«Es mi vida, no quiero cambiar…», las primeras estrofas de la canción «Los chicos no lloran» (1990) es el inicio de la serie documental sobre la vida de Miguel Bosé, Bosé renacido, en la que con un tono sosegado y emocionado habla sobre su infancia, sus hijos, su «activismo», sus padres y su carrera musical.
La serie descubre a un artista que se ha reinventado en varias ocasiones y en la que cuenta con detalle episodios ya relatados en su libro El hijo del Capitán Trueno, desvela otros de manera sutil, y calla muchos.
Una serie donde se descubre que sus amigos, incluso aunque no estén de acuerdo con sus planteamientos, son fieles al hombre y leales a un artista que ha roto moldes en todas las facetas de su vida.
Un Bosé seductor, cultivado e inteligente que ha enamorado a hombres y mujeres, que se ha divertido y bajado a los infiernos; trabajador, perfeccionista, al que le hubiera gustado dedicarse a la agricultura y que, desde siempre, ha disfrutado cocinando para sus amigos.
Reconoce haber pasado por una época «salvaje», donde hizo cosas «sumamente peligrosas —menos la heroína lo he probado todo—» y otra «en la que el sexo fue de lo más puro a lo más infame».
CUATRO DESTINOS, CUATRO CASAS
Su destino ha estado vinculado a cuatro casas que han significado en cada momento un renacimiento para él en un sentido u otro, como describen las letras de sus canciones que sirven como hilo conductor a la serie.
La primera de esas casas, la finca Villa Paz (Cuenca), la recorre con sus hermanas Lucía y Paola, y confiesa que allí vivió la etapa más feliz de su vida, su infancia, un lugar al que nunca volvió tras la separación de sus padres.
La mítica casa familiar de Somosaguas fue refugio de músicos, pintores y escritores, y en ella ha vivido la mayor parte de su vida, la sostuvo con su trabajo y, asegura, «estaba cargada de recuerdos, de presencias».
En el mismo espacio edificó una vivienda moderna para un Bosé que ya tenía en mente la necesidad de ser padre. Una casa nueva en la que acoger a sus dos hijos en 2011, Tadeo y Diego, con los que se le ve llegar siendo bebés de pocas semanas, rodeado de toda su familia.
Un sueño cumplido, una familia que crece en una cuarta casa, la vivienda en la que lleva desde 2018 instalado en México y a la que califica de «mi refugio», el lugar donde se instaló tras su separación de Nacho Palau.
«Llegué con una ruptura interna bestial. No sabía qué iba a ser de mí», relata en una secuencia en la que se rompe y llora tapándose la cara con las manos.
«Mis hijos me han pedido que no nos movamos más. Crecen como niños normales. Yo me ocupo de levantarles, yo soy la nanny, el maestro, el compañero de fútbol», señala en el documental.
BOSE, ARTISTA Y SEDUCTOR
Amigos como Alejandro Sanz, Ana Torroja, Mercedes Milá, Boris Izaguirre, Alaska, Lolita Flores, Laura Pausini, Juanes, Victoria Abril y Rosa Lagarrigue, su mánager, refuerzan la imagen de gran profesional y el apoyo que ha significado en sus carreras.
Un Bosé actor y cantante que se ha perdido tras su ausencia de los escenarios por un problema en las cuerdas vocales que le dejó sin voz, que ahora va recuperando poco a poco.
Un problema que se sumó a su feroz rechazo a las vacunas en plena pandemia de covid-19, que le sumió en el ostracismo: «Se puede decir que no crees en Dios, pero no que no crees en las vacunas», se defiende.
Poco dice que no se sepa de sus relaciones sentimentales. «Soy un hombre que ha tenido la suerte y la capacidad de amarlo todo: amo a hombres y amo a mujeres, y eso puede provocar mucha envidia. Pero que se jodan», dice rotundo.
Precisamente, en la serie se incluyen fragmentos de entrevistas en los que rechaza manifestar su condición sexual y las que han sido sus relaciones sentimentales, una circunstancia que su separación de Nacho Palau dejó al descubierto, con juicio incluido por la filiación de los hijos de ambos.
Un episodio de su vida que abrió una herida no solo sentimental, sino también su eterna disputa con la prensa por preservar su vida privada.
Resulta evidente, a pesar del tiempo transcurrido, el dolor y la impotencia que siente al recordar cuando algunos medios anunciaron que había muerto de sida, un hecho que marcó un antes y un después en su relación con la prensa.
«Me volví una hidra y hoy sigo siéndolo y ejerciendo un desprecio visceral a esa gentuza, que no voy a reprimir jamás. Mataron a Miguel de verdad (…) Se convirtió en una persona herida», señala.
«Bosé renacido» es un reencuentro con la persona y el personaje. «A mis 62 años entro en un nuevo ciclo», apunta.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: