Según el estudio que Oscar Horta aporta en el prólogo de su libro, Un paso adelante en defensa de los animales (Plaza y Valdés, 2022), el número de personas que defiende en Estados Unidos la igualdad derechos derechos entre animales y seres humanos ha crecido considerablemente en pocos años. La fuerza, durante las últimas décadas, de estos movimientos, que luchan por los derechos de los «animales no humanos», ha llevado hasta el parlamento español una polémica ley —con muchos seguidores y también un buen número de detractores— que no deja de dar titulares desde su tramitación en el congreso.
Hablamos con Oscar Horta sobre especismo, Dani Rovira, Jara y Sedal y la ley de bienestar animal.
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—Hace 50 años los que defendían igualar los derechos de los animales con los de los seres humanos eran una minoría. Ahora eso está cambiando, como explica en su libro.
—Sí. Ahora cualquiera se da cuenta de eso. Hay algunas estadísticas que apuntan en ese sentido, pero sería deseable que se hablará más, que hubiera más estudios, que en el barómetro del CIS también se preguntara por este asunto. Yo estoy convencido de que las respuestas reflejarían un interés por este tema.
—¿Es acertado equiparar también con los seres humanos, además de a los animales domésticos, a los salvajes y a otros que se pueden convertir en plagas?
—Cuando se habla de equiparar parece que se trata de que sean exactamente los mismos derechos, y en realidad no es así. El objetivo es que no cuente más el sufrimiento de alguien dependiendo de que pertenezca a una especie u otra. Esto es compatible con el hecho de que diferentes animales tengan distintas necesidades, distintos intereses. También ocurre que hay conflictos entre los intereses que tenemos como individuos y los que tienen los animales, y también entre ellos. Igual que también hay conflictos entre los seres humanos, y cuando eso sucede intentamos ver cuál es la decisión que resulta más razonable. En el caso de animales cuya presencia puede ser perjudicial y puede ser lesiva para los seres humanos, hay que valorar los intereses de los seres humanos y también los de los animales.
—Uno de los argumentos que se utilizan para diferenciar a los seres humanos de los animales es que ellos no utilizan un lenguaje.
—Este argumento es un poco problemático. Porque, en primer lugar, ¿qué es lo relevante del lenguaje? Un ser humano me puede decir si está bien o mal comunicándomelo, pero el «animal no humano» no. Yo no puedo saber si ese animal está sufriendo de la misma manera en que lo hace el ser humano, pero este argumento no parece que sea muy concluyente, porque hay otras señales que nos llevan a entender si los que nos rodean están sufriendo o no. Si un ser humano que está riéndose nos afirma que está sufriendo mucho, pues no nos vamos a fiar de lo que nos dice, pero si lo hace llorando sí. En el caso de los animales hay otros indicadores, como puede ser la conducta observable, que nos llevan a concluir si están sufriendo o no. El problema es cuando nos dicen que el sufrimiento de una persona que tiene las capacidades cognitivas para el lenguaje merece más respeto que el mismo sufrimiento de un animal. Creo que esa posición no la deberíamos aceptar jamás. Esto lo podemos ver de manera más clara con otro ejemplo. Hay seres humanos que tienen problemas cognitivos, por enfermedades congénitas o por daños cerebrales, y no pueden hacer uso del lenguaje. Nunca aplicaríamos ese criterio con ellos porque nos merecen respeto. Esto demuestra que la idea de que el lenguaje importa a la hora de diferenciar hay que descartarla.
—¿Es compatible defender sus derechos y que no te gusten los animales?
—Claro que sí. Imagínate a alguien que esté implicado en alguna causa en defensa de seres humanos en situación de vulnerabilidad, por ejemplo mujeres víctimas de agresiones, personas que sufren racismo, gente que está pasando hambre o que son víctimas de enfermedades en países desfavorecidos. Sería raro, incluso ofensivo, fuera de lugar, decirle «te preocupas por esas personas porque te gustan». Si te opones al racismo o si quieres defender a las personas que están padeciendo injusticias no es porque te gusten o te caigan bien, es porque es injusto lo que están sufriendo. Y en el caso de los animales sucede algo semejante: no te parece bien que se les pueda causar un sufrimiento.
—Hay un concepto que se repite en su obra. Explique a los no iniciados qué es el especismo.
—El especismo es el nombre que le damos a la discriminación que sufre alguien por no pertenecer a una especie determinada. Es un término que fue acuñado hace más de medio siglo. Es de uso común en el mundo académico y entre las personas que trabajan en la defensa de los animales, aunque todavía no está tan difundido entre el resto de la gente. El especismo es un término análogo a otros que ya conocemos, como racismo y sexismo. Podríamos decir que los seres humanos somos especistas con los demás animales. Pero no solo somos especialistas de esa manera, también cuando a ciertos animales no humanos les damos preferencia sobre otros. Por ejemplo, a una vaca o un cerdo no le tenemos el mismo respeto que a un perro o un gato. Simplemente porque igual nos resultan más simpáticos o atractivos. Esto sería también un ejemplo de especismo.
