Deprecated: Methods with the same name as their class will not be constructors in a future version of PHP; GDLR_Import has a deprecated constructor in /var/www/vhosts/zenda.trestristestigres.com/httpdocs/wp-content/plugins/goodlayers-importer/goodlayers-importer.php on line 28
Mejor culpar a la democracia que criticar al peronismo - Jorge Fernández Díaz - Zenda
Warning: is_dir(): open_basedir restriction in effect. File(/usr/share/nginx/html/wp-content/plugins/wpdiscuz/themes/default) is not within the allowed path(s): (/var/www/vhosts/zenda.trestristestigres.com/:/tmp/) in /var/www/vhosts/zenda.trestristestigres.com/httpdocs/wp-content/plugins/wpdiscuz/forms/wpdFormAttr/Form.php on line 157

Mejor culpar a la democracia que criticar al peronismo

El movimiento nacional que ejerció una centralidad absoluta y una hegemonía cultural durante los últimos cuarenta años no puede ser evaluado ni juzgado de raíz. Constituye una verdadera herejía hacerlo y algunos cientistas políticos le esquivan prolijamente al bulto para no perder clientes o para no ser cancelados por sus pares en los cenáculos académicos....

Alguien debería contar alguna vez la historia del cine a través de sus grandes personajes secundarios. Uno de ellos es indudablemente Kenitai, rastreador que acepta guiar a un teniente joven e idealista con la misión de atrapar a un grupo de apaches renegados. Todo ocurre en el desierto de Arizona, y dentro de La venganza de Ulzana, film de Robert Aldrich que hoy es considerado una auténtica obra maestra. Kenitai es el cuñado de Ulzana pero está en desacuerdo con su actitud, y durante esa larga persecución será la persona que le explicará lacónicamente a aquel bisoño oficial de caballería la mentalidad y la cultura secreta de su formidable pueblo y la verdadera naturaleza de este raid sangriento que el jefe de los apaches eligió al escapar de la reserva. Al final de la película nos queda la sensación de que ningún militar habría sabido impartir esa seca y rica lección: solo quien formó parte de aquella fascinante nación originaria era capaz de anticipar lúcidamente las acciones de sus temibles guerreros y desentrañar sus motivaciones profundas. Hace más de tres décadas que el peronismo es una fábrica incesante de dirigentes y militantes desencantados, y que esos migrantes fueron encontrando otras fuerzas donde cobijarse y hacer política. Algunos partieron durante la era menemista y nunca regresaron; otros se fueron tras la crisis de 2001 y muchísimos más durante la “década ganada”. Hay que escuchar a esos peronistas que se pasaron al republicanismo, y no solo porque son los mejores baquianos en estos tiempos de campaña electoral, sino porque sienten claramente que el peronismo se volvió un dispositivo anacrónico y un multiplicador de pobreza y de patologías sociales. Ellos permanecen despiertos mientras los ajenos, los ingenuos o los neófitos ignoran este tema fundamental. De hecho, el factor peronista ha sido sustraído de cualquier balance sobre la decadencia argentina y de cualquier diagnóstico de fondo acerca de sus razones. Políticos, politólogos y columnistas son capaces de esbozar las más rebuscadas explicaciones y acusar incluso a la mismísima democracia por defraudación y estafa, a todos los economistas por impericia, a los dirigentes por casta o partidocracia, a la derecha y a la izquierda, al neoliberalismo o a los extraterrestres. Todo vale para no nombrar, en casa, al tío abusador mientras nos preguntamos por el extraño malestar que flota en el ambiente y hace sufrir a la familia entera. De eso no se habla.

"El sistema democrático representa únicamente los cimientos de la casa: es necesario y esencial pero insuficiente, puesto que las paredes, el techo, la plomería y el acabado son responsabilidad de otros hacedores"

