En De Helsinki a Kiev. La destrucción del orden internacional (Pigmalión, 2022), Javier Rupérez recuerda sus inicios en la diplomacia, reflexiona sobre la inestabilidad del orden mundial generada por la invasión rusa de Ucrania y defiende las vías de regreso a «la razón y la paz» sin concesiones al agresor.
Javier Rupérez (Madrid, 1941), embajador de España ante los Estados Unidos, ante la OTAN y ante la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), tiene un amplio currículo profesional como diplomático, político y parlamentario, y es autor de una decena de libros.
«El superviviente que soy y por el que me debo a la historia constata (…) que el mundo elaborado y progresivo en el que habíamos trabajado desde el final de la II Guerra Mundial (…) está hoy puesto en irremediable peligro de extinción. El responsable de la catástrofe tiene un nombre: Vladímir Putin. Y un país del que es dirigente: la Federación Rusa», escribe el autor, que en noviembre de 1979 fue víctima de un secuestro por parte de ETA durante 31 días.
Las reflexiones del diplomático tras una carrera que en sus inicios lo llevó hasta Helsinki como observador y actor en la construcción de la seguridad colectiva de Europa han sido presentadas en Madrid en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la que es académico, y en el Archivo Histórico Nacional.
Rupérez constata en sus memorias que, a diferencia de lo ocurrido tras la Segunda Guerra Mundial, hoy no ha sido posible articular mecanismos que como la Conferencia de Helsinki y el Acta Final han sostenido amplios periodos de convivencia europeos.
Se pregunta qué precio estamos dispuestos a pagar por la paz y la libertad y defiende la integridad territorial de Ucrania, la retirada de las tropas ocupantes, la reparación por el agresor de los daños causados y el enjuiciamiento de los responsables, empezando por el propio Putin.
«Pertenezco a las generaciones que heredaron los resultados de dos guerras, una civil y otra mundial, y que se vieron forzados a aprender lo que nuestros mayores hicieron para superar los correspondientes traumas», escribe el autor, quien desgrana sus recuerdos a partir de una afirmación inicial: «Soy un superviviente».
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