Antes de adentrarme en su contenido, tengo que decir que el título inusual de este libro, sumado a la sonoridad indígena del apellido materno del autor y a la imagen antigua de una niña con pose de actriz de época (que entendí más adelante que era real y no una fotografía de archivo), generó en mí una curiosidad adicional por iniciar su lectura.
Para esto acude, con una destreza inesperada para tratarse de una opera prima, a diferentes géneros literarios: flujo de conciencia, relatos, auto ficción, biografía, poesía, crónica fotográfica y diálogos imaginados, con los que construye la historia fraccionada de la vida de la protagonista, que termina por convertirse en un personaje realmente entrañable y único.
Como nos lo cuenta el prólogo titulado ¿Qué hacer cuando tu única lectora deja de existir?, todo comienza cuando el autor vivía en San Francisco y su madre enfermó en Bogotá. Decide entonces viajar una semana al mes para acompañarla, frecuencia que logra mantener durante los dos últimos años de vida de ella. En uno de su primeros viajes tiene la idea de compartirle los relatos que escribe entre aeropuertos, y entonces nota con sorpresa cómo, a través de estas lecturas, ella se aleja de la gris cotidianidad de la enfermedad y su espíritu rejuvenece. A partir de ese momento el hijo se empeña, como si se tratara de una Sherezade contemporánea, en no parar de escribir y leerle historias a su madre. Nunca sabremos si este artilugio —como él mismo lo llama— logró regalarle algunos meses más de vida, pero lo que sí sabemos es que estas historias, entrelazadas a los diálogos íntimos con la madre ausente, y a las demás herramientas literarias en las que el autor se apoya, crean la sobrecogedora sensación de que la Odiosita ha vuelto a la vida.
En este libro nos encontramos con la musicalidad de una prosa poderosa y adictiva, representada, por un lado, por la voz del hijo (que en este caso es la del mismo autor), que sirve de hilo conductor de toda la historia, pero también por una amalgama de voces que nos narran los doce relatos que van entrelazados con la historia principal. Y finalmente, la propia voz de la Odiosita, que se mueve con desparpajo entre el dolor por el deterioro de su cuerpo, de la enfermedad y de una muerte que se aproxima, y un humor afiladísimo y por momentos irónico, que usa a manera de bálsamo en oportunas y poderosas dosis homeopáticas.
Decía Roman Gary, en La promesa del alba, que “en el amor de tu madre la vida te hace una promesa que nunca mantendrá. Has conocido algo de lo que nunca volverás a conocer. Pasarás hambre hasta el final de tus días”. Y es así como Quintero Tocancipá escribe La Odiosita; con el hambre insaciable de mantenerla presente un tiempo más, utilizando historias y leyendas que nunca terminamos por saber si son realidad o ficción, algo que no nos importa, porque pronto entendemos que contienen la suficiente verdad para remover la nuestra.
La lectura de La Odiosita lleva a reflexionar sobre el duelo; sobre las conversaciones con nuestros ausentes que debieron haberse dado pero que nunca sucedieron; sobre el significado de ser madre, pero también hijo; sobre los mitos de la maternidad y la paternidad, todo lo cual va conectando sutil pero profundamente con el lector, que ve como el hijo es capaz de prolongar la vida de su madre a través de la literatura y de transformar su duelo en un último y definitivo acto de amor.
Y termino con los contraintuitivos y poderosos versos de la poeta chilena Stella Díaz Varín, con los que Quintero Tocancipá precede la historia de La Odiosita para anticiparnos su intención: “No quiero que mis muertos descansen en paz. Tienen la obligación de estar presentes”.
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Autor: Andrés Q. Tocancipá. Título: La Odiosita. Editorial: La Discreta. Venta: Todos tus libros, Amazon y Casa del Libro.
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