Los libros de Jon Klassen, en particular los de su célebre trilogía del sombrero (Yo quiero mi sombrero, El ladrón del sombrero, Dos tortugas y un sombrero), presentan escenarios extremos (el desierto, el firmamento estrellado, el abismo marino) y animales solitarios (tortugas, osos, serpientes, cangrejos…). La anécdota es mínima y se construye en forma de diálogos lacónicos, lentos y repetitivos. Si algo destaca es el uso de un tiempo anormalmente ralentizado capaz de crear una inquietud, un suspense. Dichos diálogos se desarrollan en confrontaciones austeras, los dibujos son pétreos, esquemáticos, de cromatismo severo. Klassen utiliza con maestría la alternancia de planos y textos, recurre a las panorámicas como en las viejas películas del Cinemascope (Klassen siempre ha declarado su interés por el cine, evidente en su apelación al western o en su admiración por Hitchcock). Sus finales, retardados, presentan siempre una ambigüedad, una incertidumbre lúdica o desconcertante. A pesar de ello no son lo decisivo de la historia: lo decisivo es ese clima extremo generado por el diálogo, por los personajes, por el escenario.
En La roca del cielo, Klassen ofrece una vuelta de tuerca a estas constantes de su imaginación. La obra se extiende hasta casi llegar a las cien páginas, se segmenta en capítulos y se demora en diálogos llenos de preguntas y repeticiones, de idas y venidas a lo largo y ancho de la doble página del libro, convertida en un espacio amplio donde acontece el tiempo: el paso del día a la noche, pero también la inminencia del porvenir, o la premonición, o el sueño del futuro. Se diría que en ello consiste la gran aportación de Klassen a la mirada del niño: la creación de un “espacio de pensamiento”, un bastidor neutro sobre el que hacer inferencias, conjeturas y deseos. En dicho espacio, que se construye siempre de modo dialógico, a través de la confrontación de puntos de vista diferentes o concertados por el ensueño o la imaginación, todo está a la espera de un suceso (en este caso, la caída de un meteorito, o la aparición en el futuro de un ser extraterrestre). Los personajes (una tortuga, una serpiente, un armadillo) viven ajenos a él, embebidos en el ritmo cotidiano de sus vidas. El lector observa la escena diseñada con irritada demora, y esta demora produce un deleite, la mente se pone a trabajar. Cuando el desenlace se precipita, lo hace con la contundencia de una carcajada y con la precisión de un punto final.
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Autor: Jon Klassen. Traductor: Salvador Figueirido. Título: La roca del cielo. Editorial: NubeOcho. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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