Natalie Diaz es una poeta y educadora nacida en Needles, California, EE.UU., en 1978. Nació y creció en la comunidad indígena Fort Mojave, a orillas del río Colorado. Está inscrita en la comunidad indígena Gila River. Su primer poemario, When My Brother Was an Aztec, ganó un American Book Award. Ha sido beneficiaria de las becas MacArthur, Lannan Literary y Cultures Foundation Artist. Ganó el premio de poesía Holmes National y tuvo una beca Hodder en la Universidad de Princeton. Es miembro del consejo directivo para los Artistas de los Estados Unidos, donde obtuvo una beca Ford. Diaz es la presidenta Maxine y Jonathan Marshall en la carrera de Poesía Moderna y Contemporánea de la Universidad Estatal de Arizona. En 2021 recibió el Premio Pulitzer de poesía por Poema del amor poscolonial, que será publicado en español, con traducción de Elisa Díaz Castelo, por Vaso Roto Ediciones en el mes de abril. Mediante los poemas que integran este libro, las heridas infligidas por América a un pueblo indígena florecen a través de la memoria y la ternura. La autora desafía a una nación cuya creación se edificó sobre el exterminio y borrado final de cuerpos como el suyo y el de las personas que ama y es, precisamente, ese amor el que Natalie Diaz defiende como herramienta para construir un nuevo futuro. Presentamos una selección de poemas como adelanto.
***
Poema de amor poscolonial
Me enseñaron que las sanguinarias pueden curar la mordedura
[de serpiente,
pueden detener el sangrado —casi todos olvidaron esto
cuando acabó la guerra. La guerra acabó,
dependiendo de a cuál guerra te refieras: aquellas que empezamos,
las anteriores, hace milenios y más,
aquellas que me empezaron a mí, que yo perdí y gané
—aquellas heridas que florecen sin pausa.
Un salario me dio forma, libra a libra. Y yo libro el amor y cosas
[peores:
siempre hay otra campaña que atravesar marchando,
una noche en el desierto para el relámpago de cañón de tu pálida
piel apaciguada en tu pecho, laguna de plata y humo.
Desmonto mi caballo oscuro, me inclino ante ti, te entrego
el tirón fuerte de mi sed, de todas.
Aprendí Bebe en un país de sequía.
El dolor nos place, dejamos marcas
del tamaño de piedras —cada cabojón pulido
por nuestras bocas. Yo, tu lapidaria, tu rueda lapidaria,
giro —verde moteado rojo—
el jaspe de nuestro deseo.
En mi desierto hay flores salvajes
que tardan hasta veinte años en abrirse.
Las semillas duermen como geodas bajo la arena caliente del
[feldespato
hasta que un destello de inundación estremece el arroyo,
[levantándolas
en su flujo de cobre, las abre de memoria
—recuerdan lo que su dios les murmuró
en las costillas: Despierta y duélete por tu vida.
Donde estuvieron tus manos hay diamantes
en mis hombros, deslizándose por mi espalda, muslos
—soy tu culebra.
Estoy en el polvo por ti.
Tus caderas son luz de cuarzo y peligro,
dos carneros de cuernos rosados que trepan una estela suave
[de desierto
antes de que el cielo de noviembre desate un diluvio de cien años
—el desierto devuelto de pronto a su mar antiguo.
Levántate, heliotropo silvestre, hierba del escorpión,
facelia azul que sostiene el morado como un cuello puede
[sostener
la forma de cualquier gran mano.
Manos grandes, así llamaba ella a las mías.
La lluvia vendrá en algún momento, o no. e
Hasta entonces, tocamos nuestros cuerpos como heridas—
la guerra no terminó nunca y de algún modo comienza de nuevo.
***
Aritmética estadounidense
Los indígenas norteamericanos son menos del
1 por ciento de la población de los Estados Unidos.
0.8 por ciento del 100 por ciento.
Oh, mi patria eficiente.
No recuerdo los días anteriores a Estados Unidos
—no recuerdo los días cuando todos estábamos aquí.
La policía mata nativos estadounidenses más
que cualquier otra raza. Raza es una palabra curiosa.
