Sergio Álvarez ha encontrado una forma distinta de explicar la realidad colombiana: a través de la constante amenaza de muerte bajo la que viven sus habitantes. Su nueva novela cuenta la historia de un niño que nace con el don de la inmortalidad y que, a lo largo de su vida, andará entre pandilleros, matones, narcos y chamanes, sin por ello dejar nunca de buscar una explicación al don que le ha sido concedido ni tampoco el sentido de la vida.
En este making of Sergio Álvarez explica de dónde surgió la ida de El inmortal (Navona).
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Nada acompaña más a los colombianos que el miedo a morir en circunstancias inesperadas o violentas. Hay accidentes constantes, las enfermedades se desatan sin tener quien las trate, los atracadores acostumbran a asesinar sin piedad, los narcos se enfurecen y empiezan a poner bombas, la justicia no la ejercen los jueces sino los sicarios y el Estado no tiene fuerzas armadas para defender al ciudadano, sino para asesinarlo y, cuando no lo quiere hacer él mismo, pone en movimiento a sus paramilitares.
No recuerdo un día en mi vida en que la muerte no apareciera por los alrededores de mi casa, colegio o lugar de trabajo, y no fuera tema de conversación entre familiares o vecinos o no resonara en la radio, la televisión o las redes sociales. Esta irrupción diaria de la huesuda y su sonrisa fatal me ha perseguido tanto que fue inevitable que un día me preguntara qué pasaría si hubiera nacido inmortal. Una pregunta iluminadora, porque la realidad en que chapaleamos es mucho más fácil de descifrar si encontramos un punto de contraste.
Así nació El inmortal, e hice una referencia a él en una novela llamada, no podía ser de otra manera, 35muertos. Esa referencia me persiguió durante años, hasta que no pude evitar más el afán del personaje de convertirse en una historia que tuviera inicio, desarrollo y final. Con gran esfuerzo, logré imaginar su infancia, su adolescencia, su juventud, su amor enfermizo por la hermana de un socio de negocios y su caída en desgracia en un mundo donde ser inmortal rompía el equilibrio y hacía que él se convirtiera en un apestado que sólo recibía reprobación y rechazo.
Pero un Inmortal que sufre por amor no puede resignarse al desengaño. Nadie aguanta una desilusión y un despecho eternos, y el personaje me obligó a buscar un camino que no sólo le ayudara a deshacerse de la inmortalidad sino, lo más importante, a recobrar el amor de la mujer que seguía amando. Fue un reto duro pero hermoso. Mientras en Barcelona la vida fluía tranquilamente, yo iba con mi inmortal a la selva, recorría valles y montañas, lo acompañaba a visitar viejos amigos y consejeros y estaba junto a él mientras hablaba con los dioses.
Me senté entonces a escribir la historia con el vértigo de quien mira el abismo; lo hice sin detenerme a respirar, porque perseguir a un inmortal es más adictivo que perseguir el amor o la felicidad. Respirar es difícil si quieres saber cómo funcionan la vida y la muerte y, más difícil aún, si ambas realidades bullen en el pecho de un solo hombre. A pesar de tanto frenesí, logré terminar el relato y, ya más relajado y sereno, salir a tomarme una copa en una terraza de la ciudad.
Ahora ya el libro está en otras manos y yo lo miro con cariño; nada alivia más a un escritor que intentar comprender la realidad que sufre o disfruta y saber que no lo consiguió, pero que hizo el mejor de sus esfuerzos. El Inmortal ahora es una historia que busca lectores, y yo soy tan sólo uno de los admiradores del personaje. Tal vez el mayor de sus fans, porque no es fácil sobrevivir a la eternidad en un país y un continente sembrados de cadáveres.
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Autor: Sergio Álvarez. Título: El inmortal. Editorial: Navona. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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