptamos que nos manejen a diestra y siniestra estallando como mucho cuando nos tocan el trasero individual (como ahora en Argentina). Yo me lo pregunto y no sé qué responderme, mire. Seguramente alguien que ha leído, no como yo que escribo de caradura, tenga información al respecto, le ruego que me la pase. Y ahora los dejo. Voy rajando a ver cuantos megusta he logrado con mi foto de la vieja de Villa Soldati que no se puede operar la catarata porque no hay insumos porque hace décadas nos vienen saqueando pero yo no lo veía sino hasta que tocaron el trabajo ñoqui/estatal de mi marido. ¡La patria no se vende! (Pero la dignidad sí).
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