La Filosofía como rito de renacimiento, traducción en lengua española de una obra de imprescindible lectura para los interesados en la filosofía stricto sensu, se ocupa de dos temáticas complementarias. En primer lugar, considera con rigor minucioso la relación estructural de la philosophia pitagórica, platónica y neoplatónica con los saberes metafísicos del país de las Dos Tierras. En segundo lugar, consecuentemente, aunque en el texto ambas temáticas estén sabiamente entreveradas, da cuenta de la forma egipcia de la vida filosófica contenida en su religión y sus mitos: dioses, templos y ritos. Recordar que esta sabiduría fue alumbrada milenios antes que Grecia tomase conocimiento de su problemática en el ámbito discursivo. Plutarco, como bien señala el autor, creía en una unidad esencial entre la religión egipcia y la helénica. En ambos casos nos encontramos con un “volverse hacia los dioses”.
Algis Uždavinys (1962-2010) fue un erudito y académico lituano, especializado en el estudio comparativo de las filosofías egipcia, griega y de Oriente Medio y autor de una extensa obra vinculada a la escuela tradicionalista, cuyo objeto principal son los símbolos metafísicos y la Teurgia. El mundo como armoniosa escenificación de los poderes divinos y la filosofía como exigencia de transformación interior para mejor aproximarse al Uno.
La filosofía occidental durante los siglos XVIII y XIX hizo todo lo posible para remplazar el mito por la razón permitiendo la emergencia, durante el siglo XX y su prolongación: nuestro tiempo de marcada descomposición e injusticia (isfet para los egipcios), de una actitud peculiar que autocalificándose de postfilosófica rechaza cualquier forma de teoría universal. Lo que el autor acertadamente denomina “la abominación postmoderna”. El gusano conquistador trata inútilmente de conculcar el fondo numinoso transformador, encerrando al hombre en una multiplicidad que da formato a una inmanencia cuantitativa y letal. Un egipcio de aquellos tiempos lejanos diría que Apep, la oscura serpiente exterior, trata de hacer volcar la barca de Ra interrumpiendo con ello el curso del Sol.
La creación es un luminoso acto hierático de articulación y por esto la cultura humana y el riguroso aprendizaje discursivo no pueden ser suficientes. La belleza de algo es signo de su unidad interna, y Dios es tan filósofo como profeta. La diosa, llena de Gracia, trazaba con su influencia el camino diario de orfebres, artistas, sanadores, cantantes, sacerdotes y magos. Porque los misterios de la rearticulación del cuerpo desmembrado de Osiris constituyen el Templo del hombre.
Y es que una inteligencia privada de toda verdad vive contra sí misma. Porque, como señala Uždavinys, marcando distancia con la Modernidad y los sistemas actuales predominantes de clasificación y presentación de la “realidad”: toda filosofía antigua era una praxis perenne devotamente armonizada con ciertos patrones arquetípicos y con el curso de unos ejercicios espirituales bien establecidos. La certeza en la existencia de los dioses, para el que busca y encuentra, no puede ser otra cosa que abrumadora, precisando además que la pluralidad de estos no afecta a la unicidad de Dios. Dicho de otra manera: el quehacer filosófico se constituye en rito hermenéutico, entrañando la correcta restauración de la propia mente individual, para mejor augurar la reunión final con los principios divinos.
Tanto Herakles con sus trabajos, significados emblemas de la ascensión filosófica, como el regreso a Ítaca de Odiseo se interpretan a la luz de la sabiduría del país del Nilo. La vuelta a casa de este último es entendida como tránsito iniciático, asimilándose al Libro de los Muertos. Del phantasma homérico al alma inmortal de Platón. Con este último el alma deviene en cada uno de nosotros aquello que cada uno es. Participamos de las formas espirituales a través del alma. La transformación iniciática se da a través de las máscaras divinas y todo ello se hace posible por el poder elevador que opera en los dramas mitológicos y en la liturgia.
El libro se compone de siete partes. Algunas de ellas fueron escritas como ensayos independientes. Destacamos la sexta consagrada a la animación de estatuas en las antiguas civilizaciones y el neoplatonismo. Tiene un especial interés por darnos a conocer de modo detallado las prácticas cúlticas egipcias y su sentido metafísico. Para los egipcios hacer una escultura significaba tanto vivificar como revivir. El misterio de la realización espiritual y la inmortalización, basadas en un patrón polisémico, se encarnan en un despliegue de gestos y manipulaciones rituales. La similitud de los ritos neoplatónicos y egipcios de animación de imágenes, que se elaboraban con motivos de protección o para predecir desastres, se basan en gran medida en el quid esotérico de la “estatua interior”. Toda metafísica cúltica resume una cosmogonía. El Templo es el Cosmos. Como señalaba Plotino: nuestro interés no es estar libres de pecado, sino ser dioses. Partícipes por ello de la acción demiúrgica y del cuidado del mundo.
No puede faltar, y de ello se ocupa el séptimo y último capitulo (hago resaltar antes de continuar que esta reseña es meramente esquemática y en modo alguno sintetiza todos los numerosos temas tratados), lo que los egiptólogos convencionales han calificado como “concepciones egipcias de la vida de ultratumba”. Los egipcios concebían la tumba como un santuario: la momia en la cámara sepulcral equivale a la estatua del culto en el templo. En Egipto, recalca el autor, era contemplada como santuario en cuyo sarcófago yace el principal símbolo de Osiris que, como Dionisos, fue desmembrado por fuerzas hostiles. La tumba, pues, ha de ser concebida como umbral de luz. La luz es lo más próximo a la inmaterialidad y a las entidades puramente noéticas.
El amor por la sabiduría es un auténtico arte de amar. Sin él la conducción del alma a las regiones más elevadas no sería posible. Toda filosofía auténtica contiene una dimensión teúrgica oculta, una baraka transformadora. La intuición no discursiva prepara al alma para la unión con el Intelecto Divino. El cuerpo es un recipiente para la presencia divina, el hogar del ba (principio espiritual representado por un pájaro), no una realidad maligna. La filosofía es una preparación para la muerte y la tumba una escuela de sabiduría. Pero hay diferentes formas de morir y diferentes grados de muerte (F. Schuon).
La emergencia de un racionalismo secular y estéril de corte humanista posibilitado en gran medida, aunque no sólo, por la Reforma protestante, hostil a toda forma de liturgia digna de ese nombre y el tácito rechazo a distinguir entre experiencia y Revelación, produjo un desvanecimiento de lo sobrenatural en los hombres y los pueblos afectados por esta forma de desorden. Como señala Uždavinys, y con ello termino:
Equiparar el “asombro”, a partir del cual se inició la filosofía, con la ignorancia y la confusión que aparecen cuando la visión mítica del mundo es radicalmente cuestionada implica haber fracasado por completo al intentar entender el mito y su poder simbólico y transformador.
Las entidades noéticas no son entidades financieras, ni Inteligencias Artificiales, más bien todo lo contrario.
El halcón es querido por el Sol porque toda naturaleza consiste en sangre y espíritu. Jámblico.
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Autor: Algis Uždavinys. Título: La filosofía como rito de renacimiento. Traducción: José Manuel Espadas. Editorial: Atalanta. Venta: Todostuslibros.
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