Dieciséis años después de La carretera, uno pensaría que tras el apocalipsis todo había terminado, pero no. Cormac McCarthy ha decidido sorprendernos a sus 89 años con una nueva obra, consistente en una novela y una suerte de anexo que llegan publicadas juntas a las librerías para gozo de sus lectores habituales.
El pasajero, la obra principal, nos relata la vida de Bobby y Alicia Western. Bobby, el protagonista principal, es uno de esos hijos de la bomba atómica que, tras estudiar física como su padre, decide que si “no se puede explicar lo inexplicable”, es mejor buscar su lugar en otra parte, y termina trabajando como buzo de salvamento implicado en la exploración de un avión sumergido en el que falta uno de los pasajeros. Esto aquí relatado suena, en la prosa de McCarthy, mucho más contundente, menos apresurado, más certero. Como también lo hacen las cartas de Alicia que Bobby lee. Mientras, el lector sigue pensando en el avión del que nada parece saberse, en el pasajero desaparecido, en quien parece perseguir a Bobby ahora, y se pregunta si va a comenzar en algún momento una trama vertiginosa olvidando que McCarthy nunca se ha dejado llevar por las modas. Bobby es el encargado en este caso de poner freno a el espejismo del lector mediante charlas de bar, ese fenómeno cada vez mas extendido en la literatura contemporánea por el que los personajes de las novelas charlan sobre sus intereses deslizando a buen seguro mas de una reflexión compartidas con su creador. Un fenómeno que tiene su contrapunto en Stella Maris, al tratarse en este caso de las conversaciones de Alice con un psiquiatra, novelando un estilo que ya habíamos visto sus lectores en The Sunset Limited y que en esta ocasión muestra cómo Alice va cayendo en el abismo que la lleva a un final que el autor ya nos ha anticipado. Y frente a la física y la racionalidad sin respuestas de Bobby tenemos a Alice y sus visitas, su concepción. Dos polos opuestos, o tal vez un complemento, salvo que se habla de locura dejando que el lector decida su versión del mundo como ya hiciera en la citada obra de teatro. Llegados a este punto, el lector comparte el tabú de los protagonistas y no une sus versiones. Es imposible. Estamos atrapados, igual que los pasajeros de la escena del avión que abre el libro, ese en el que recordamos que faltaba un pasajero, la escena que hablaba de oscuridad e incertidumbre. Como si hubiera sido una magistral puesta en escena.
El pasajero y Stella Maris son dos novelas que se complementan de esa forma en que lo hacen los hermanos, nada obvia, nada sutil, pero necesaria. Y es que McCarthy presentó el problema en la primera parte, el lector ya fue consciente de la inestabilidad mental de Alice, y nos deja en la segunda su resolución. Parece que algunas cosas sí las sabe concluir, pero, claro, lo hace a su manera. Otras nos las deja a los lectores, nos presenta las versiones y no se pronuncia, es cosa nuestra.
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Autor: Cormac McCarthy. Traductor: Luis Murillo Fort. Título: El pasajero / Stella Maris. Editorial: Literatura Random House. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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