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Enseñar a pensar, aprender a actuar - Zenda
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Enseñar a pensar, aprender a actuar

No cualquier pensamiento, claro está, sino aquel que con buen juicio se denomina “pensamiento crítico”, que es la base para poder hallar razonamientos equiparados a valores constructivos y tolerantes. Y para pensar primero hay que “aprender a pensar”, lo cual requiere previamente que exista una postura previa, docente y decidida: “enseñar a pensar”. Esto es...

La Historia se repite tanto como se precipita. Regresa como un ciclo y se acelera y comprime en el tiempo. Por eso la humanidad vive atónita y angustiada en los momentos actuales, tiempos que ya se manifestaron en el pasado similares y trágicos y cuyo fantasma se alza como una apocalíptica autodestrucción planetaria. Se vive en la incertidumbre, el miedo, la inseguridad ante las continuas crisis económicas, sociales, de valores éticos y de violencias diversas que generan un enorme vacío de respuestas a preguntas sustanciales. Preguntas acuciantes que, de nuevo, vuelven a referirse a qué es la verdad (pero la inequívoca), qué es la justicia (pero la auténtica), qué es la tolerancia (pero la real) y qué es la democracia (pero la común). Por doquier surgen preguntas o, más cierto aún, lagunas de ignorancia, nociones sin asidero, todo un terreno fértil para el engaño de líderes obtusos, para la no-libertad y para el populismo tóxico de cuño totalitario (cuando no directamente vertebrado en torno a la estupidez más ridícula y flagrante). Son preguntas ante las cuales la sociedad en su conjunto, a cualquier edad, no sabe argumentar respuestas por el mero hecho de que esas respuestas precisan de un pensamiento estructurado en valores y métodos acertados. En la sociedad del espectáculo screamer, del consumo hiper-incentivado y del capitalismo salvaje inequitativo, a la que añadir las múltiples sociedades fallidas, aplastadas por descaradas tiranías totalitaristas o religiosas, lo que falta es pensamiento.

"La filosofía entraña, de por sí, unos valores y un modo de aplicarlos. Unas ideas suficientes para una vida acorde a esa suficiencia"

No cualquier pensamiento, claro está, sino aquel que con buen juicio se denomina “pensamiento crítico”, que es la base para poder hallar razonamientos equiparados a valores constructivos y tolerantes. Y para pensar primero hay que “aprender a pensar”, lo cual requiere previamente que exista una postura previa, docente y decidida: “enseñar a pensar”. Esto es lo que hace, entre otras cosas, la filosofía, abrir el camino para que el pensamiento propio sea rico, lúcido y abierto a la autocrítica. La filosofía, eso que tan en cuestión, ciegamente, los planes educativos orientados a generar seres humanos adocenados en una megacadena de producción mundial tanto evitan, sacándola de los estudios formativos básicos y dándole una etiqueta de prescindible.

La filosofía es —siempre lo ha sido— un mapa orientativo entre lo abstracto (esa conceptualización que nos permite organizar edificantemente el pensar para vivir felices y en armonía) y lo práctico (la praxis que produce los hechos y cauces que hacen real la felicidad y la mecánica entre lo colectivo y lo individual, base de toda tolerancia democrática). Y la filosofía entraña, de por sí, unos valores y un modo de aplicarlos. Unas ideas suficientes para una vida acorde a esa suficiencia.

El filósofo, filólogo y escritor Bernat Castany Prado ha acometido la tarea de enseñar a pensar. Siendo uno de los pensadores más interesantes y lúcidos de la intelectualidad española actual —ahí están sus magníficos libros sobre literatura y filosofía, como el maravilloso Una filosofía del miedo, finalista del Premio Anagrama de Ensayo 2021—, ha decido explicar a lectores de todas las edades, aunque podría parecer que en primer lugar a los más jóvenes, qué es el pensamiento crítico ilustrado, en qué consiste y por qué todavía estamos sacando rédito moral y vital a los pensadores del siglo XVIII, ubicados en la llamada Ilustración, un momento histórico en que, después de Spinoza, la humanidad dio un salto hacia la libertad y la razón.

Precisamente libros como el de Castany Prado son necesarios en los tiempos que corren, porque la libertad y la razón están amenazadas. El fantasma de la mentira, la superchería, la alienación religiosa, la xenofobia, la antidemocracia y la guerra, esta en todas sus versiones, vuelven a ser monstruos a la puerta de nuestros sueños. Y más aún a la de los sueños de las generaciones más jóvenes, esas que empiezan a plantearse el contexto en que viven y que precisan un norte didáctico-pedagógico.

"El libro va desplegando un recorrido intelectual lleno de amenidad de manera concatenada, lo que lo convierte en un viaje intelectual por las ideas y su conversión en realidades"

En este sentido, Pensamiento crítico ilustrado, de Bernat Castany Prado, viene a explicar lo complejo, a indicar cómo pensar en valores. Castany tiene ese don y ese conocimiento, que se traduce en una claridad expositiva envidiable, dominadora de todo el arco relativo a la dupla abstracción-praxis. Esta es la gran virtud del libro. Aunque parece a priori orientado a los jóvenes estudiantes, no solo se detiene en ellos. No hay edad para entender. La claridad, la ejemplaridad y el didactismo no tienen fecha de caducidad. Concebido como un ligero y ameno croquis comentado de ideas, e ilustrado por Cinta Fosch, experta ilustradora, con unos dibujos sugerentes y sintetizadores de esas ideas expresadas por Castany, el libro va desplegando un recorrido intelectual lleno de amenidad de manera concatenada, lo que lo convierte en un viaje intelectual por las ideas y su conversión en realidades.

