Entre los muchos tópicos a los que me he enfrentado, a lo largo de los años, como escritor cinematográfico, uno de los más repetidos es aquel que establece que “el cine español no vende”. Como autor no me toca discutir semejante aserto, pero aun asumiéndolo como real siempre me asalta la duda de si no convendría, periódicamente, ponerlo a prueba para saber si lo que se daba por hecho hace diez años mantiene hoy su vigencia. Para eso, claro, hace falta asumir riesgos y lanzarse a publicar una obra que discuta el lugar común. Valga esta introducción para poner en valor la osadía que asumió el año pasado la editorial Notorious al lanzar un libro como El universo de Fernando Fernán Gómez, donde, de manera pormenorizada, se repasaban las más de doscientas obras que conforman la filmografía de este genio inabarcable en todas sus facetas: como actor, como director, sus trabajos para televisión, sus guiones… El riesgo asumido por la editorial tuvo premio y, contradiciendo el lugar común, esta obra, en la que tuve el placer y el orgullo de participar glosando medio centenar de las películas interpretadas por el actor, así como dos de sus trabajos menos conocidos como director, alcanzó una cierta repercusión.
Así pues, constatamos que sí que hay un público lector interesado en las grandes figuras del cine español y, sobre todo, que ese interés es mayor si lo que se le ofrece es una obra diferente a todo cuanto se ha editado antes al respecto. Y ahí tengo que decir que la marca Notorious constituye una garantía, pues al rigor de los textos suma un trabajo de edición maravilloso que pone en valor el libro como producto con un despliegue fotográfico exhaustivo que deja al lector con la sensación de estar ante la obra definitiva sobre el actor o el director en cuestión, dada también la pluralidad de enfoques que concurren en el análisis de su obra. Sobre esta certeza, Notorious redobló este año el riesgo asumido con El universo de Fernando Fernán Gómez con la edición de El universo de José Luis López Vázquez. Y digo que redobló el riesgo porque frente a la reputación que tiene Fernán Gómez, López Vázquez, con ser un actor todoterreno y muy querido por varias generaciones de espectadores, no deja de ser un icono del cine popular en cuya filmografía conviven, al mismo nivel, las obras maestras más indiscutibles con subproductos de ínfima calidad. No hay pues, en torno a su figura, un consenso ni una unanimidad como los que suscita Fernán Gómez.
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Guillermo Balmori, editor de Notorious, conocedor de mi debilidad por José Luis López Vázquez, tuvo a bien encargarme el diccionario que suele clausurar estos “Universos” donde, a modo de entradas, en orden alfabético se van desgranando conceptos significativos que definen la singularidad del intérprete y donde, además, se glosa brevemente el perfil de aquellos que lo acompañaron de una manera más asidua en su trayectoria. Al acometer la escritura de dicho diccionario me esforcé, conscientemente, por huir de las jerarquías. Considerando que cualquier trayectoria profesional está salpicada de luces y sombras, estas últimas me resultan tan útiles para desentrañar la singularidad del personaje como las primeras. Dicho de un modo más preciso: los trabajos que López Vázquez desarrolló a las órdenes de destajistas de la comedia popular como Pedro Lazaga o Mariano Ozores, me resultan igual de relevantes a la hora de analizar sus prestaciones como actor que sus celebradas colaboraciones con Carlos Saura, Luis García Berlanga o Pedro Olea. Es más, trascendiendo otro lugar común (aquel que fija que la versatilidad de un actor se establece atendiendo a sus desempeños lo mismo en la comedia que en el drama), en la redacción del Diccionario de El universo de José Luis López Vázquez me he impuesto el deber de demostrar que para asumir la grandeza de ese carácter polifacético del actor no hace falta salir de su registro como comediante, ya que la comedia, en sí misma, es un género que tiene múltiples tonalidades. No es lo mismo la astracanada ozoriana que el esperpento berlanguiano, ni el humor blanco y costumbrista que destilan las producciones del Pedro Masó de primera época que la sátira rijosa que hizo fortuna los años del destape. Y todos estos registros (que demandan a su vez matices muy diferentes en el empeño de hacer reír) los dominó como pocos José Luis López Vázquez.
