En diciembre de 2014 se publicó el volumen The Top of the Volcano, volumen que engloba las historias más representativas del estadounidense Harlan Ellison, véase No tengo boca y debo gritar, Croatoan, o Jeffty tiene cinco años. Estos títulos transmiten un porcentaje de la mente que está detrás de ellos. Y si tenemos presentes las palabras del periodista Jeet Heer, se puede decir que «Ellison era un escritor y una presencia pública volcánica: ruidoso, furioso, escupiendo fuego, a veces peligroso, siempre imposible de ignorar. Era una figura polémica que generaba acaloradas discusiones allá donde iba, pero a fuerza de energía y pasión ayudó a cambiar la ficción especulativa estadounidense; transformó los géneros desde su coloración pulp de principios del siglo XX a campos de gran ambición literaria».
Posiblemente la descripción más cercana a la figura de Ellison la proporciona George R. R. Martin: «Los escritores de la Edad de Oro querían impresionar a John W. Campbell; los escritores de mi juventud querían impresionar a Harlan. Era un héroe para nosotros. […] No hay duda de que Harlan Ellison podía ser un hombre difícil. No aceptaba a los tontos de buen grado y se ofendía rápidamente ante cualquier desaire, real o percibido. La mayoría de la gente, al pasar por la vida, se gana un enemigo o dos en el camino… especialmente la gente que nunca aprendió a bajar la voz y a agachar la cabeza, lo que nunca fue Harlan. […] Era un luchador, y los luchadores siempre tienen enemigos. Luchó contra la censura con las antologías Visiones peligrosas. Luchó por la igualdad racial, marchando con King en Selma. Luchó por los derechos de la mujer. Luchó contra los editores, defendiendo el derecho de los escritores a controlar su propio material y a recibir una compensación justa por ello. ¿Cometió errores? Claro que sí. ¿Se equivocó de vez en cuando? Sin duda. ¿Quién no lo hace? ¿Era ruidoso, obstinado, a veces odioso? Oh, todo eso… pero también era amable, cariñoso y generoso, y un implacable defensor de la excelencia, la libertad de expresión y la igualdad de derechos. Nadie pasa por esta vida sin un tropiezo. La pregunta no es «¿era perfecto en todos los sentidos?», sino «¿hizo más daño o bien?». Harlan Ellison no era un paladín perfecto, pero dejó al mundo… y a nuestro género… un lugar mejor, más rico y más justo de lo que lo encontró, en medio centenar de formas… y por eso se está viendo tal efusión de afecto por este gigante temperamental, agotador, implacable, rabioso, amoroso y rugiente que vivió entre nosotros durante un tiempo» [1].
Así pues, démosle comienzo a esta crónica.
Harlan Jay Ellison nació el 27 de mayo de 1934 en Cleveland (Ohio), siendo el hijo menor de Serita y Louis Ellison, un dentista que en su juventud había trabajado en barcos fluviales y espectáculos de juglaría, en cuya clientela se contaba con varios gánsteres locales. Después de asumir la responsabilidad de un amigo que fue sorprendido por contrabando de licor en la frontera canadiense, Louis cumplió condena en prisión. Al salir de la cárcel no volvió a ejercer como dentista, pero sí como vendedor en una joyería que era propiedad de sus suegros, en Painesville. Por ello, toda la familia se desplazó a dicha localidad de Ohio, siendo la única familia judía de la zona, hecho que, según Harlan Ellison, lo calificaba como «el mono verde» de la zona. Básicamente, un marginado. Los prejuicios prosperaban en su barrio, donde sufrió un maltrato constante por el resto de los niños. Pese a ello, Ellison se sumergía en las maravillas de la literatura. Era un ávido lector de cómics, de William March, Ernest Hemingway o del filósofo Immanuel Kant. Incluso llegó a clamar que había leído casi todas las narraciones de Poe a los nueve años. También leyó Toby Tyler, o Diez semanas con un circo, una novela infantil de James Otis Kaler, hecho que le aventuró a la decisión que tomó con tan sólo trece años: escaparse de su casa para unirse a una feria ambulante que llevaba a cabo giras por el Medio Oeste. Fue aquí donde Ellison desempeñó múltiples trabajos, ya fuera de montador de tiendas, cuidador de animales o responsable de arreglar tenderetes… Finalmente, cuando la feria quebró en Kansas City, Ellison fue localizado por detectives Pinkerton contratados por sus padres para que le trajeran de nuevo a Painesville. Pero esto fue tan solo el principio de las escapadas de Harlan Ellison, pues seis meses después se marchó de casa para trabajar como maderero en una empresa de Matawatchan, en Ontario, Canadá. Con esto se inicia la lista de los singulares trabajos y oficios que desempeñó en su juventud Ellison: desde cosechero itinerante por el sur hacia Nueva Orleans, pasando por conductor de un camión de dinamita en Carolina del Norte y pescador de atunes en la costa de Galveston, hasta litógrafo o guardaespaldas.
Con la muerte de su padre en mayo de 1949, su familia tuvo que trasladarse a Cleveland, viviendo en una habitación de hotel. Fue en este momento donde Ellison obtuvo un trabajo como librero, lo que le acercó, aún más, a la subcultura de la ciencia ficción. Sería un año más tarde cuando ayudó a fundar la Cleveland Science Fiction Society y comenzó a publicar el boletín del club (Science-Fantasy Bulletin), que finalmente se convirtió en su fanzine personal (Dimensions), a través del cual fue sumergiéndose en el fandom de la época. Así fue como, ya entrados los años cincuenta, Ellison asistió a la XI Convención Mundial de Ciencia Ficción, celebrada en Filadelfia en 1953, donde llegó con una reputación controvertida por sus comentarios en Dimensions, hecho que concluyó en revueltas en los pasillos del hotel Bellevue-Stratford, donde tuvo que pelearse con varios fanáticos ofendidos [2].
Paralelo a esto, Ellison quería aprender lo suficiente para poder lograr entender el arte de escribir y así dedicarse a éste. Así fue como, en septiembre de ese año, ingresó en la Universidad Estatal de Ohio, pero lo dejó a mitad de su segundo año, tras una relación tensa con un profesor de escritura creativa, el cual criticaba duramente el trabajo literario de Ellison [3]. Finalmente, estaba convencido de que, para escribir de una forma verdaderamente profesional, tenía que vivir en el núcleo de todo. Así fue como, en abril de 1955, se trasladó a Nueva York, con muy poco dinero y sin alojamiento. Tras conseguir un piso en un edificio cercano a la Universidad de Columbia, Ellison empezó a escribir una gran suma de historias, de forma paralela a ciertos oficios que realizaba para mantener su nivel de vida, véase basurero en Manhattan o vendedor de libros pornográficos en Times Square. Mientras tanto, arrancó la venta de sus primeros relatos, siendo uno de ellos «Glowworm», publicado en febrero de 1956 en Infinity Science Fiction (bajo la edición de Larry Shaw), por el que le pagaron 40 dólares [4]. En ese mismo año, Ellison fue invitado a participar en el Milford Writer’s Workshop, un taller residencial donde se analizaba, criticaba y enseñaba a escribir ficción especulativa. Pese a que Ellison se sentía un privilegiado de poder transmitir y divulgar sus conocimientos sobre la materia de escribir, llegó a sentirse un extraño entre aquellos escritores que tanto admiraba. No volvería a Milford hasta dentro de casi una década, y de una forma muy diferente. Fue en ese mismo año de 1956 cuando se casaría con Charlotte Stein, de la que se llegaría a divorciar en 1960.
