¿Por qué disfrutamos con las historias de terror?

“El terror o miedo muy intenso fue un mecanismo que, en los más de dos millones de años de evolución del género Homo, facilitó su capacidad adaptativa. Solo que ese miedo no estaba provocado por monstruos míticos o imaginarios, sino por las fieras depredadoras o los guerreros feroces de tribus enemigas que amenazaban la supervivencia de nuestros ancestros”.

Por eso todas las culturas a lo largo de la historia han tenido sus propios relatos de terror. Monstruos que representan el mal existen en todas las tradiciones y religiones del mundo. Es una manera insistente de mantenernos alertas. Desde que vivimos en sociedad, el horror cumple una labor fundamental: nos muestra las amenazas y nos enseña dónde está el límite que separa el Bien del Mal. Y esto deja claro no solo que nunca vayan a faltar historias de terror, sino que además son necesarias. Por si fuera poco, la criminología es deudora de los autores góticos que, con sus obras de terror, “ayudaron a forjar la figura del psicópata criminal y el asesino en serie e influyeron en el desarrollo de los estudios científicos de la psicopatía, incluso en la práctica de la investigación criminal”. Casi nada.

He aquí la necesidad y utilidad de que tengamos a Drácula entre nuestros monstruos, al Dr. Jekyll y Mr. Hyde, a Dorian Gray, al hombre lobo o a la criatura a la que dio vida Frankenstein. Esto explica que nuestro gusto por las historias de terror no responde solo al morbo (que también) sino porque el terror despierta nuestro más profundo instinto de supervivencia y “tal es el poder de su fascinación perenne: porque activa la emoción del miedo en un contexto de seguridad, lo que nos emociona de forma placentera”.

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Autores: Vicente Garrido y Virgilio Latorre. Título: El monstruo y el asesino en serie. Editorial: Ariel. Venta: Todostuslibros.