Érase una vez una niña callejera que dejó el Full Contact para empezar con el boxeo y convertirse en campeona de España. Érase una vez una boxeadora que fue maltratada y parió con el ojo negro. Érase una vez una mujer valiente que tras un acoso salvaje por parte de su pareja se vio obligada a abandonar su barrio para alejarse del tipo. Érase una vez una empleada municipal que en sus tiempos libres entrenaba para convertirse en campeona de Europa, y lo logró. Érase una vez una gran deportista que consiguió alternar su pasión por las dieciséis cuerdas con el oficio de madre. Érase una vez…
Quizás lo más característico de Historia de una campeona sea el enfoque cinematográfico que he empleado. Era imposible, tratándose del periplo de una boxeadora, no tener en la cabeza todos los referentes cinematográficos que cualquier persona de una cierta edad lleva grabados en la retina: empezando por ese ídolo de adolescentes, Rocky, de Stallone, siguiendo por Toro Salvaje, joyita de Scorsese, y acabando por Million Dollar Baby, del maduro Clint Eastwood. Las películas de boxeo tienen unas características propias, que las convierten casi en un género en sí mismo. El contexto desfavorecido del protagonista o la protagonista, la odisea del esfuerzo contra todos los obstáculos posibles, y por lo general el éxito deportivo contra cualquier pronóstico, forman parte de los códigos que, como autor, he tenido en mente y he respetado.
Erika, nuestra protagonista, es pues una chica que crece en un barrio problemático de Madrid en los últimos años del siglo pasado, con las vivencias idiosincrásicas de estos barrios, donde la violencia y la droga, pero también el calor humano, están siempre muy presentes. Su lucha por la subsistencia es tan feroz y obstinada como su lucha por el éxito deportivo. Como de costumbre, hay padrinos en el camino y el entrenador, Koldo, es el principal aliado en este viaje. Una figura protectora, muy próxima, con quien tiene una relación casi filial. Y por supuesto está la hija de Erika, el gran amor de su vida, y la pareja de Erika, Chimo, bonachón y jovial, con quien tendrá un segundo hijo y que le hará entender que la relación con un hombre puede ser algo diferente de lo que está acostumbrada hasta entonces. Y por encima de todo, desde luego, el Mediahostia, drogadicto de vida disipada, padre no deseado de su primera hija y fuente tóxica de todos los problemas.
Con estos mimbres y sabiendo que lo que te cuentan es real, la historia se escribe sola. Solo hay que poner la sensibilidad para captar los rumores apagados de lo que no se ha dicho y recrear aquella realidad madrileña que uno, al cabo de los años, conoce bien. Y hete aquí que tras una oficiosa fragua se publica este relato hermoso y positivo, una historia de superación que es a la vez brutal y luminosa, por su desenlace, y espero que también ilustrativa de una realidad y educativa. Siempre pensé que Historia de una campeona es una novelita ideal para ser leída en institutos.
Poco más que decir, aparte de agradecer a Alberto Vicente, amigo y editor minucioso, su confianza en el proyecto que a partir del día 13 de abril tenéis accesible en librerías. Crece, con Historia de una campeona, esa vertiente de mi narrativa pegada a la realidad y, en este caso, novela de testimonio más que de ficción. Espero que quienes me seguís la disfrutéis y que la historia de Erika os conmueva como me ha conmovido a mí, que más que autor soy su altavoz. ¡Hasta la próxima!
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Autor: José Ángel Mañas. Título: Historia de una campeona. Editorial: Punto de vista. Venta: Todostuslibros
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