A su vez, se interesó bastante por el mundo de las bandas callejeras, por lo que se unió de incógnito a una de ellas (Los Barones) en la zona de Red Hook, en Brooklyn, llegando a actuar como consejero de guerra durante diez semanas. Poco después fue reclutado por el ejército, donde terminó su novela de la vida de las bandas callejeras, Rumble (1958). Sirvió en el ejército desde 1957 hasta 1959. Declaró en múltiples ocasiones que había recibido formación básica de ranger en Fort Benning, pero nunca afirmó que se hubiera convertido en un ranger. No es de extrañar que Ellison no estuviera de acuerdo con la vida militar, y que tras dejar el ejército volviera a escribir. Tras esto, Ellison se trasladó a Chicago, donde se puso a dirigir la revista masculina Rogue, fundada por William Hamling, al que llegaría a ayudar en la creación del sello editorial Regency Books en 1960. Dentro de esta casa editorial, Ellison se encargó de publicar algunas obras de escritores de género fantástico, véase el caso de Robert Sheckley o Robert Bloch [5], sin olvidarse de sí mismo, ya que Regency Books fue la responsable de lanzar al mercado su antología Gentleman Junkie and Other Stories y sus memorias Memos From Purgatory en 1961. En este último volumen, Ellison narra sus experiencias durante su ingreso en Los Barones, sus peripecias con otras bandas e, incluso, el altercado que tuvo con la banda de los Puerto Rican Flyers, en Prospect Park, donde resultó herido tras una pelea con navajas. Todo ello sin olvidar su arresto por violar la Ley Sullivan neoyorquina, que prohíbe la posesión ilegal de armas, pasando la noche en la famosa cárcel municipal de Nueva York: The Tombs. Pese a esto, su carrera profesional daría un giro radical gracias a una reseña favorable de Gentleman Junkie and Other Stories en Esquire, de la mano de la columnista Dorothy Parker. En dicha crítica, Parker describía a Ellison como un escritor honesto, el cual expone claramente sus vivencias sin ningún tipo de sensacionalismo, reflejando la cruda realidad que mora fuera de nuestros hogares y cómodas viviendas.
Posteriormente, en 1962, se desplazó a Los Ángeles (gracias a un adelanto que le entregó el editor Gerry Gross en 1961, tras la compra de una colección de cuentos, Ellison Wonderland), donde comenzó a vender guiones para la televisión y el cine [6], participando en series televisivas como The Alfred Hitchcock Hour, Route 66 o The Outer Limits. Para el año 1965, se había convertido en un escritor de Hollywood, asistiendo a eventos y reuniones con las estrellas del momento, llegando incluso a realizar el guion de una película basada en una novela de Richard Sale: The Oscar. Tras su participación en la histórica marcha de 1965 de Selma a Montgomery, Ellison había escrito una serie de relatos notables sobre temas de derechos civiles; ahora atacaba esos temas de frente, sin la mediación de la ficción. También estaba desarrollando un creciente interés por la crítica; como resultado de una extraña apuesta con Aaron Spelling sobre si Ellison podría entrar en un club nocturno de élite, conoció al editor de la revista Cinema y aceptó escribir críticas de películas a cambio de un pase para el club.
Incluso, el encuentro más famoso de Ellison, y documentado posteriormente en un artículo de Gay Talese para la revista Esquire, fue un breve enfrentamiento con Frank Sinatra en un club de Beverly Hills a finales de 1965. Ellison llevaba un par de pantalones de pana marrones, un jersey Shetland de color verde, una chaqueta de ante marrón y unas botas de guardabosques que había pagado recientemente. En otras palabras, era la personificación de la frescura juvenil de Hollywood de aquella época, y Sinatra, acercándose a los cincuenta años y sintiéndose irritado por un resfriado, se acercó primero a Ellison para preguntarle por las botas. Luego se quejó del modo general de vestir de Ellison y, finalmente, al enterarse de que Ellison había escrito El Oscar, comenzó a criticarle. A pesar de las súplicas de sus propios compañeros y de Sinatra, Ellison no se echó atrás, y la historia de esta breve escena pronto circuló por todo el club. Fue también en ese año en el que Ellison decidió retornar al Milford Writer’s Workshop, con la intención de impresionar al público, aquel que le había llegado a menospreciar una década antes. En los años transcurridos, dicho taller literario había alcanzado una gran reputación, donde las historias presentadas eran analizadas y discutidas sin piedad. Para esta ocasión, Ellison llegó sin ningún cuento preparado. Sin embargo, en la noche previa al inicio del taller, en su habitación de hotel, escribió uno de sus relatos insignia: «¡Arrepiéntete, Arlequín!, dijo el señor Tic-tac», una historia donde el tiempo es sagrado. Donde los horarios son cruciales. Donde los seres humanos invierten su tiempo vital en otros, en el sistema, pero éste no se lo devuelve. Incluso, un retraso o desliz de minutos puede llegar a ser mortal. Dicha narración fue duramente criticada por figuras como Damon Knight, mientras que a otros, como Frederik Pohl (en ese momento editor de la revista Galaxy), les maravilló dicha narración. De esta forma, fue Pohl el que compró la historia, publicándola en el número de diciembre de Galaxy de ese año. También se incluyó este relato en Paingod and Other Delusions (1965), antología que contaba con relatos más que representativos del potencial de Ellison en el panorama de la narrativa breve, véase el caso de “Los desechados”.
En marzo de 1967 se publicó, en la revista If el relato «No tengo boca y debo gritar», en el que Ellison explora cómo una titánica computadora, denominada como AM, es capaz de torturar, de formas variopintas, a los cinco humanos supervivientes de la Tierra [7]. En ese mismo año publicó From the Land of Fear, un compendio de relatos encuadrados en lo macabro, extraño y cruel, muchos de ellos pertenecientes a los años cincuenta, incluida su historia «Soldier» (cuyo guion para serie de televisión influyó en la configuración del Terminator de James Cameron).
Fue en este periodo en que Ellison comenzó a sospechar que la voz liberadora que había encontrado para sí mismo podría estar presente también en otros escritores, pero posiblemente necesitarían del estímulo preciso si sólo tuvieran el estímulo necesario. Mientras editaba para Regency Books, había tratado de conseguir que un antologuista consiguiera desarrollar un volumen que transmitiera esa revolución y controversia al panorama de la ciencia ficción, pero finalmente el proyecto fracasó. Ya en octubre de 1965, Ellison tuvo una conversación con Norman Spinrad en su vivienda (conocida como Ellison Wonderland), siendo éste quien le sugirió a Ellison que fuera él el responsable de mostrar el vanguardismo en el género fantástico, una voz fuerte y joven. Igualmente, Silverberg apoyó dicha idea. Finalmente, Ellison contactó con el por entonces editor de Doubleday, Lawrence Ashmead, para proponerle el proyecto. Pero es aquí donde surge una gran cuestión: ¿era necesario? ¿Realmente Ellison estaba abriendo un nuevo sendero para la ficción especulativa? En parte, lo que representaba el proyecto de Ellison estaba desarrollándose, de otra forma, en Reino Unido: Michael Moorcock estaba liderando la revista New Worlds con un manifiesto que ensalzaba el vanguardismo en la ficción prospectiva, impulsando a escritores como Brian Aldiss o J. G. Ballard. Aparte, en territorio estadounidense, editores como Frederik Pohl o Cele Goldsmith ya estaban dispuestos a comprar historias de corte vanguardista o experimental. Pero, aun así, la publicación del volumen Visiones peligrosas, en octubre de 1967, alteró cierto statu quo existente. Por un lado, Ellison insistió en utilizar, exclusivamente, historias inéditas, hecho que generó una cierta cuestión económica, tanto para la editorial como para el propio Ellison, ya que tenían que pagar una mayor cuantía a los escritores. Por otro lado, la temática o nudo central de la antología era una muestra de aquello que las publicaciones anglosajonas no solían mostrar, desde lo revulsivo a lo delirante, tratando temas como la sexualidad, las creencias religiosas… Fue un volumen que marcó un punto de inflexión en el panorama literario de la ficción prospectiva, y en años posteriores tendría una continuación. En abril de 1969 se publicaría su historia «Un muchacho y su perro» en el número 189 de New Worlds (el editor era Langdon Jones en ese momento), ganando el premio Nébula en 1970 a mejor novela corta. Hubo la intención de expandir la narración original, pero se redujo a varios relatos publicados entre 1970 y 1980. A su vez, con la reputación que había ido obteniendo y cosechando Ellison, en 1971 apadrinó a Octavia E. Butler para el Taller de Escritores de Ciencia Ficción de Clarion. Y sería al año siguiente cuando Harlan Ellison volvería a la carga con sus visiones peligrosas. En esta ocasión, los escritores que conformaban Otra vez visiones peligrosas volverían a abordar lo que su predecesora hizo a mediados de los años sesenta. Sin embargo, la ambición de Ellison empezó a pasarle factura, y aquí se empieza a demostrar: en la introducción a este volumen se menciona la preparación de un tercer volumen de la serie, The Last Dangerous Visions. El 18 de agosto de 1973 la revista Locus anunció que, según el propio Ellison, la antología estaba preparada para el 15 de septiembre de ese año, pero no fue así. A principios de 1974 Ellison escribió un artículo en The Alien Critic para anunciar que el volumen estaba cerrado en cuanto a material, abarcando 75 autores y unas 78 historias (un total de 491,375 palabras). Y, aun así, el tiempo siguió pasando. El autor