La prosódica e incontenible verborrea literaria de Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) es algo conocido por cualquiera que se haya acercado a su obra. Si hubo una constante a lo largo de la vida del juntaletras más conocido de Providence fueron los párrafos, porque escribió contra viento y marea: ficción, ensayo, poesía, cartas (¡miles!) a sus amigos y conocidos… y en esos textos imaginó como pocos; entidades primigenias capaces de reventar la cordura del más pintado, oscuros villorrios poblados por humanoides de aspecto anfibio o viajeros consagrados a la búsqueda de ciudades oníricas. Y, contra todo pronóstico, su influencia en la actualidad es tal que alcanza autores, medios e historias más allá del género. Pero ¿de qué forma han evolucionado hoy las raíces temáticas y espirituales de sus historias? ¿Queda terreno por explorar más allá de la profunda R’lyeh?
Si se ha preguntado alguna vez qué ocurrió con los habitantes de Innsmouth después de que su oscuro secreto saliese a la superficie, si le intriga la figura del sabio Abdul Alhazred y cómo llegó a escribir el Necronomicón antes de morir asesinado por una monstruosidad invisible a plena luz del día, ha venido al lugar adecuado. ¿Llegará la carrera espacial del futuro hasta el ignoto planeta Yuggoth? ¿Qué sucedió con la obra artística de Richard Pickman tras la caída en desgracia del perturbado pintor? ¿Y con él mismo? Estas páginas incluso le permitirán compartir espacio en la bodega del navío con una inquietante pasajera dada a las invocaciones submarinas, o (re)conocer al sibilino Nyarlathotep mientras se pasea por ese año convulso que fue dos mil uno.
Aparicio, versado en el terror que vino de las estrellas gracias a su papel en la saga Atlas Negro —de la que incluso se está gestando un videojuego—, recupera aquí parte del estilo literario barroco, frío y arcaizante de Lovecraft, del que, no obstante, logra eliminar esa pátina de polvo y rigidez que solemos asociar al norteamericano. Sus utensilios de limpieza, paradójicamente, son el realismo sucio —en el que se nota que el escritor uruguayo se mueve como pez en el agua—, la mayor profundidad y riqueza de los personajes —por otro lado, defecto sistemático del de Providence, como si el hecho de que fuesen marionetas en manos de deidades abominables tuviese que replicarse durante la lectura—, la atención al momento histórico en el que se ambienta cada relato —sean los desiertos árabes del siglo VIII o el Buenos Aires del corralito— y el gusto por el detalle rompedor, por la contradicción bien entendida. Habita el libro en ese fecundo espacio que se crea a partir del choque entre lo clásico y lo moderno, donde tan legítimo es respetar la memoria del autor al que se homenajea como estimularla para que evolucione en función de los gustos y sentir de cada momento.
El tiempo ha demostrado que la sombra del que fue una de las personalidades más polémicas y misteriosas que ha pisado el panorama literario es más alargada de lo que cualquiera hubiera apostado sesenta o setenta años atrás. Pero tanto si descubrió usted al solitario de Providence hace décadas gracias a la valiosísima labor de Rafael Llopis (1933-2022) y Francisco Torres Oliver (1935) como si pertenece a las nuevas hornadas de cultistas más jóvenes, A propósito de Lovecraft es justo el abono que su retorcida imaginación necesita. Porque la pluma de Aparicio escribe con tinta fresca sobre hojas añejas. Y por ello damos gracias a nuestro señor Cthulhu.
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Autor: Álvaro Aparicio. Título: A propósito de Lovecraft. Editorial: El Transbordador. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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