Ese recorrido está dividido en dos partes: la primera, denominada “Pensamiento crítico”, se desarrolla como un juego de carácter detectivesco para desenmarañar los destrozos de las mentiras con que somos invadidos y violentados a diario sin que tengamos defensa intelectual suficiente. Ayuda a identificar los conocimientos erróneos y a prosperar en los verdaderos, inculcando la duda como método de pensamiento. Es especialmente destacable el final de esta primera parte, con una síntesis denominada “Instrucciones para amaestrar a una esfinge”, una serie de nociones que todos deberíamos llevar en un papel guardado en la cartera.

La segunda parte, “Acción ilustrada”, es una brillante reflexión factual mediante la actualización de los logros de la Ilustración, cuyos nombres claves siguen arrojando luz a situaciones o conflictos del mundo de hoy. Como bien dice Castany, a ese movimiento del XVIII “debemos buena parte de los derechos y libertades hoy en día: laicismo (Locke), separación de poderes (Montesquieu), tolerancia (Voltaire), libertad de pensamiento y expresión (Diderot), prudencia cognoscitiva (Hume), búsqueda de la felicidad (D’Holbach)”, y yo añadiría conocimiento científico empírico (D’Alembert). Nombres que abrieron un camino que hoy es transitable y necesario. El reto y logro de Castany es haberlos actualizado.

" La democracia lleva a la política, y para entenderla, hay que concebirla como un terreno de lo posible-perfectible entre fuerzas opuestas-conflictivas, pero que en su diálogo y pacto se logra lo común"

En dicha segunda parte de su libro-manual-guía, Castany urde unas ideas matriciales que conducen a la acción personal. Están expuestas con una sugerencia irresistible. Él las ha orquestado en torno a unos “Once pilares de la ilustración” y no me resisto a referirlos aquí: “1. Desear la verdad. 2. Creer en la realidad. 3. Buscar la felicidad. 4. Defender la libertad. 5. Aumentar la potencia. 6. Ejercitar la valentía. 7. Perseguir la justicia. 8. Practicar la amistad. 9. Defender el laicismo. 10. Ejercer la tolerancia. Y 11. Construir la democracia”. Son, desde luego, un mapa de la vida.

Al final, como se ve, se habla de democracia y se explican sus rotundas virtudes y sus siniestras amenazas. La democracia lleva a la política, y para entenderla, hay que concebirla como un terreno de lo posible-perfectible entre fuerzas opuestas-conflictivas, pero que en su diálogo y pacto se logra lo “común”, que es el “algo” de todos, por todos y para todos. La política, en fin, cuya culminación es el voto. También acaba esta segunda parte con un esclarecedor cuatro sinóptico con “12 pautas de la comunicación democrática” que no tienen desperdicio.

Este libro de Castany reivindica la filosofía y la práctica derivada del pensamiento que se basa en ella. ¿Qué es filosofía? Desde luego, no es una cosa extraña y abstracta para eruditos, aunque pudiera serlo también y no pasaría nada. Pero es que, además y sobre todo, es el camino que hace y ayuda a pensar. Y a ser libres. El nexo entre lo colectivo y lo personal.

Acaba el libro con una útil recolección de libros y películas que ilustran los valores y conceptos. Castany Prado escribe con profundidad para hacer sencillo lo complejo, logrando acercar al lector lo difícil, desmenuzando e interrelacionando lo abstracto para convertirlo en concreto. Para llevarlo al lúcido placer de pensar y actuar. Una gozada, este libro.

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Autor: Bernat Castany Prado. Ilustradora: Cinta Fosch. Título: Pensamiento crítico ilustradoEditorial: Thule Ediciones. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

4.5/5 (12 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)

Adolfo García Ortega

Vinculado al mundo del libro, la comunicación y la literatura desde 1980, ha sido traductor, crítico literario, articulista en prensa y editor. Su última novela es Su última novela es "El gran viaje" (Galaxia Gutenberg).

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Pepehillo
Pepehillo
2 años hace

Hobbes no decía que los reyes de su tiempo recibieran su autoridad de Dios (como suele ocurrir con los párvulos en historia, confunde autoridad con ‘potestas’). Pero chico, si Hobbes es el primer defensor de un contrato social sin Dios. Y además era protestante, no tenía ni zorra del orden social cristiano (como el autor del artículo, para quien Vitoria o Santo Tomás deben ser el nombre de unos montaditos) así que pensó que sería buena idea inventarse, él solito oiga, un ‘sistema’, como lo llaman ahora. ¿Dios, una superstición? No tienes tontería ni ná, ‘filósofo’.

Hobbes
Hobbes
2 años hace
Responder a  Pepehillo

«Los súbditos no pueden cambiar de forma de gobierno. Y
cuando algunos hombres, desobedientes a su soberano, pretenden rea-
lizar un nuevo pacto no ya con los hombres, sino con Dios, esto tam-
bién es injusto, porque no existe pacto con Dios, sino por mediación
de alguien que represente a la persona divina; esto no lo hace sino el
representante de Dios que bajo él tiene la soberanía.» Thomas Hobbes, Leviatán, capítulo XVIII. DE LOS «DERECHOS» DE LOS SOBERANOS
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