británico Christopher Priest se ha convertido en el crítico más destacado de Ellison en relación con The Last Dangerous Visions, catalogando ampliamente las dudosas prácticas editoriales de Ellison en los siguientes años en un ensayo titulado The Book on the Edge of Forever. Con ello Ellison ha sido objeto de duras críticas por el trato que dio a los escritores que le enviaron sus narraciones, de los que se calcula que hay en torno a 150 (muchos de ellos ya fallecidos). Mientras tanto, el autor oriundo de Cleveland siguió su carrera literaria, pese a que su imagen pública, el Ellison escritor, estaba consumiendo al Ellison persona. Así, en 1975 se publicaría su recopilación de cuentos Deathbird Stories, la cual incluye el relato ganador del premio Hugo y el Locus en 1975: «A la deriva, frente a los islotes de Langerhans: latitud 38º 54′ N, longitud 77º 00′ 13» O».
En agosto de 1976 su madre, Serita, que vivía por entonces en Miami, sufrió un ataque de apoplejía y un ataque al corazón. Dos meses antes, en junio, Ellison se casó por cuarta vez con Lori Horowitz. Finalmente, su madre falleció el 8 de octubre, momento en que tuvo su último enfrentamiento con su entorno familiar, perdiendo la relación con su hermana.
Es a partir de 1977 donde se muestra la animadversión de Ellison por el fandom. En abril se desligó de la Science Fiction Writers Of America (SFWA) como la culminación de una serie de desacuerdos debido a la implantación del método para asignar el premio Nébula a las presentaciones dramáticas. Es en este periodo en el que su espectáculo como figura artística alcanza su cénit, debido a sus actos de escribir relatos en los escaparates de librerías de Londres, Boston o Los Ángeles [8]: «Lo hago porque creo que, sobre todo en este país, la gente está tan alejada de la literatura, por la forma en que se enseña en las escuelas, que piensan que las personas que escriben son magos en la cima de alguna montaña. […] Y creo que esa es una de las razones por las que hay tanto analfabetismo en este país. Así que, al hacerlo en público, muestro a la gente que es un trabajo, como ser fontanero o electricista».
Tampoco había terminado el tempestuoso romance de Ellison con el mundo de la televisión. Años más tarde, recopiló todas sus críticas, columnas y ensayos sobre el mundo del séptimo arte en el volumen Harlan Ellison’s Watching (en septiembre de 1989) [9]. Por otra parte, a finales de la década de 1970, Warner Bros adquirió la opción de hacer una película sobre I, Robot, el volumen de historias robóticas de Isaac Asimov publicado en la década de 1950. De entre las propuestas, el intento más notable fue el de Ellison, que colaboró con el propio Asimov para crear una versión cercana a la visión de las historias originales. Sin embargo, las discrepancias entre el estudio y el propio Ellison concluyeron en nada. Más adelante, el guion de Ellison fue publicado en la revista Isaac Asimov’s Science Fiction Magazine, a partir de noviembre de 1987 [10].
En 1980 publicaría la antología Shatterday, la cual se centraría en un tema específico: el miedo, el desasosiego y lo macabro. Ya el relato que da título al volumen busca desarrollar una reinterpretación de la obra de R. L. Stevenson: El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde (1886). En la historia de Ellison, el protagonista, Peter Novins, abrirá la puerta de su casa para encontrarse con… Peter Novins. En septiembre de 1982 volvería a frecuentar lo maquiavélico y descorazonador con el volumen Stalking the Nightmare, en el que recupera algunas de sus historias de los años cincuenta y sesenta. Además, cuenta con una introducción de Stephen King en la que se deja clara la polaridad que reina en la obra y figura de Ellison: o te apasiona su visión de la ficción especulativa o aborreces su estilo y las acciones que desempeña el escritor que hay detrás de esas semillas narrativas. Como punto adicional, Stalking the Nightmare incluiría su artículo «The 3 Most Important Things in Life», en el cual narra el suceso que tuvo en los años sesenta con los estudios Walt Disney, y dejando claro que el sexo, la violencia y las relaciones laborales son los ejes de la vida misma.