El movimiento nacional que ejerció una centralidad absoluta y una hegemonía cultural durante los últimos cuarenta años no puede ser evaluado ni juzgado de raíz. Constituye una verdadera herejía hacerlo y algunos cientistas políticos le esquivan prolijamente al bulto para no perder clientes o para no ser cancelados por sus pares en los cenáculos académicos. Pesa también sobre ellos una superstición: enjuiciar al peronismo equivale todavía a reencarnar a los demenciales asesinos que bombardearon Plaza de Mayo en junio de 1955 o a los remotos proscriptores militares de la Revolución Libertadora. Esa zoncera psicopática hace imposible un abordaje crítico y serio acerca de la facción que más tiempo gobernó y que más condicionó a las administraciones no peronistas durante estas cuatro décadas desgraciadas; una fuerza que se convirtió en poder permanente y que logró instaurar una lógica y un modelo “productivo” fallido y acatado en parte por muchos de sus propios objetores. En tiempos comiciales, los republicanos prefieren tender más puentes de plata para los arrepentidos del peronismo, y los intelectuales se inclinan por señalar como gran culpable a la democracia formal o burguesa bajo la idea de que es cómplice de la injusticia social. El sistema democrático representa únicamente los cimientos de la casa: es necesario y esencial pero insuficiente, puesto que las paredes, el techo, la plomería y el acabado son responsabilidad de otros hacedores. La democracia apenas provee reglamento y seguridad jurídica: no diseña la arquitectura ni dirige la obra. Por otra parte, olvidan los expertos que jamás tuvimos aquí una democracia republicana plena —cimientos realmente firmes—, y que el principal responsable de esa ausencia o debilidad es un movimiento inspirado en el “socialismo nacional” italiano de 1939 y cuyo propósito declarado era diluir precisamente las reglas del “demoliberalismo”. Pasando en limpio: es hoy posible cuestionar alegremente la democracia liberal —cuando encima nunca la tuvimos—, y realizar una serie de seminarios bien rentados acerca del asunto, pero no se puede hacer lo propio con el peronismo, que ha ejercido de verdad el poder y que ha sido el arquitecto y el maestro mayor de obras de este edificio en ruinas. El fracaso argentino se debe a una forma de concebir el Estado, las finanzas, el capitalismo (de amigos), la división de poderes, la cultura del trabajo, la seguridad y la educación públicas, y las relaciones internacionales. Es decir, un conjunto de supersticiones e ideas hegemónicas que el justicialismo impuso y con las que incluso colonizó la cabeza de muchos votantes de todas las veredas.

"Larreta acepta implícitamente la idea del panperonismo, Bullrich piensa que eso es gatopardismo: cambiar algo para que nada cambie"

Los dos precandidatos de Juntos por el Cambio son como Kenitai: integraron ese Movimiento y pueden comprender lo que se trama al otro lado de la empalizada. Se formaron en el peronismo porteño (Rodríguez Larreta) y en la Juventud Peronista revolucionaria (Patricia Bullrich), y ambos militaron —como los Kirchner— largamente en el menemismo, y luego se apartaron para transitar experiencias republicanas: la familia de él era desarrollista; la de ella era radical. Convergen en el Pro desde distintos lados, y hoy tienen visiones tácticas antagónicas. Larreta acepta implícitamente la idea del panperonismo, Bullrich piensa que eso es gatopardismo: cambiar algo para que nada cambie. Larreta sugiere que “la vía de la confrontación ya fracasó”, pero uno se pregunta qué debería cederles a los Moyano y a los poderosos potentados de la CGT para que acepten la necesaria reforma laboral, qué concesiones planea para los belicosos y extorsivos “gerentes de la pobreza” y para los señores feudales del conurbano y algunas provincias, y cómo lograría congeniar el pacifismo social con el desmontaje de múltiples intereses corporativos, algunos de ellos proclives a la violencia. El profesor Loris Zanatta, que nos mira desde lejos pero que nos conoce de cerca, huele efectivamente un amplio “consenso panperonista” y la utopía de que éste podría diluir la grieta: “Esta perspectiva agrada a muchos sindicatos que aplauden, gobernadores que aclaman, empresarios que aprueban, obispos que bendicen, piqueteros que callan —escribe—. Una sopa recalentada, un enroque de la misma clase dirigente”.

"Está en cuestión también evaluar el liderazgo, que es un factor poco reconocido en el análisis político, y que sin embargo ha resultado históricamente decisivo"

Larreta luce como el más peronista e inofensivo de los republicanos, y no está probado que no tenga razón: quizá no haya forma posible de modificar la Argentina tomada y devastada que no sea un gradualismo gestionario y un tímido gobierno de transición, pactos de cúpulas y manos de seda. Tampoco los delfines de Patricia Bullrich –para quienes el panperonismo es pan para hoy y hambre para mañana- han explicado convincentemente cómo harían para ponerles proa a las mafias y corporaciones sin ponerse el país de sombrero. Milei y Grabois no pasarían el test de una gobernabilidad mínimamente potable; Bregman y Del Caño tampoco. Es la interna de Juntos por el Cambio la que contiene todas las expectativas y todos los interrogantes, y esta desgastante y fútil batalla intestina no ha servido para debatir el diagnóstico de fondo —la responsabilidad del modelo peronista— ni la praxis exitosa de una futura gobernanza. Está en cuestión también evaluar el liderazgo, que es un factor poco reconocido en el análisis político, y que sin embargo ha resultado históricamente decisivo y mucho más ante crisis de gran calado. El liderazgo del alcalde es acuerdista, con tendencia a creer que en la Argentina billetera mata galán. El liderazgo de su antagonista es intransigente e inmune al canto de sirenas de una sociedad loteada, y tal vez también a la realpolitik. Uno de los dos triunfará el domingo 13 y pasará de actor secundario a protagonista. Se convertirá en otro. Para siempre.

——————————

*Artículo publicado en el diario La Nación de Buenos Aires

4.5/5 (44 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)

Jorge Fernández Díaz

Jorge Fernández Díaz es escritor y periodista. Durante más de treinta años fue alternativamente cronista policial, periodista de investigación, analista político, jefe de redacción de diarios y director de revistas. Actualmente es uno de los principales columnistas políticos del diario La Nación. Publicó, entre otros libros, El dilema de los próceres, Mamá, Fernández, Corazones desatados, La segunda vida de las flores, La logia de Cádiz, La hermandad del honor, Alguien quiere ver muerto a Emilio Malbrán y Las mujeres más solas del mundo y El puñal. Recibió la Medalla de la Hispanidad, que le otorgó el gobierno español y la comunidad española en la Argentina; el Konex de platino como el mejor redactor de la década; el premio Atlántida con el que los editores de Cataluña celebraron su labor a favor de los libros, y la Medalla del Bicentenario por su obra periodística y literaria. En 2012 fue condecorado por el rey de España con la Cruz de la Orden Isabel la Católica. Es miembro de número de la Academia Argentina de Letras. @fernandezdiazok

Ver más publicaciones

Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas:

  • Toda alusión personal injuriosa será eliminada.
  • No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • Zenda no se hace responsable de las opiniones publicadas.
Notificar por email
Notificar de
guest

3 Comentarios
Antiguos
Recientes Más votados
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
Santiago DG
Santiago DG
5 meses hace

El autor del libro afirma “Apuesto todas mis camisetas de San Lorenzo “… ¿ Quién es el loco, señores?

Alberto Delgado
Alberto Delgado
5 meses hace

No parece que el Sr González pueda explicar en su libro el fenómeno Milei que no es mas que la expresión de un pueblo agobiado y empobrecido. A propósito en esta entrevista no hacen mención a la llamativa repercusión internacional de Milei. Tal vez gran parte del planeta está loco? Gracias y cordiales saludos desde Buenos Aires!

Juan Gallego
Juan Gallego
5 meses hace

En el primer párrafo hay un error, la mención de que por los muchos bienes que habíamos recibido, nos había llenados de argentinos es incorrecta: en realidad nos lleno de peronistas. A partir de allí todo se entiende. Un montón de aseveraciones sin demasiado argumento. No sólo este autor, muchos periodistas con corazón peronista, tratan por todos los medios que a este «loco» que solo lleva seis meses y al resto de argentinos nos vaya mal. Ellos, muy cercanos a Podemos y compañía, solo desean que el poder absoluto este en sus manos, para beneficiarse de manera personal a costa del Estado y no abrir la boca cuando roban a manos llenas y muchas veces en complicidad con empresarios o gobiernos a quienes les facilitan pingües negocios. A titulo de ejemplo privatizaciones y nacionalizaciones con participación de contratantes de España, Iberia, trenes chatarra etc. Por favor no nos ayuden, y recuerden que desde el infierno no se pasa directamente al cielo. Estamos transitando el purgatorio y de esto no nos salva ni el Papa peronista que nos envió

suscríbete a nuestra newsletter

Recibe cada semana una selección de los mejores contenidos de la web, ¡No te lo pierdas!

[contact-form-7 id="6d737e1" title="Formulario de newsletter"]