Štefan Strážay es un poeta nacido en Igram, Eslovaquia, en 1940. Desde su primer libro, A las cosas en la mesa (1966), hasta Interior (1992), pasando por obras fundamentales de la poesía centroeuropea reciente como Ajenjo (1979) o Malinovského 96 (1985), su poesía, en la que palabras y silencio pesan por igual, busca el sentido de la vida en las cosas cotidianas para alcanzar la trascendencia de la levedad. Presentamos una selección poemas extraída de Una vida corriente, pequeña antología de su obra publicada en la colección ¡arre! de Arrebato libros con traducción de Patricia Gonzalo de Jesús.
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UN MUNDO CAMBIANTE
El mundo cambia, se destiñe.
Se agria. Por la noche hay cada vez menos oscuridad,
en invierno menos nieve. Cada dos por tres
es domingo por la tarde. Los tranvías
siempre a reventar. Imposible cruzar la calle.
Perennes los mismos tés y bombones
en los escaparates. Veranos cortos. En las piscinas
agua sucia. El tiempo pasa:
primavera, verano, etcétera. Asombro
y estupefacción ante todo, pero después
un hallazgo tranquilizador: el mundo, ése permanece
idéntico, sólo soy yo
el que cambia
de esta manera.
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UNA VIDA CORRIENTE
Sueño que me levanto,
me lavo, bebo té, de mil maneras
miro a mi mujer:
se levanta, se lava, me mira
de mil maneras,
sueño que salgo de casa,
espero el autobús, mi mujer
sale detrás de mí, de la mano
lleva un crío;
sueño que oscurece,
el crío duerme, mi mujer se desnuda,
me quedo dormido con la luz encendida, sueño
que sueño:
bebo té,
me lavo.
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DEL CAMINO AL TRABAJO
Una chica sentada en el autobús lee.
No se trata de uno de mis libros,
pero el mero hecho
de que lo tenga en sus delgadas manos,
de que se incline sobre él
con un perfil nítido,
de que sus cabellos castaños caigan
sobre sus ojos…,
el hecho inesperado de que esto sea
perfectamente posible, basta
para que me dé cuenta:
los míos tenía que haberlos escrito
de otra manera.
***
EXTRAÑOS
Los malos ratos de verdad los pasas
con tus seres queridos.
Y te hacen mal todos
los que te quieren.
Menos mal que existen los extraños:
en los trenes, en las salas de espera,
las mujeres de las oficinas de correos,
de los autoservicios, de las bibliotecas,
de los pisos
prestados.
***
APEARSE
Te apeas del autobús.
Un par de pasos sobre el asfalto,
ni siquiera un par de pasos,
aún en la escalerilla,
carteles, la luz de julio,
un parque errático,
bares, paradas,
ni siquiera en la escalerilla,
aún en el autobús, las puertas
abriéndose, sabes
que deseabas viajar,
pero no llegar.
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