Dos años después, cuando se estrenó Terminator, de James Cameron, Ellison era por aquel entonces un reconocido crítico de cine. Cuando solicitó una copia del guion al estudio, dicha petición le fue denegada, algo que le suscitó cierta sospecha. Igualmente, no fue invitado a ninguna proyección de prensa. Tras visionarla, llegó a la conclusión de que el arranque de la cinta estaba basado en su historia «Soldier». A su vez, Tracy Torme, amigo de Ellison, llegó a decirle que durante una visita al set de Terminator le preguntó a Cameron de dónde había sacado el argumento y éste respondió que le había robado un par de ideas a Harlan Ellison.
Esto se une al hecho de que el editor de la revista Starlog comunicara a Ellison que Gale Anne Hurd, productora de la película, había exigido revisar el texto de la entrevista con Cameron antes de que la publicasen. Hurd eliminó de la entrevista una cita donde el director decía haberse inspirado en viejos episodios de The Outer Limits. Ellison recibió una copia de la versión original de la entrevista, y la usó como argumento al confrontar a la productora Hemdale.
Finalmente, la productora llegó a un acuerdo con él, pagándole una cantidad cuyo valor exacto se desconoce (pero que estaría oscilando entre los 65.000 y los 400.000 dólares) y, lo más importante, le atribuirían cierta autoría, agregando su nombre en los créditos finales.
Mientras tanto, Ellison no abandonó el terreno literario, y se volvió a encaminar a la labor de la edición. Para esta ocasión, en 1985, se publicaría Medea: Harlan’s World, una especie de metanovela de mundo compartido cuya idea surgió tras un seminario de la UCLA de abril de 1975 llamado 10 Tuesdays Down a Rabbit Hole, impartido por Ellison y otros autores de ciencia ficción. En Medea: Harlan’s World participaron autores como Frank Herbert, Poul Anderson, Larry Niven, Robert Silverberg o Jack Williamson, llegando a obtener el premio Locus a mejor antología en 1986. Sería el 7 de septiembre de 1986 cuando Ellison se casó con Susan Toth, a la que conocería años antes en Escocia. Es ella la que empieza a aportar algo de estabilidad en la vida de Ellison, a que desee ser más hogareño y que busque refugiarse en el amor. En febrero de 1987, el crítico Charles Platt publicó un artículo referido a un juicio previo en el que se vio enredado Ellison, debido a una entrevista que realizó para The Comics Journal en 1979. Fue en esta entrevista en la que echó por tierra el trabajo del guionista Michael Fleisher, autor de la serie Spectre de DC Comics, tildándole de lunático por escribir algo tan nefasto. Ante esto, Fleisher decidió demandarle por difamación. Esto derivó en un juicio desarrollado en 1986. Todo lo comenta en su artículo Platt. Y por esta crítica, Ellison agredió físicamente al autor en el banquete de los premios Nebula. Charles Platt no emprendió acciones legales contra Ellison, llegando a firmar ambos un pacto de no agresión, prometiendo así no volver a hablar del incidente. Sin embargo, en años sucesivos, el propio Ellison se jactaría de este incidente.
En el año 1994, Ellison empezó a decaer en cuanto a salud física se refiere, padeciendo finalmente un ataque cardiaco, ante lo cual fue hospitalizado para someterse a una cirugía de bypass coronario cuádruple. A su vez, en ese año hubo un esfuerzo concertado por parte de varios aficionados del género fantástico de socavar la carrera de Ellison. De esta forma se desarrolló los «Enemigos de Ellison» o el EOE, la cual se presentaba de la siguiente forma:
«Si has recibido amenazas de muerte en tu contestador automático… si te han llamado «cerebro húmedo» en la televisión nacional… si el Sr. Ellison te ha amenazado con «reventarte» la próxima vez que te vea… si te ha prometido «demandarte hasta el olvido»… entonces EOE es para ti».