En consecuencia, en el libro defiendo otra idea: el arquetipo que fue alimentando López Vázquez como actor cómico resulta bastante próximo a aquel que desarrolló, bajo otra máscara, en sus dramas más celebrados. Por ejemplo, ese perfil de hombre acomplejado, reprimido y vencido que le valió para ser reconocido como encarnación del “españolito medio” está en sus trabajos a las órdenes de Ozores lo mismo que en sus colaboraciones con Saura. Ocurre que cada uno de estos directores explotó dicho arquetipo a la luz de sus respectivas ambiciones cinematográficas, llevándolo al extremo. Quizá por ello las composiciones más ajustadas de López Vázquez las encontramos en registros tragicómicos (lo que en su caso vale para definir el justo término medio) a las órdenes de directores como Ferreri, Berlanga o Mercero.
Esta premisa la fui desarrollando en conceptos como “acomplejados”, “antihéroe”, “avasallados”, “desarrollismo”, “españolito medio”, “gafas y bigote”, “polifacético”, “reprimidos” o “versatilidad”, que intentan no solo poner en valor el extraordinario talento de José Luis López Vázquez como actor (siendo probablemente el intérprete más completo de la Historia de nuestro cine) sino su carácter totémico a la hora de erigirse en imagen de un tiempo y de un país, un valor adicional para asumir su grandeza. En todos los conceptos referidos, al margen de reivindicar la importancia del actor como profesional de la interpretación y como icono de nuestra cultura, también he querido ahondar en la naturaleza paradójica de su figura. Presencia carismática a pesar de su fachada de hombre corriente, ídolo popular carente de atributos heroicos, López Vázquez tuvo también una incipiente carrera internacional a pesar de ser un talento con denominación de origen cien por cien ibérica. Si no llegó a proliferarse más allende nuestras fronteras fue, justamente, por un razonamiento muy español, el de conformarse con ser cabeza de ratón en lugar de cola de león. De este modo, cuando George Cukor (quien le dirigió en un pequeño papel en Viajes con mi tía) quiso llevárselo a Hollywood, López Vázquez alegó “pereza idiomática” para desestimar el ofrecimiento: ¿se puede ser más español y, a la vez, más universal?
No me quiero extender más en el making of de El universo de José Luis López Vázquez porque, al fin y al cabo, mis responsabilidades como autor son limitadas dado que se trata de una obra colectiva. En sus páginas asoman firmas de compañeros maravillosos con un bagaje cinéfilo extraordinario y una valía como escritores fuera de toda duda, nombres como los de Quim Casas, Lucía Tello, Gerardo Sánchez, Joaquín Vallet, Ana Asión, Enric Ros, Lucía M. Cabanelas, Gregorio Belinchón, Moisés Rodríguez, Adrián Sánchez, Albert Galera, Fernando R. Lafuente, Juan Carlos Laviana, Juan Carlos Vizcaíno, David Felipe Arranz, Víctor Matellano, Teresa Llácer, Israel Paredes y un largo etc.
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A aquellos que quieran profundizar en la figura de José Luis López Vázquez y conocer de primera mano este maravilloso Universo pergeñado por la editorial Notorious les emplazo a pasarse este sábado, 11 de junio, por la caseta 152 de la Feria del Libro de Madrid, donde, de 18 a 19:00, estaré presente para charlar con aquellos lectores que tengan a bien acudir y, de paso, para firmar ejemplares de este y otros títulos de Notorious en los que he participado como autor.
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Autor: Jaime Iglesias. Título: El universo de José Luis López Vázquez. Editorial: Notorius. Venta: Todostuslibros
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