Fotografía de portada: Toby Madden
La vida de Jeffrey Archer es un best seller. Su biografía da para una serie de Netflix de varias temporadas. Representó a su país, Reino Unido, en atletismo como corredor de los cien metros lisos. Una década después, fue el miembro más joven de la Cámara de los Comunes. De allí pasó a la de los lores. Entró en bancarrota y a los pocos años se convirtió en un autor superventas con su novela Kane y Abel. Fue un estrecho colaborador de la Dama de Hierro y participó con Lady Di en sus programas de beneficencia. Se postuló para la alcaldía de Londres, pero ese plan no cuajó, y al poco tiempo vivió su época más gris cuando fue encarcelado por perjurio. Acaba de publicar en España Por encima de mi cadáver (Harper Collins, 2022), una novela protagonizada por William Warwick, un detective al que su padre quería convertir en abogado, y que en cada uno de los libros sube un peldaño en el escalafón policial, de agente a sargento, de inspector a inspector jefe. En esta última entrega dirige una nueva unidad de crímenes sin resolver. Además de averiguar los asesinatos tendrá que lidiar con un misterioso coleccionista de arte y con la guerra sucesoria en una importante dinastía.
******
—Al principio del libro, el protagonista dice que la vida de los policías no es tan romántica como muestran los escritores. Quizás si en las novelas saliesen policías de verdad nadie leería sus libros.
—Sí, creo que tienes toda la razón. Mi investigador principal —quien me ayuda con mis novelas— es un policía jefe, superintendente de Sunderland, que se acaba de jubilar después de 30 años trabajando. Él te dirá que la mayoría de su vida como policía fue dedicada al papeleo mundano, algo diferente a lo que aparece en los libros. Tienes toda la razón. Eso no resultaría atractivo para ningún lector.
—En una de las tramas de la novela, a bordo de The Alden, un crucero de lujo, en el cual también viaja el protagonista, el detective William Warwick, se libra una terrible batalla por el poder dentro de una dinastía. Una de las series más seguidas y comentadas de los últimos años ha sido Succession, que cuenta las luchas dentro de una familia por sustituir al patriarca. ¿Las tragedias de Shakespeare siguen siendo actuales?
—Sí. Creo que Succession es una serie brillante. El hombre mayor que aparece ahí es un actor británico —Brian Cox— maravilloso, muy respetado. El rey Lear tiene una temática que se filtra en un montón de historias. A mí me encanta Shakespeare, desde que era muy joven. Visito su lugar natal dos veces al año. Voy al teatro, de hecho, dos veces por semana en Londres. Esa temática concreta de El rey Lear pervive y habitualmente acaba en tragedia. Cuando tienes un líder de una dinastía que tiene tanto poder dentro de su familia, eso siempre acaba en lágrimas.
—Otra de las tramas nos lleva al mundo del coleccionismo de arte. Resulta chocante ver a gente tan rica, inmensamente rica, que es capaz de cualquier cosa por conseguir una determinada obra. ¿No hay ningún tipo de límite para esa gente cuando desean un nuevo trofeo?
—(Jeffrey Archer se levanta de su silla y empieza a recorrer la habitación simulando que sus dedos son pinzas que quieren capturar dinero, obras de arte y riquezas) No. Los coleccionistas de arte somos lunáticos (reímos). Tenemos que comprar arte, necesitamos tenerlo. Mira estos trabajos hechos en madera que yo obtuve en Italia hace muchísimos años (señala a las obras que están detrás de su mesa de trabajo). Y también, aquí en Mallorca, tengo esa escultura en mi jardín que se llama The Slinger (me la muestra en la pantalla de su móvil). Y sí, la respuesta a tu pregunta es claramente que estamos locos y que necesitamos comprar más arte.
—Usted cuenta sus lectores por millones. ¿Qué es más importante: vender libros o tener un gran reconocimiento de la crítica literaria?
—Te lo puedo responder en tres partes, porque me parece una pregunta muy importante. La primera parte hace referencia a los críticos, que en Inglaterra han hecho un servicio interesante, pero ahora no son tan respetados ni seguidos como solían serlo, porque a veces parece que están escribiendo sobre sus propios amigos, y a la gente parece interesarles más la opinión de personas reales, que cuando hacen su crítica lo único que saben del autor es el nombre que aparece en el libro. La segunda parte de tu pregunta es que sí estoy muy orgulloso de haber vendido 275 millones de copias. Aunque en España no he conseguido vender tanto, con Las crónicas de Clifton conseguí tener tres de mis libros en la lista de best sellers del Spiegel, pero en España no consigo tener este éxito. La tercera parte de tu pregunta es que es el 50% vender libros y el otro 50% tener reconocimiento. Si conoces a alguien que ha ganado un premio Nobel, quiere ser un best seller. Si conoces a un best seller, verás que quiere el beneplácito de la crítica. Así que tienes que encontrar un punto medio, y yo estoy muy orgulloso de haber vendido todos esos libros, pero estoy igual de orgulloso de que un profesor que escribe en el Washington Post lea mi libro y diga que soy el nuevo Dumas. Y no puedo pedir más, porque este escritor era el mejor contador de historias de su tiempo.
—Respecto a esa enorme popularidad por sus ventas, sobre todo en Estados Unidos y Gran Bretaña, ¿cómo es posible que en la India necesite escolta para ir a la calle?