Esto empezó a afectar a Ellison hasta el punto de que empezó a minarle la autoestima. Ante ello, Peter David, quien trabajaba para Comics Buyers Guide, decidió reunir a aquellos que apoyaban a Ellison, conformando así los «Amigos de Ellison» (FOE). En 1996 salió Edgeworks I, el primer volumen de una colección planificada de veintiún tomos pensados para recuperar libros ya agotados de Ellison. Sin embargo, por cuestiones internas entre la editorial y el autor, sólo salieron cuatro volúmenes hasta 1997, desarrollándose un quinto sin llegar a publicarse.
En 2010, con un estado de salud deteriorado, anunció que su participación como invitado de honor en la MadCon de Madison, Wisconsin, sería su última aparición en una convención. Y, rápidamente, se le diagnosticó depresión. Cuatro años más tarde, en octubre de 2014, Ellison sufrió un derrame cerebral, sufriendo una parálisis en el lado derecho (ante lo cual tuvo que recibir rehabilitación física hospitalaria). Sin embargo, su habla y cognición no se vieron dañadas. Finalmente, en la mañana del 28 de junio de 2018, Harlan Ellison falleció mientras dormía. La fotógrafa y abogada Christine Valad fue la responsable de anunciar la noticia por petición de Susan Ellison. En palabras de Stephen King: «No hubo nadie como él en las letras estadounidenses y no lo habrá nunca. Enfadado, divertido, elocuente, inmensamente talentoso».
El patrimonio literario de Harlan Ellison es actualmente ejecutado por el creador de Babylon 5, J. Michael Straczynski, quien está desarrollando uno de los grandes proyectos pendientes de Ellison: The Last Dangerous Visions. Según Straczynski, el volumen englobará 112.000 palabras de los escritores más visionarios de los últimos 48 años hasta la actualidad. Y queda poco para disfrutar de este nuevo evento, ya que la fecha prevista de su publicación está marcada para el otoño de 2024. Parece ser que Harlan Ellison aún sigue presente en nuestros días.
***
[1] Véase en Martin GRR. Another Sadness [Internet]. 2018. Disponible en: https://georgerrmartin.com/notablog/2018/06/30/another-sadness-2/
[2] Además, fue en esa convención en la que Ellison conoció a Isaac Asimov (1920-1992), autor de la saga Fundación. Ambos se convertirían en grandes amigos, siempre con un lanzamiento continuo de puyas.
[3] Eso sin contar otros infortunios que tuvo dentro del mundo universitario, véase el hecho de que condujera un coche por la acera principal del campus.
[4] Desde 1955 a 1957 Harlan Ellison llegó a escribir más de 100 relatos y artículos.
[5] Cabe destacar que se publicó en Regency Books, en junio de 1961, la novela Pirómano de Robert Bloch. Lo más curioso es que en la autobiografía (no autorizada) del propio Bloch (Once Around the Bloch: An Unauthorized Autobiography, 1993) éste expone que fue Ellison el responsable de editar el manuscrito original de esta novela, informándole a Bloch que le faltaban 1200 palabras para alcanzar el intervalo aceptable de longitud marcado por Regency Books. Así fue como Ellison se ofreció a escribir ese número de palabras al comienzo de Pirómano, hecho que aceptó, con gratitud, Bloch.
[6] Señalar que fue contratado para trabajar, como guionista, en los estudios Walt Disney. Sin embargo, a las horas de recibir el trabajo fue despedido por bromear, en el economato del estudio, acerca del desarrollo de una película de animación pornográfica, con los personajes típicos de Disney.
[7] En 1995 se convertiría en un videojuego por parte de la empresa Cyberdreams. Ellison escribió un guión de 130 páginas junto a David Sears, que decidió dividir la historia de cada personaje con su propia narrativa. El juego salió a la venta el 31 de octubre de 1995 y fue un fracaso comercial, aunque recibió elogios de la crítica. Sus ediciones en francés y alemán fueron censuradas por referencias al nazismo.
[8] Estas historias se recopilaron en 2019 en el volumen Ellison Under Glass: Stories Written in Windows.
[9] Años más tarde, el canal SyFy produjo un serial con el mismo nombre que duró entre 1993 a 1996.
[10] En 1994 se publicó un volumen que recopilaba el guión completo junto con ilustraciones del artista Mark Zug.
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