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En casa de Montecristo, radiografía de una venganza (IV) - Zenda
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En casa de Montecristo, radiografía de una venganza (IV)

También sabemos que, durante el siglo XIX, alguien compró dicha parcela, así como la del n°32, para derruir la antigua casa y construir los edificios que han llegado hasta nuestros días. Y es que el destino del n°30 está íntimamente ligado al del n°32, pues albergan dos inmuebles de seis plantas casi perfectamente simétricos que,...

Epílogo: los restos de la venganza

¿Qué queda de esa venganza? ¿Qué restos se conservan hoy de la epopeya del Conde de Montecristo? Según el plan catastral de París de 1810-1836, el n°30 de los Campos Elíseos se dividía en dos parcelas: una perteneciente a un tal Touchard y otra (el n°30 bis) perteneciente a un tal Villette. Ambas, muy estrechas y alargadas, compartían una extraña tipología en forma de L, con un extremo en los Campos Elíseos y otro en la rue du Colysée. Además del plan catastral, el documento más antiguo que se conserva del n°30 es un litigio de 1838 entre su propietario, el doctor Villette, y un obrero llamado Colombet, que efectuó unas reparaciones en su casa [1]. El juez de paz obligó al doctor Villette a pagar 99,27 francos a Colombet, el doble de lo que dictaminaron los peritos Roux y Lemaistre, pues la reclamación que presentó el doctor Villette no prosperó. Gracias a este documento podemos concluir que en 1838, año en que está ambientada la intriga parisina del Conde de Montecristo, existía una casa en el n°30 y que además era antigua, pues necesitaba reparaciones.

Plano catastral de 1810-1816.

También sabemos que, durante el siglo XIX, alguien compró dicha parcela, así como la del n°32, para derruir la antigua casa y construir los edificios que han llegado hasta nuestros días. Y es que el destino del n°30 está íntimamente ligado al del n°32, pues albergan dos inmuebles de seis plantas casi perfectamente simétricos que, desde siempre, han sido llamados “los gemelos” de forma familiar. Los únicos de toda la célebre avenida que hoy conservan su aspecto original.

"Alejandro Dumas escribió El Conde de Montecristo entre 1844 y 1845, seguramente cuando el doctor Villette todavía vivía en su vieja casa, y falleció en 1870, sin haber conocido los edificios que actualmente dan a la avenida"

Pero no son los únicos en ocupar sus respectivas parcelas: al fondo, alejados del ruido de la concurrida avenida, se erigen dos curiosos edificios que no siempre hicieron justicia al apodo de “los gemelos”. En un primer momento, el del n°30 tenía dos pisos, mientras que el del n°32 tenía solo uno, ya que el primer promotor del conjunto no llegó a acabarlo, por razones económicas. El 20 de abril de 1882, las hermanas Brizard compran las dos fincas y terminan de construir los inmuebles del fondo, que acaban haciendo honor al apodo de sus compañeros del lado de los Campos Elíseos, terminados antes (hay constancia de que los bajos del n°30 fueron alquilados en 1878 por un peluquero). Yves Rocher ocupa el edificio del fondo del n°32 entre 1981 y 1985. En 1992, el centro de belleza Biologique Recherche toma su relevo y une por dentro ambas construcciones para crear una sola [2].

Alejandro Dumas escribió El Conde de Montecristo entre 1844 y 1845, seguramente cuando el doctor Villette todavía vivía en su vieja casa, y falleció en 1870, sin haber conocido los edificios que actualmente dan a la avenida, ni los del fondo de la parcela. Resulta difícil imaginar la gran mansión que Bertuccio encontró para el Conde tanto en el limitado terreno original del n°30 como en los inmuebles de seis plantas que quedan hoy. Sin embargo, si atravesamos el actual porche y accedemos al patio interior, nos sorprendemos al descubrir la simétrica casa de dos pisos que ocupa los números 30 y 32 (foto de portada). El edificio parece sacado de contexto, pues fue construido bajo la sombra de los inmuebles de seis plantas que dan a la avenida, a apenas doce metros. Sorprende su trabajada fachada, con sus cornisas, sus tres tipos de ventanas, sus contraventanas y sus molduras, sobre todo comparada con la fachada trasera de su edificio vecino, despojada de todo ornamento, acorde con el poco agraciado lugar. ¿Por qué decorar entonces con tanto cuidado una fachada invisible desde la avenida, a la que no se podía acceder sin el permiso de los habitantes del edificio principal? ¿Por qué otorgar ese valor a una casa cuyas vistas dejan tanto que desear?

"¿Por qué no recoger su testigo y construir una realidad a partir de dicha fantasía? Podríamos deducir que las hermanas Brizard, o el arquitecto al que recurrieron, se inspiraron en la novela para acabar la construcción"

Sin mucho esfuerzo, haciendo un inmediato ejercicio de abstracción de las construcciones que la rodean y limitan actualmente, podríamos imaginar la singular mansión en medio de un extenso jardín. Cuando fue construida, a finales del siglo XIX, la célebre novela de Dumas había adquirido una fama mundial y ya formaba parte del subconsciente colectivo. Recordemos que la dirección del n°30 de los Campos Elíseos es la más repetida en todo el texto, quedando grabada en la memoria del lector. No sabemos por qué Dumas eligió este preciso número de los Campos Elíseos y no otro, por qué quiso atraer nuestra atención hasta dicho lugar, pero lo cierto es que le sirvió para fantasear e imaginar el escenario ideal para los momentos clave de la venganza del Conde de Montecristo. ¿Por qué no recoger su testigo y construir una realidad a partir de dicha fantasía? Podríamos deducir que las hermanas Brizard, o el arquitecto al que recurrieron, se inspiraron en la novela para acabar la construcción.

Para demostrar esta hipótesis, he dibujado el edificio actual y lo he utilizado como punto de partida pata situar los distintos espacios imaginados por Dumas, constatando que la casa ficticia encajaría perfectamente en la real. La organización de las salas en las que se podría dividir cada planta, siguiendo una distribución propia del siglo XIX, es coherente. Basta con desplazar la escalera para colocarla en una posición más central y liberar así la fachada trasera, que debería dar a un gran jardín. Si bien se trata de una modificación difícilmente factible en la actualidad, no olvidemos que ya se hizo una transformación importante cuando Biologique Recherche ocupó el lugar, pues se tiró el muro que separaba los edificios gemelos en las plantas baja y primera, aportando una idea de unidad que los acerca a la mansión de la novela.

***

[1] Factum. Villette (Dr.). 1838. Notice n°FRBNF36811433. Indentifiant: ark:/12148/cb368114333

[2] PAYEN-APPENZELLER, Pascal y PAYEN, Brice. Dictionnaire historique, architectural et culturel des Champs-Elysées. Ledico, Paris, 2013, p. 306-308. ISBN 978-2-9542240-0-8

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Marcos Belmar

Arquitecto que en 2009 abandonó su país para poder ejercer un oficio en peligro de extinción. Vive y trabaja en Lyon, donde es co-gerente del estudio de arquitectura Tabula Rasa. Autor del blog Todavía lejos. @marcos_belmar

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