Aunque más conocido como narrador, Eugenio Fuentes también ha escrito ensayos y, excepcionalmente, ha hecho incursiones en territorios poéticos. Un ejemplo son estos cinco poemas de amor todavía inéditos que el autor ha querido regalar a los lectores de Zenda.
***
UNA MUJER QUE BAILA
Si un generoso dios me concediera un don,
elegiría el baile para bailar contigo
por calles y tejados.
Para bailar en la plaza bajo las campanas,
para bailar con la charanga en la verbena,
para bailar junto a la espuma de tu falda,
para bailar contigo el vals de Leonard Cohen,
para bailar contigo como Fred Astaire.
A mis pies de madera enseñaría los pasos
de valses y sardanas, de polcas y de tangos,
de jotas y de chotis, de aurreskus y muñeiras,
de todas las danzas de las islas,
de los meridianos y los trópicos,
de todos los lugares de la tierra.
¡Yo que bailé siempre a trompicones!
A mis huesos no llegaba la banda sonora.
Siempre el miedo cortaba mis tobillos,
llenaba de legañas mis rodillas
hasta que tú llegaste
y arrancaste las grapas que me ataban al suelo,
vaciaste de piedras mis zapatos
y pisaste el dolor con tus tacones
como pisa el cosaco, a taconazos.
Susurraste en mi oído
que los pies que no bailan son inútiles
como inútiles las alas que no vuelan,
que el baile es darse al sol como los girasoles,
es engranarse en otros como en la espiga el grano,
es sacudir la ceniza de los huesos
y matar con pentagramas la tristeza.
Es en el baile donde nació el hombre
y no puedes bailar si estás tú solo,
a ti mismo no puedes abrazarte.
Te miro mientras vas música adentro
entre un laberinto de guitarras,
entre una algarabía de trompetas,
entre un chisporroteo de tambores
y las agujas nocturnas de los saxos.
En tus dulces tobillos brotan alas
y te vas iluminando en cada vuelta,
en cada vuelta iluminas el mundo,
reciclas la alegría a cada paso.
Que tampoco termine esta noche
sin que pongas tu mano en mi hombro
y me digas ¡Bailemos!
Que no puedan decir que no bailaste,
que no entró la música en tu carne,
que no fuiste feliz como un derviche,
que no estaba la tarde, ¡mírala!,
llena de mariposas.
Déjate llevar, al oído me has dicho,
quiero ver a la gente y que la gente nos vea
alegres y encendidos, sin misterios ni sombras.
Yo persigo tus pasos al compás de la música,
tus delicados pies de glicerina,
tus pies redondos en el ágil corro,
tus piernas alfareras que dan cuerda al mundo.
Y mi voz se une al lazo de todos los colores
con palabras sencillas como gotas de lluvia:
amo más al amigo que al clan,
amo más al hombre que a su tribu,
amo más la tierra que la patria.
Y a una mujer que baila.
***
FRANQUICIA
Soy una franquicia tuya.
Tomo lo que me das, de ti me nutro.
Llevo en mi boca tus palabras,
tus colores, tu eslogan y tu marca.
Comercio con las monedas que tú acuñas,
calculo con tus ábacos.
Tus valores comparto,
compartimos ganancias y gastos.
Yo pierdo si tú pierdes,
si tú ganas, yo gano.
En ti me apoyo como en un exoesqueleto
y sin tu abrazo me derrumbaría
como un montón de huesos.
Mis labios existen solo porque te beso,
mis manos existen porque existen tus manos,
mis ojos existen porque existen tus ojos,
que la luz perfecciona
cuando se posa en ellos.
Si respiro es porque tú eres aire.
Si tengo memoria, es para recordarte.
***
PAN
Come mi corazón como si fuera
el pan de cada día.
Devóralo, no dejes que endurezca,
que bocado a bocado
se amollezca en tu lengua
su lingote de nieve, su corteza.
Mi corazón albino es como el pan
y se llena de moho con la tristeza.
Muele mi corazón como se muele
la espiga en la cosecha,
límpialo de carbón y de alfileres,
que el viento arrastre lejos las cenizas
y quede en el granero de las eras
el seco terciopelo de la harina
que tus manos multiplican y hornean.