—Hace unos días, el actor Dani Rovira publicó en Twitter: «Cada noche, cuando entro en la cocina hay una cucaracha que se queda quietita cuando doy la luz. No le hago nada. No la mato, porque es un ser vivo; no la echo, porque me da algo de asquete. Ella me lo agradece no apareciendo durante el día. Llevamos un mes de convivencia impecable». El tuit se viralizó y tuvo un montón de comentarios de personas que le criticaban.
—Lo que sucede ahí es que con los invertebrados podemos no saber bien dónde está el límite sobre su capacidad de sentir y de sufrir. Eso es algo que vemos con los artrópodos, como son los insectos y también los crustáceos, que tienen un sistema nervioso centralizado y un cerebro, no como el nuestro, pero suficiente como para procesar información compleja y tomar decisiones. Hay argumentos para considerar que pueden sufrir. Entonces, ¿qué es lo que pasa? Que esto nos puede resultar muy chocante, nos puede parecer una locura y llegar a ridiculizar la defensa de los animales. Hay una frase de Richard Ryder —la persona que acuñó el término de especismo— que me gusta mucho: «La liberación animal es muy fácil de ridiculizar, pero muy difícil de rebatir«. Creo que deberíamos aplaudir, en lugar de despreciar, aquellas posiciones que ayudan a ensanchar nuestras perspectivas, a que tengamos un punto de vista más abierto a nuevas ideas. Sobre todo, cuando esto se hace desde un punto de vista compasivo y solidario, cuando planteas una idea no porque sea beneficiosa para ti sino que lo haces porque quieres conseguir un mundo mejor para los demás. En el caso de insectos, sin matarlos, lo puedes apartar o lo puedes sacar de tu casa.
—¿Qué es un ser sintiente? ¿Quiénes lo son?
—Sintientes son aquellos que tienen la capacidad de tener experiencias, estados mentales, de vivenciar aquello que te sucede. Por ejemplo, cerrar los ojos y tener un pensamiento o un recuerdo. Esas experiencias pueden ser positivas y negativas. En este último caso podemos llamar sufrimiento a toda clase de experiencia negativa —aunque no sea dolor físico—: insatisfacción, tristeza… No solo somos sintientes los seres humanos, los demás animales también lo son.
(En ese momento de la conversación, el perro de Oscar nos interrumpe con unos gemidos para ratificar las palabras de su dueño)
—¿Por qué las plantas no están incluidas como sintientes? ¿Es la excusa para tener algo que comer?
—No se trata de establecer una distinción arbitraria entre animales y plantas y otros organismos, como pueden ser los hongos, que tampoco son sintientes. La cuestión radica en el hecho de que no todos los animales son sintientes. Por ejemplo, las esponjas son poríferos, no tienen sistema nervioso y por lo tanto podríamos concluir que no son sintientes. Hay otros indicadores, como la lógica evolutiva. Imagina, por ejemplo, un árbol. ¿Para qué le sirve a un árbol ser sintiente? Para nada. Porque la sintiencia te permite moverte para hacer aquellas cosas que son buenas para ti o para evitar las malas. Si a un árbol le doliese la raíz, eso no le serviría absolutamente para nada, porque no va a poder encontrar una solución. El factor fundamental para entender esto podría ser la fisiología. En realidad, no sabemos exactamente dónde está la frontera entre los animales que son sintientes y los que no lo son. Lo que sí sabemos es que las plantas no tienen esa capacidad. En cambio, si hablamos de Inteligencia Artificial, aunque ahora no son sintientes en un futuro cercano pueden llegar a serlo. Y deberíamos mostrar respeto hacia ellos. Lo cual avala que queramos defender a los animales por ese concepto moral de sintiencia.
—Creo que usted no está suscrito a Jara y Sedal. En su obra es muy crítico con la pesca deportiva y la caza.
—Soy crítico, pero no más que con otras formas de explotación animal. Cuando estamos ante actividades que aunque nos causan un beneficio pueden causar a otros un daño significativo, debemos abandonarlas o cambiarlas. Si te gusta la caza, en lugar de disparar a los animales puedes sacarles fotos en el medio del monte. Si lo matas es mucho mayor el perjuicio que causas que el beneficio que tú obtienes cuando te lo pasas bien haciendo eso. Si tú estuvieses expuesto a sufrir el mismo daño quizás tendrías un argumento, pero nadie aceptaría esto.
—¿Cuáles son la alternativa a la caza para controlar las poblaciones de corzos, jabalíes, conejos…?
—Ese es un argumento que los cazadores utilizan para defender su posición, pero no es la razón por la que ellos cazan, lo hacen porque les gusta. Yo vivo en Galicia, en un entorno rural, y a mi alrededor hay muchos conejos que son criados por cazadores. Pero al margen de que el argumento no sea honesto, hay que distinguir entre la defensa de los ecosistemas y el respeto por los individuos. No podemos justificar una matanza para defender la conservación de un ecosistema. Los seres humanos son los animales que más transforman los ecosistemas y entendemos que esto no puede justificar que se los mate. ¿Por qué se justifica que sí que ocurra con otros animales? Pues podemos afirmar que es por especismo.
—En su blog podemos leer la Declaración de Montreal, realizada en octubre de este año. En este documento sus autores afirman: «En la medida en que implica violencia y daños innecesarios, declaramos que la explotación animal es injusta y moralmente indefendible». ¿Deben desaparecer las granjas y piscifactorías?
—En las granjas y factorías no solo se crían animales para quitarle su vida, sino que además también se les causa una cantidad de sufrimiento terrible. Son fábricas de productos alimenticios que comen los seres humanos, y también fábricas de un sufrimiento tremendo. Estamos hablando de miles de millones de animales —mamíferos, aves y peces— sacrificados en un número mayor del que hay de seres humanos en el planeta. No necesitamos hacer esto. Podemos vivir de otra manera sin causar este sufrimiento.
—El veganismo, que tiene una gran carga moral, ¿puede ser simplemente una alternativa alimentaria real para todos los países y todas las personas?
—La definición más exacta que podemos dar del veganismo es simplemente intentar no dañar a los animales no humanos. Y la expresión más clara para lograrlo es no consumir productos o servicios de origen animal. ¿Es posible alimentarse sin productos animales? Sí, es posible. Hay gente que lleva haciéndolo durante décadas de forma saludable. Yo mismo llevo ya casi treinta años. Esto es algo que está al alcance de todo el mundo. Las asociaciones principales de dietistas y nutricionistas han indicado que esto es un modo de alimentarse saludable a lo largo de las distintas etapas de la vida. En cuanto a si económicamente esto es factible, pues si tú plantas un campo con leguminosas o cereales, la cantidad de comida que vas a tener es mucho mayor que si usas esos frutos para alimentar a unos animales y luego te los comes. En este sentido, la producción de proteínas de origen animal es muy poco rentable de forma global. Además, la demanda de productos alimenticios para criar animales provoca que su precio suba y que la gente con menos recursos a nivel internacional, de los países más desfavorecidos, tenga más dificultades a la hora de acceder a esa agricultura, causando incluso situaciones de hambre en distintos lugares. En lugar de usar los productos para alimentar a la gente, los emplean para alimentar animales para que luego los coma una minoría. Aunque el argumento que yo usaría para defender no consumir animales es muy simple: porque les estás causando un daño.
—Hay veganos que han renegado después de probar esta dieta alimentaria, y hay estudios que apuntan a problemas menstruales, dentales, intestinales y hasta de depresión.
—Lo que necesitas es alimentarte correctamente. Si eres una persona vegana pero lo único que vas a comer son patatas y salchichas vegetales, no vas a tener una alimentación adecuada. Y lo mismo va a suceder si lo único que comes son patatas y salchichas hechas con cerdo. Debes tener una alimentación diversa que cubra los distintos nutrientes. No es cierto —en contra de lo que alguna gente piensa— que tengamos que comer proteínas de origen animal. Tú lo que tienes que comer son proteínas para tu organismo, que luego se van a descomponer en aminoácidos. No importa cuál es la fuente de esas proteínas, lo que importa es que las consumas adecuadamente en función de tus necesidades. Y algo semejante sucede con los demás nutrientes. A veces se apunta que los veganos deben consumir productos fortificados para suplir la deficiencia de B12, pero esto es algo que también ocurre con las personas que comen carne.
—¿Qué piensa de la ley animal?
—Desde el punto de vista de defensa de los animales, nos gustaría conseguir una ley mucho más avanzada, pero quizás sea la mejor que podemos conseguir a día de hoy. Sin más. Este es mi comentario sobre esta ley.
—¿Deben estar incluidos en ella los perros de caza?
—Evidentemente que eso debería ser así. La clase política, con algunas excepciones, es indiferente al sufrimiento de los animales. Los políticos tampoco se dan cuenta de que la defensa de animales es una causa que a día de hoy disfruta de un enorme apoyo social. Eso es algo parecido a lo que sucedió con la eutanasia. Había partidos políticos que se oponían a la aprobación de esa ley cuando sus votantes eran favorables a su aplicación. En el caso de los animales sucede exactamente lo mismo. Y no solo sucede en el caso español. Es algo que ocurre en otros países, donde los votantes están a favor de legislaciones más avanzadas en la defensa de los animales que las que promueven sus propios partidos. Y por supuesto, en el caso de los perros de caza es evidente que tienen que estar incluidos. No lo están simplemente porque hay un deseo de complacer a un lobby. La caza es un lobby muy importante, igual que lo es de la industria cárnica.
—¿Cuál es su próximo proyecto de investigación y de escritura?
—Estoy trabajando en distintas cosas en un ámbito un poco más académico. Algunas cosas que escribo son para un público más amplio y otras están en el campo de la filosofía. Ahora estoy escribiendo un manual de introducción a la filosofía moral.
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