A estas alturas del partido sabemos que la nostalgia es un ejercicio arriesgado. En pequeñas dosis proporciona sabor, textura y consistencia a la vida, ayudando a digerir el presente. Pero si le rendimos más culto del estrictamente necesario, si nos enganchamos a su práctica —cosa nada extraña en un tiempo como el actual, copado por productos culturales, modas e incluso políticos que vuelven del pasado—, es muy probable que acabemos convirtiéndonos en esclavos de su veneno adormecedor. Que se torne fuente eterna de insatisfacciones por comparación y que, como cantaba el malogrado Antonio Vega (1957-2009) junto a su primo Nacho (1961), seamos capaces de todo «con tal de regresar» y obviemos la realidad, lo que tenemos delante. Aun así, ¿cómo resistir la tentación de volver la mirada?
"Aquí el paso a la vida adulta viene acompañado de paseos y cañas por el muy madrileño barrio de Argüelles/Moncloa, conciertos de Nacha Pop y casetes de Los Secretos"
Por eso el protagonista del libro, Michi —¿alter ego del propio Colden?—, decide poner por escrito esa maraña de sentimientos e imágenes contradictorias de las que ni siquiera décadas después ha podido huir: su adolescencia en un estricto colegio de curas, el recuerdo de un amor platónico que le dejará marcado, el despertar sexual, el apasionado vínculo con los amigos de entonces, la consolidación de su alianza espiritual con la cultura —en particular, con la música como identidad y la literatura como credo—, la actitud contestaria ante las injusticias o el tenso ambiente político de los años posteriores al final de la dictadura, caracterizado por los atentados de ETA, el golpe de Estado del 23-F y la amenaza de una vuelta a la represión franquista.
Tengo claro que Tu sonrisa sin temblar es miembro por derecho del club de las novelas de iniciación o Bildungsroman —como El guardián entre el centeno (1951) o Demian (1919), por citar algunas de las más conocidas. Más allá del impacto psicológico —sobre todo, como fijación de un ideal de belleza— que la aparición de Virginia tendrá en nuestro protagonista, uno de los aspectos más potentes del libro estriba en el heterogéneo círculo de amistades que Michi forja con personajes inolvidables: su mejor amigo Mario —mod y falangista no practicante—, el punki Baquetti, el misterioso y culto Rubén o las idas y venidas del extravagante Luis Baeza. Todos ellos, y sus esfuerzos por sacar adelante una revista cultural que haga frente al conservadurismo de su centro educativo o representar una obra teatral, oponiéndose a los —salvo excepciones— despiadados profesores y rancios compañeros de clase que lo pueblan, reflejan el crisol de influencias característico de la adolescencia; aquí el paso a la vida adulta viene acompañado de paseos y cañas por el muy madrileño barrio de Argüelles/Moncloa, conciertos de Nacha Pop y casetes de Los Secretos, Radio Futura, The Specials, The Clash, los Sex Pistols o Aztec Camera.
"Quién sabe, quizás atreverse a reabrir el baúl de los recuerdos no sea tan mala cosa. Puede que las viejas fotografías nos hagan sonreír con amargura como lo hacen las páginas de Colden"
El autor madrileño construye este volumen valiéndose de un estilo limpio, pocos adjetivos y muchas escenas armadas con tino; no es difícil dejarse llevar por su ritmo ligero —pero de fuerte pegada— y darse cuenta de que ya hemos dejado atrás cada una de sus tres partes, compuesta por capítulos cortos. Al terminarlo, se nos quedará la misma sensación que acabado el colegio para no volver: se ha cerrado una época, somos «mayores» de repente. Y junto a la tristeza que provoca saber que hemos dejado de pertenecer a ese mundo, nos preguntaremos si las cosas podrían haber sido distintas.
Quién sabe, quizás atreverse a reabrir el baúl de los recuerdos no sea tan mala cosa. Puede que las viejas fotografías nos hagan sonreír con amargura como lo hacen las páginas de Colden. Quizás, como nuestro protagonista, se anime usted a marcar el número de teléfono de una amistad que creía enterrada. Y quizás, salvadas la idealización de cada beso fantasma y las personas que —como en aquel impresionante cuento de Carlos Castán (1960)— están muertas de verdad o solo para nuestra memoria, también descubramos que los límites entre el recuerdo y la ficción son mucho más difusos de lo que pensábamos.
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Autor: Víctor Colden. Título: Tu sonrisa sin temblar. Editorial: Pre-Textos. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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