Mi corazón de espuma es como el pan
y el trigo me corre por las venas.
No lo dejes morir en la alacena
donde se esconde a solas
cuando baja el dolor con sus torrentes
de lobos y de fieras.
Mi corazón cereal es como el pan
y con el miedo se convierte en piedra.
Sácalo al aire, al sol, junto a las tiernas
hogazas pastoriles,
chapatas italianas,
humilde pan de leña,
bread inglés,
baguettes francesas
y todo lo que el hombre ha convertido
de grano en alimento e inocencia.
Salva mi corazón de las tinieblas
y pártelo en dos sobre la mesa
para hacer una fiesta.
***
TÁNDEM
I
Déjame que conduzca, yo te llevo,
y no temas, no hay prisas, voy despacio.
Que los demás se alejen sin aliento
carretera adelante con su ruido,
sus rodillas de piedra y de cemento,
con su fiebre, su furia y su fatiga
por llegar los primeros.
Nuestro tándem es lento,
y es lento también el pedaleo.
Nuestras ruedas sisean sobre el asfalto
mientras ronronean los rodamientos.
En las ruecas de tus blancos tobillos
se devanan mis dedos.
Vigilo tus rodillas,
controlo sus esfuerzos,
medito en tus caderas
y practico en tus muslos
un desarrollo idóneo y placentero.
En el blando sillín encadenados
avanzamos por paisajes tiernos,
coronando las lomas, descendiendo
a las fuentes mojadas, al secreto
donde a nada le temo.
II
Cámbiate ahora de sitio, tú primero.
Toma tú el manillar, frena si quieres.
Si quieres ir deprisa, yo te sigo,
si quieres ir despacio, yo te espero.
Voy colgado de ti
como cuelga del yugo la campana
y sin ti volvería a los quitamiedos.
Déjame ver tu espalda,
los altos vitrales de tus hombros,
la almendra de tu nuca adonde acudo
como acude el pez hacia el anzuelo.
Paseo por tu piel y voy mordiendo
como un pájaro hambriento
todo el trigo que encuentro en mi camino,
la espiga de tus vértebras,
tus vagabundos huesos,
que entre los hombros forman un tablero
de pan dorado y fruta fresca lleno.
Me aferro como un ciego a tu cintura
que me lleva a un sitio nuevo,
a la amapola de salados pétalos,
al espumoso incendio
donde se alcanza el reino
de la claridad y del sosiego.
***
MANNEQUIN CHALLENGE
Detente tú también junto a nosotros,
olvida el sabor agrio de las prisas,
los grumos de la vida cotidiana
y elige la postura que prefieras
en este cine mudo donde nadie
te pasa ni te pisa ni adelanta
ni te preguntará de dónde vienes.
Aquí tu tiempo es tuyo y solo tuyo.
El reloj digital pierde su aliento,
se olvida de ipc y de plusvalías,
del idioma del plástico y del hierro,
del áspero bramido del teléfono.
Inmóviles la sangre y sus caballos,
inmóviles los dientes y las lágrimas,
inmóviles los rayos, las banderas,
inmóviles las nubes y la lluvia,
inmóviles los ríos, las hogueras.
Quédate quieta aquí, respira hondo,
inmóvil como un árbol que en el bosque
mejor resiste al viento y a la escarcha.
Ni tú ni yo, ninguno de nosotros
estamos aquí solos en la Tierra.
Somos pequeños maniquís de carne
que anhelan un refugio
donde sentirnos bien acompañados
y no movernos más, y no movernos.
——
BIO
Eugenio Fuentes (Montehermoso, Cáceres, 1958) ha logrado con éxito situarse como uno de los autores españoles de novela negra con mayor proyección en el extranjero gracias a su detective privado Ricardo Cupido, protagonista de las novelas El interior del bosque, La sangre de los ángeles, Las manos del pianista, Cuerpo a cuerpo, Contrarreloj y Mistralia. También ha publicado en Tusquets Venas de nieve, Si mañana muero, Piedras negras y Perros mirando al cielo. Su ensayo La hoguera de los inocentes analiza las diferentes formas que ha adoptado la intolerancia a lo largo de la Historia.
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