Cuando Friedrich Nietzsche escribió Humano, demasiado humano se propuso defender que el pensamiento es una respuesta más del organismo, algo sanguíneo. Al igual que el páncreas produce insulina para regular los niveles de azúcar, el ser humano produce ideas para armonizar moralmente su deseo. No hay nada divino o trascendental en una idea, su origen es la carne. Nietzsche también subrayó la ironía de las ideologías: si bien aparecen como verdaderas, objetivas e incorpóreas, en realidad atienden a una necesidad, apetito o debilidad fisiológica.
La ironía de la genialidad consiste en desenmascarar la coexistencia necesaria que se da entre lo horrible y lo bello, lo vivido y lo soñado, pero también entre el talento y la demanda de nuestras pasiones. Los dioses griegos, como los genios, nunca dejaron de ser profundamente humanos: un escritor era la suma de los libros que había leído, pero también de las mujeres que había amado.
La admiración o el goce estético que atribuimos a obras como Cien años de soledad o Conversación en La Catedral se saborean mejor si nos aproximamos a la ebullición pasional de sus autores. La novela de Jaime Bayly asume dicha tarea, narrando las circunstancias y las motivaciones que propiciaron el puñetazo que Vargas Llosa asestó al que fuera su gran amigo e ídolo literario. Días después, García Márquez se fotografió sonriente con el ojo morado, pero también retrató la ironía del genio.
La historia que se oculta tras este episodio es demasiado humana y Jaime Bayly la narra con fidelidad periodística, pero jugando con los límites entre lo real y lo ficticio. Los genios es una novela que se disfruta por la naturaleza morbosa del suceso, pero además la prosa de Bayly posee agilidad imaginativa, saltando entre obstáculos trágicos y cómicos, cruzando los puentes que unen la vida con la obra de ambos escritores. No se trata de una biografía en sentido estricto, pero está excelentemente documentada y se compromete con aquello que Vargas Llosa denominó la verdad de las mentiras, es decir, la ficción se compromete fielmente con las entrañas de la naturaleza humana.
Ambos autores jamás desvelaron la causa del puñetazo. Nos dejaron algo más importante: nuestra capacidad para fantasear sobre lo sucedido. En su momento, la prensa atribuyó el puñetazo a las diferencias políticas entre ambos, García Márquez guiñando un ojo o los dos al castrismo, Vargas Llosa más próximo al liberalismo, pero esta versión, propia de las mentiras de la ideología, ocultaba la debilidad de la carne.
Vargas Llosa toma como materia prima su propia vida para la literatura, en este sentido, Bayly escribe: «Todos nos hemos hecho una paja pensando en la tía, en la prima, es normal, los hombres a esa edad somos así, arrechos como burros en primavera, pero sólo Mario sabe convertir las fantasías en realidad y casarse con la tía, con la prima, con quien más lo arrecha, y al diablo el resto del mundo». Por el contrario, García Márquez escribe a partir de lo que escucha, se alimenta esencialmente de vidas ajenas. Salva mejor las distancias, sabe contenerse en la vida, como se demuestra al final de Los genios. Ambos se intercambiaron los papeles en lo vital y en lo literario, Apolo y Dioniso.
El talento literario de Vargas Llosa está relacionado con su capacidad para elaborar complejas estructuras narrativas, lo bello es el todo, no luce en las distancias cortas. Está más cerca del intelectual que del artista. La paciencia para su obra no la dispuso para la gestión de su ánimo. Quizá su anhelo arquitectónico en la escritura frenaba su efervescencia pasional. Sin embargo, García Márquez escribe con el estómago, su ingenio se desborda en frases indomables que realzan la fantasía. Su escritura resplandece en los tiempos cortos, como si un sátiro bailase vallenato bajo el sol del Caribe, la pasión concentrada en el instante. Gabo es más artista que intelectual.
Carmen Balcells, demiurga y agente literaria de ambos, aparece en la novela como una sacerdotisa de inteligencia carnal que sabe mediar entre los escritores. Sus palabras confirman el talento de ambos: «Vargas Llosa es el primero de la clase, pero Gabo es el genio». Los dioses se alimentan de lo humano, y solo a partir del deicidio puede surgir el arte, como un puñetazo, que nos recuerda la sangre que circula por el pensamiento.
—————————————
Autor: Jaime Bayly. Título: Los genios. Editorial: Galaxia Gutenberg. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: