La ganadora del concurso de poesía #concursodepoesía, organizado por Zenda y patrocinado por Iberdrola, es María Fernanda Valdez, premiada con 1.000 euros. Los dos finalistas del certamen, en el que han participado casi 6.000 poemas, son Santiago Sastre Ariza y Giulia Mazzoni, que recibirán por su parte 500 euros cada uno. El jurado ha valorado la calidad literaria y la originalidad de los textos presentados.
El jurado de esta edición ha estado formado por Ana Merino, Juan Gómez-Jurado, Espido Freire, Raquel Lanseros y Miguel Munárriz.
A continuación reproducimos los tres poemas premiados. En este enlace puedes consultar las bases del premio. Gracias a todos por participar.
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GANADORA
Título: Tacto
Autor: María Fernanda Valdez
Habrá que hundir los dedos,
sortear la carne,
el músculo,
lo óseo;
escarbar profundo
hasta alcanzar el alma
donde sea que habite,
y apretar,
estrujar,
arañarla toda,
exprimir con dolor
hasta secarla.
Todo un concierto de ademanes inútiles
cuando se trata
de olvidarte.
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FINALISTAS
Título: El mundo está más quieto los domingos (Homenaje a Fabio Morábito)
Autor: Santiago Sastre Ariza
El domingo es el mejor día para hacer mapas
Las montañas no se ponen de puntillas.
Los golfos descansan
de la fiesta del sábado.
Los ríos se dejan llevar por su corriente.
Las líneas y las curvas
relajan sus puntos
y se calcula con precisión
la extensión de una provincia.
Las llanuras toman el sol
en las mesetas.
Los cabos no sacan más los puños.
El mar vocaliza y se entiende
lo que habla con los acantilados.
Todo se ajusta a sus propias dimensiones,
acepta con agrado sus coordenadas
de longitud y latitud.
Y esto tienen que aprovecharlo
los geógrafos.
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Título: La belleza de lo raro
Autor: Giulia Mazzoni
Sentirse cómoda en lo incómodo,
admirar la belleza de lo raro,
no ver más que el propio reflejo sesgado en un espejo
roto.
Flotar ajena.
Andar sola
y de repente
el destello efímero de una multitud que avanza
hacia lo íntimo, el caos. La aceptación del caos.
La armonía del caos.
Mi mirada perdida y anhelante en la ciudad
a la vez vacía y llena
de almas,
de gente
rebusca -huidiza- un corazón sensible
al que agarrarse con miedo
a herirlo, pero
sangro.
Necesito
unos ojos que me sujeten.
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