Cierto día, hace ya unos meses, estaba yo en la peluquería de Eleuterio, en las entrañas mi barrio. Me hallaba yo en buena posición, recostado en su sillón negro, la cinta blanca rodeando el gaznate, la sábana esa que te colocan protegiendo mi ropa del desfogue capilar, cuando por la radio repusieron una entrevista a Bill Cole, un profesor de cultura americana. Hablaba el bueno de Bill del mundo tolkieniano, desconozco a santo de qué. El caso es que, en un momento dado, cuando la navaja ya perfilaba la barba, el profesor dijo que el mundo del gran autor sudafricano era esencialmente masculino, y que los personajes femeninos son meras idealizaciones virginales, o algo así. El locutor le preguntó si eso no le parecía aberrante, a lo que el profesor americano respondió: el mundo de Tolkien es maravilloso, así que ese rasgo no me puede parecer otra cosa.
Este septiembre se presenta la nueva serie de El Señor de los Anillos, que incluye una retahíla de enmiendas a la falta de inclusión que desprende la obra original. Por ella aparecen enanos latinos, elfos negros y cosas de este tipo. Al aparecer estas imágenes por las redes sociales, no han faltado los que jalean la decisión: ¡Que le den a Tolkien, ese nazi! Para más inri, en la serie se prescinde, o eso dicen, de la violencia, de las guerras, de las batallas y de todo eso de lo que abusan tanto Tolkien como la maravillosa adaptación al cine dirigida por Peter Jackson. ¡Maldito J. R. R.! ¡Quemen sus libros por belicista! Así que ahí tenemos el producto, inclusivo y social, comprometido y justo, listo para ser exhibido en los mejores escaparates woke de su ciudad.
Ojalá estos rumores sean falsos, y la serie realmente haya sido capaz de digerir el mundo tolkieniano y reflejarlo como fue: una maravilla donde cada detalle está cuidado, desde un fonema del idioma élfico hasta la escala de un mapa del mar de Rhûn. Y precisamente porque hasta el más mínimo detalle tiene importancia, mucho me temo que tirar por tierra los rasgos estéticos de sus razas o hacer desaparecer el talante beligerante de sus protagonistas no puede ayudar a que ese reflejo sea veraz. Lo que sí me parece evidente es que en ningún caso este talante inclusivo de la cosa ayude a inclusión alguna. No creo que la integración de usted, lector, que probablemente sea latino, vaya a mejorar con esta revolución en las cuotas. Lo que sí aportaría algo al buen funcionamiento del presente es que el lector de Tolkien actual analice los rasgos de aquel contexto en el que vivió el autor, que no caiga en anacronismos, y que comprenda que la escala de valores éticos dominante no es un ente estático, sino que evoluciona gracias al análisis de aquel tiempo. En cualquier caso, pienso en la frase del profesor americano: ¡Lo aberrante es cambiar un mundo que de por sí resulta maravilloso! Dejen a los elfos rubitos dentro y el discurso político fuera, por Túrin Turambar.
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