La escritora y periodista australiana Sarah Wilson observa cómo la espiritualidad, que “siempre ha existido para alejarnos del individualismo”, está “a dieta” en la actual sociedad consumista, al igual que el amor o las relaciones.
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—¿De qué parte su nuevo libro?
—He recorrido el mundo caminando para intentar encontrar el camino para atravesar la crisis climática. Y la complejidad, la desesperación y el miedo que todo el mundo siente. La crisis climática es real, está aquí. Y yo quería encontrar un acercamiento que pudiera ayudar a la gente. Así que caminando por el mundo me di cuenta de que la respuesta es, esencialmente, reconectar con la naturaleza: sentir esa paz puede ser lo que solucione la crisis climática. Cuando amamos mucho a algo o a alguien haríamos cualquier cosa para salvarlo, como una madre con su bebé. Entonces, si realmente amamos a la naturaleza y a nuestro planeta seremos capaces de salvarlo.
—¿Por qué lo escribió caminando por el mundo?
—Porque es lo que he utilizado siempre para gestionar mi ansiedad. Cuando era muy joven aprendí que caminar por la naturaleza me arreglaba, y así es como siempre lo he hecho. Pero luego me di cuenta de que muchos artistas, escritores y pensadores consiguieron resolver grandes problemas así, caminando. Otra razón es que el cambio climático es un tema que asusta. Fui editora de la revista Cosmopolitan cuando tenía 29 años y aprendí que para hacer llegar la información a la gente la tienes que hacer atractiva. Y durante la pandemia el senderismo se convirtió en algo “sexy” (ríe).
—Este congreso se centra en el mindfulness, un estado de la mente de atención y conciencia plena basado en el «aquí y ahora». ¿Cómo puede ayudarnos en nuestra vida?
—Hay dos cosas. La primera es meditar: simplemente hacerlo. Yo soy una mala meditadora, mi cabeza habla y pregunta, y normalmente la gente se estresa con no meditar de la forma correcta, pero no hay una forma incorrecta. Además, puedes hacerlo cuando quieras, cinco o diez minutos. Simplemente, funciona. Y luego, caminar. ¡Las dos cosas son gratis!
—Ante la “epidemia de la ansiedad” usted propone convertirla en un “superpoder”. ¿Podemos cambiar la mirada hacia la ansiedad?
—Es algo que abordo en mi libro First, We Make the Beast Beautiful (Primero, hagamos bella a la bestia), que saldrá en España dentro de un año. Lo primero, hay que evitar sentir ansiedad sobre tener ansiedad. Luego experimentamos una vez la ansiedad, y entonces vemos que también ayuda a tomar decisiones, a avisarnos de cuando algo está equivocado. Cuando me despierto con ansiedad a las tres de la mañana es porque hay algo que me dice: «Algo está pasando». Así que cuando cambias tu mentalidad para ver la ansiedad como un don se convierte en un superpoder que puedes utilizar. Pero también tienes que modularla.
—Afirma que la ansiedad y la desconexión son consecuencias naturales de la vida moderna consumista. ¿Hay otro camino para vivir mejor en esta sociedad?
—Sí, tenemos que conectar, y está claro que la tecnología ha creado un gran problema. Nuestra espiritualidad está a dieta, y ponemos a dieta todo: el amor, las relaciones… Mandamos mensajes y utilizamos aplicaciones de citas en vez de quedar. Es como la versión engañosa que nos está negando vivir la experiencia al completo. Así que necesitamos ser valientes, porque la conexión es dura e incómoda. Por eso hablo tanto de construir resiliencia frente a la incomodidad.
—¿En qué consiste esta espiritualidad a dieta?
—Todas las prácticas religiosas a lo largo de la historia consisten por una parte en traernos paz, pero también suponen un sacrificio. Donamos a los más desfavorecidos, acogemos a desconocidos en casa… Pero la sociedad consumista y el individualismo ha cambiado la espiritualidad. Es como si pudieras coger solo las cosas que te gustan y no adoptar las que no. Es como optar por la versión light y no tomar la nutrición completa. Eso significa que no disfrutamos de sus beneficios. Pero esta práctica ha existido siempre, porque el ser humano es muy vulnerable —no tenemos colmillos, no tenemos cuernos, no podemos correr muy deprisa…—, y la única manera que hace que sobrevivamos es que podemos comunicarnos para convertirnos en un colectivo. Podemos convertirnos en un ejército y luchar por cosas juntos.
—En 2022 vendió su proyecto internacional I Quit Sugar y donó esos ingresos a la caridad. ¿Por qué tomó esa decisión?
—Porque quería ser libre. Creo que el dinero y la obsesión con el dinero te limitan la vida y te hacen menos feliz. Sé que si doy, mi vida se vuelve más hermosa. Cuando dejo de ofrecer es restrictiva. Ha sido como un experimento, pero a mi vida han llegado solo buenas cosas gracias a esto, mucha más abundancia.
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