Mikel Ángel Toledo i Banyuls (Pego, Alicante 1968) ha vivido esta última década inmerso en los primeros años del siglo XII con el objetivo de rescatar una figura borrosa por el efecto del tiempo y del olvido: la de Abú Abd Allâh Muhammad ibn Sah’d ibn Mardánish, llamado el Rey Lobo por los rasgos característicos de su personalidad: coraje, astucia, carisma y capacidad de liderazgo. Fruto de su esfuerzo es un relato histórico en formato de cómic de grandes dimensiones (30×22 centímetros) que resume la agitada e intensa vida de Ibn Mardánish. Es un proyecto maratoniano bajo el título genérico de Rex Lupus que incluye tres volúmenes, dos de ellos ya publicados por NPQ Editores: El sexto reino, en 2018, y La furia del Sharq, en septiembre de 2022. El amplio intervalo entre ambos títulos se debe al parón de la pandemia y a una serie de vicisitudes familiares que afectaron al autor. Lo que no te mata te hace más fuerte y, recuperado de las pérdidas, Toledo sigue fiel a su compromiso con su héroe medieval trabajando en el tercer volumen, cuya publicación está prevista para dentro de un par de años. Mientras tanto, se puede acceder al contenido de la saga en rexlupus.es.
Sólo en el primer volumen invirtió unas 4.500 horas entre acopiar documentación, elaboración de la trama, guión, diseño, dibujos, etcétera. Con minuciosidad, regodeándose en los detalles, Toledo pone énfasis en las numerosas campañas bélicas del Rey Lobo en una época en la cual las fronteras cambiaban su trazado de un día para otro. Con un estilo dinámico y expresionista plasma batallas, asedios, escaramuzas y masacres que se alternan con escenas de interiores y alguna pincelada erótica, pues Mardanísh no seguía a rajatabla los estrictos principios de la religión islámica y, como buen levantino mediterráneo, saboreaba los placeres de la vida.
Nacido en 1124, en Peñíscola (Castellón), el año próximo se celebra, pues, su 900 aniversario. El Rey Lobo gobernó entre 1147 y 1172 un extenso territorio en el sudeste peninsular, el Shark al-Ándalus. Fue un gran guerrero y un político sagaz que estableció alianzas con sus vecinos cristianos y defendió su territorio de la invasión de los almohades, que no pudieron conquistar su reino hasta después de su muerte. También fue un buen gobernante que intentó llevar la prosperidad a su pueblo por encima de las duras condiciones de la vida en su época.
Toledo descubrió a Abú Abd Allâh Muhammad ibn Sah’d ibn Mardánish en 2004, cuando se celebró en su localidad natal, Pego (Alicante), el 725º aniversario de la Carta Pobla otorgada por el Rey Pedro III El Grande, hijo de Jaime I. En esa época ejercía como artista fallero, una prometedora carrera que se truncó por los vértigos que sufría a causa del accidente, y el municipio le encargó un monumento conmemorativo sobre esa efeméride histórica, que despertó su interés por el pasado islámico de su tierra. Años después se reavivó su interés por el tema al leer una novela de Santiago Roa, La loba de al-Ándalus, protagonizada por la favorita del Rey Lobo y ambientada en el Shark al-Ándalus, el reino de taifas que éste gobernó entre 1147 y 1172, el más extenso de la península, que abarcaba desde el delta del Ebro hasta Almería incluyendo parte de Cuenca y Teruel y llegando hasta Jaén.
Fascinado por el fulgor y las hazañas de un nombre del que no había oído hablar en la escuela, decidió emprender una especie de cruzada literaria para recuperar su memoria haciéndola accesible tanto a los amantes de la historia como a los adictos al cómic. Con esta filosofía nació el proyecto Rex Lupus. Para conocer los hechos históricos y reflejar fielmente los detalles de la ambientación —arquitectura, vestimentas, armas, etcétera— Toledo emprendió búsquedas en libros de historia, archivos, artículos de divulgación, además de visitar castillos y lugares que recrea en sus dibujos.
«Cuando se novelan hechos históricos la mayor dificultad es ser fiel a la realidad, además de concretar y sintetizar los acontecimientos en el mínimo texto posible para adaptarlo a la distribución de las viñetas y al lenguaje del cómic», dice Toledo. «Si pretendes ser realista, el dibujo tiene que estar muy bien documentado: ropajes, armas, castillos, caballos, las perspectivas, las proporciones, los encuadres, los gestos, las manos… Todo es mucho más complicado que con un estilo y un color más simple, pero la satisfacción que siento al ver por fin mis libros en papel y poder dar a conocer esta historia y estos personajes me compensa el esfuerzo que le he dedicado».
El Rey Lobo de Valencia y Murcia impulsó el crecimiento económico desde la agricultura, intensificando una red hidrográfica de acequias, canales y albercas para el regadío. Potenció también la artesanía, la fabricación de seda y papel y la arquitectura, construyendo numerosos castillos y palacios, como el de Zaydía, destinado a su hija, que da nombre a un barrio de Valencia. Fomentó las exportaciones y tratados comerciales con las repúblicas de Génova y Pisa, países eslavos y Oriente medio. Su reinado fue la época de mayor esplendor de Murcia y Valencia en la Edad Media. Reclutó un ejército formidable mediante pactos con los reinos cristianos y luchó por la felicidad y la prosperidad de su reino y de sus súbditos. Asedió Córdoba durante casi un año; puso cerco a Sevilla, capital almohade, desafiando así a un poder militar infinitamente superior al de prácticamente toda la península y conquistó Granada, ciudad emblemática que conservó durante más de medio año. Estableció ceca y acuñó moneda, la más importante el morabetino lupino de oro, de gran valía y solvencia, que circuló por toda Europa hasta finales del siglo XIV.
¿Por qué el olvido difuminó la figura de este gran monarca? «A la historia oficial influida por la iglesia católica no le interesaba recordar que fue un musulmán el que frenó la invasión de los almohades mientras los reinos cristianos se desangraban en disputas internas», responde Toledo. «Si hubiera sido cristiano, seguro que habría sido recordado y ensalzado, como ocurre con Jaime I», concluye Mikel Ángel Toledo i Banyuls.
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