—Si me permites, me gustaría enseñarte algo (vuelve a sacar su teléfono y me muestra una foto en la que se dirige a una multitud de personas como si en lugar de un escritor fuera Mick Jagger en mitad de un concierto) No entiendo muy bien la India. Voy mucho allí y me encanta el cricket; ellos son muy apasionados de este deporte. Vendo más libros en la India que en cualquier otro país. Sinceramente, no sé por qué. A mí ellos me encantan. Cuando hablé en Jaipur en el festival del libro hace unos años, 8.500 personas vinieron a escucharme.
—Parece un concierto de The Rolling Stones más que una presentación de un libro…
—Se me saltaron las lágrimas (vuelve a enseñarme la foto de la presentación). Estaba completamente abrumado. Cuando caminábamos hacia el estadio escuchaba a las personas del público cantando. No me lo podía creer. Luego salí al escenario y ahí tenía delante de mí esas 8.500 personas. Estaban ahí, como tú decías, tratando a un escritor como si fuese una estrella del rock. Y bueno, fue muy conmovedor.
—En la novela hay una frase de Bernard Shaw que dice algo así como que los británicos si ven un altercado pasan de largo, lo ignoran. Usted no ha sido muy inglés cuando, por lo que tengo entendido, decidió no publicar su última novela en Rusia.
—Sí, he renunciado a permitir que este libro salga en Rusia. Y no voy a volver a ser publicado en Rusia hasta que tengan un líder que sea decente. Estamos ante un ser malvado, y los rusos no lo son. He estado allí muchísimas veces. Tengo mucho, mucho respeto por su arte. He estado en San Petersburgo. He visto la colección de arte que tienen allí, que es una de las colecciones más maravillosas sobre la faz de la tierra. He estado cinco veces allí para intentar ver todas las galerías del Hermitage. Pero sospecho que no me permitirían entrar nunca más en mi vida. Creo que los ucranianos están demostrando un coraje tremendo. Esta mañana he leído en el periódico que en el Dombás hay siete soldados rusos por cada ucraniano. ¡Qué valor tiene esa gente y cuánto les admiro! Espero que derroten al ejército ruso. La gente rusa son gente buena, pero están siendo liderados por un hombre terrible.
—Brexit, pandemia, guerra de Ucrania… Los novelistas no se pueden quejar por temas para sus próximos libros.
—Tienes toda la razón. La vida ahora mismo es más extraña que la ficción. Yo he tenido muchísima suerte, porque no he sufrido directamente un gran conflicto armado: la II Guerra Mundial terminó cuando yo tenía cinco años. Ha sido ahora, con 82 años, cuando he vivido la era del COVID y también esta terrible guerra en Ucrania. Yo he crecido en una generación muy afortunada; me preocupa mucho la siguiente generación.
—Usted ha vivido todo eso por dentro cuando estaba en la Cámara de los Comunes y en la de los Lores. ¿Cómo fue su experiencia en la política?
—Tuve el privilegio de servir en la Casa de los Comunes durante cinco años. Ahora estoy en la Casa de los Lores. Siento una gran pasión por la política, al igual que por la escritura, y eso es algo que no parará nunca. Los conflictos a los que nos estamos enfrentando en Ucrania y en Rusia, los problemas que hemos tenido con el COVID, o cualquier otro desastre, por supuesto, me los tomo muy en serio. Aunque mi papel como miembro de la de la Cámara de los Lores sea ínfimo, sigo en contacto con las personas que están gobernando en mi país. Creo que el lector se da cuenta de eso cuando sale un tema político en mis libros. Ahí es donde se ve esa pasión.
—Mucha de esa pasión nació cuando usted trabajó con Margaret Thatcher. ¿Cómo fue esa etapa? Y también quería preguntarle si ha visto la serie The Crown y qué le ha parecido el tratamiento que hicieron de ella en la última temporada.
—Uno de los problemas que surgen cuando conoces muy bien a alguien es que es imposible que capturen lo que tú conoces de esa persona. Yo tuve el privilegio de colaborar con Margaret Thatcher durante once años. Después de que la echaran del gobierno yo trabajé con ella hasta el día de su muerte. Seguro que Laura (la editora de Archer, que también está conectada durante la videoconferencia) puede decirte con cierto orgullo que Harper Collins ha publicado las memorias de Margaret Thatcher, y yo tuve mucho que ver con esto. Mi vinculación con ella se ha mantenido intacta. Ella habría estado petrificada, se habría quedado horrorizada, con lo que está pasando en Ucrania y en Rusia. Habría sido fascinante sentarme con ella ahora en mi casa y escuchar sus opiniones. Te voy a decir solo una cosa que dijo sobre Rusia. En una ocasión le pregunté: «¿Primera Ministra, qué preferirías ser, la presidenta de los Estados Unidos o la presidenta de Rusia?». Y Margaret me dijo: «Rusia». Y yo le contesté: «¿Por qué?». Y ella afirmó, «Es un reto mucho mayor».
—Su vida daría, señor Archer, daría para un best seller… ¿Para cuándo lo podremos leer?
—El problema es que tengo un contrato de siete libros y voy por el quinto (risas). Se acaba de publicar un adelanto de mi nueva novela, que saldrá en septiembre. En ella aparece la princesa Diana, con la cual tuve el privilegio de poder trabajar. Con ella colaboré en sus programas benéficos, que es mi gran hobby. Soy accionista de la caridad. Cuando William Warwick, el protagonista de la novela, empieza a trabajar en la protección de la Casa Real, aproveché para sacarle partido al conocimiento de la vida de Lady Di y la experiencia de haber trabajado con ella. Y contestando a tu pregunta sobre The Crown, me parece una serie que está muy bien escrita, que la actuación es increíble, pero cuando sale alguien en la pantalla que yo conozco me cuesta verlo.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: