Que La Regenta es la mejor novela del XIX en castellano lo puede afirmar, incluso, un galdosiano como yo. Seguro que usted, querido lector, conoce el argumento de la obra. Ana Ozores se ha cansado de la vida conyugal con Víctor Quintanar, y por ese vacío existencial se cuela Fermín de Pas, sacerdote de la asturianísima Vetusta, quien se siente atraído por ella. Lo mismo ocurre con Álvaro Mesía, arquetipo donjuanesco, que no sólo se enamora de Ana sino que además consigue que ella se enamore de él. Celoso, Fermín de Pas le hace llegar la información de este adulterio al marido, Víctor, que se bate en duelo con Álvaro. Este episodio acaba con los dos amores de Ana perdidos: su marido muerto y su amante fugado. Fermín de Pas aprovecha la ocasión para destruir la reputación de la Regenta, acabando ahí la obra. El friso de aquella España finisecular, el retrato de los vicios del clero y de la burguesía, el conflicto moral que vive Ana Ozores entre el deseo y el deber, el ambiente opresor que toda mujer vivía más allá de la posición social… Todo ello convierte a La Regenta en aquello que afirma el primer renglón: la mejor novela del XIX.
Ninguno de estos rasgos sirvió para que la censura franquista dejara pasar la oportunidad de prohibir la obra apenas medio siglo más tarde. La apertura en derechos y libertades que había traído consigo la Restauración permitió que la novela creciese sana y robusta a principios del XX. Sin embargo, la llegada de la dictadura franquista acabó con toda esa liberación, y el nuevo índice de libros prohibidos se cebó con La Regenta. Los motivos de esta censura los cito textualmente a continuación: «libro saturado de erotismo», «demasiada lascivia», «la preocupación por la lujuria», «la parte absoluta que tienen los apetitos carnales en las acciones humanas», etc. El franquismo no estaba dispuesto a comulgar con el deseo de Ana Ozores, y menos aún si ese apetito chocaba frontalmente contra la religión oficial del régimen.
Ha transcurrido siglo y medio desde que se publicó La Regenta, casi un siglo desde que se prohibiese y, pese a que este tipo de cacicadas las teníamos olvidadas, por desgracia parece que resucitan. El Ministerio de Igualdad ha prohibido la etiqueta de un vino de El Bierzo por mostrar a una mujer en bikini. Dicta el Instituto de las Mujeres que la ilustración pretende cosificar a la mujer retratada, y que la presenta como un objeto sexual. Pese a que esta censura se promueve desde la dignidad y el respeto por la mujer, lo cierto es que el verdadero motivo tiene mucho que ver con aquel que esgrimió el franquismo para prohibir La Regenta: ha de rendírsele pleitesía a otra religión, esta mucho más fina e indetectable. Mucho me temo que aquella época de libertades que trajo consigo la muerte del dictador se ha ido al garete. Hace no mucho, una Ana Ozores en bikini hubiera sido vista como una conquista de derechos por parte de la mujer. Ahora, sin embargo, es causa de oprobio y censura. Por todos es sabido que la historia es cíclica, y mucho se han preocupado de que no la conozcamos para que, torticeramente, volvamos a caer en los sus errores. Así está el panorama, me temo.
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