Raza implica que alguien ganará, [1]
implica, tengo tantas posibilidades de ganar como…
¿Quién gana la carrera que no es una carrera?
El 1,9 por ciento de los asesinatos policiales
son de nativos estadounidenses, un porcentaje más alto
[per cápita que el de cualquier otra raza
—a veces raza significa corre.
No soy buena en matemáticas —¿puedes culparme?
He tenido una educación estadounidense.
Somos estadounidenses y somos menos del 1 por ciento
de los estadounidenses. Nos sale mejor morir
a manos de la policía que existir.
Cuando nos estamos muriendo, ¿a quién debemos llamar?
¿A la policía? ¿A nuestro senador?
Por favor, que alguien llame a mi madre.
En el Museo Nacional del Indio Americano,
el 68 por ciento de la colección es de Estados Unidos.
Estoy haciendo lo posible para no volverme un museo
de mí misma. Estoy haciendo lo posible por inhalar y exhalar.
Estoy rogándoles: Déjenme estar sola pero no me hagan invisible.
Pero en un cuarto estadounidense de cien personas
soy nativa estadounidense —menos de una, menos que
completa— menos que yo misma. Sólo una fracción
de un cuerpo, digamos, soy sólo una mano
—y cuando la deslizo bajo la blusa de mi amante
desaparezco por completo.
———
[1] Nota de la Traductora: En inglés, la palabra race se utiliza para hablar de una etnia o raza pero significa, también, competencia o carrera.
***
Diez principales razones por las cuales los indios son buenos en básquetbol
1.
Por la misma razón por la que somos buenos en la cama.
2.
Porque, hace mucho tiempo, el Creador nos dio una opción: pueden escribir como un dios indio o tener un tiro más dulce que una lata de jugo del gobierno —es una o la otra. Todos excepto Sherman Alexie escogieron el tiro de salto.
3.
Sabíamos cómo bloquear tiros, cómo hacerlos bajar por tu garganta, porque cuando dices, Tiren, nosotros escuchamos obús y metralletas Hotchkiss y Springfield Modelo 1873.
4.
Cuando los jugadores indios sudamos, emitimos perfume de tortillas y detergente Pine-Sol que actúa como una poción y desorienta a nuestros oponentes, haciéndolos olvidar sus jugadas.
5.
Desde pequeños sabíamos que no hay diferencia entre la cancha de básquetbol y la iglesia. De verdad, los Nazarenos ofician misa en el gimnasio tribal los domingos por la tarde —el coro da rienda suelta a su interpretación de “In the Sweet By and By” desde la línea de fondo.
6.
Cuando Walt Whitman escribió, El mestizo ajusta sus livianas botas para competir en la carrera, en realidad quiso decir que todos los indios mayores de 40 tienen un par de tenis Air Jordan vintage en sus armarios y todavía creen poseer la magia suficiente para que incluso el más voluminoso cuerpo alimentado con chatarra corra de un lado al otro de la cancha y haga un tiro en bandeja.
7.
A los indios no les da miedo intentar un tiro aéreo en partidos de verdad, aunque ningún indio haya logrado jamás un tiro aéreo, o no un indio de una tribu reconocida federalmente, de cualquier modo. Pero aún así, la desvergüenza con la que intentamos hacer tiros aéreos en calentamientos les mete miedo a nuestros oponentes, y por lo tanto nos da una ventaja mental.
8.
La cancha es el único lugar donde nunca pasaremos hambre —esa red es un vacío que podemos llenar todo el día.
9.
Fingimos que jugamos cada juego para ganar una manta Pendleton, y el JMV, el jugador más valioso, se llevará un cheque del tamaño de Mashantucket Pequot per cápita.
10.
Pero, ya en serio, todos los indios son buenos en el básquetbol porque un balón de básquet nunca es sólo un balón —siempre es una luna llena en esta oscuridad terminal, el único faro trasero del Granada gris de Jimmy Jack Tall Can que cortaba los caminos de tierra en una escapada para comprar alcohol, el corazón del Creador que Coyote robó de la pira funeraria condenándolo a caminar solo a través de todos los atardeceres coralinos. Aquello a lo que le cantamos siempre ha sido una calabaza gorda, el seno izquierdo de una mujer mojave tres cervezas adentro del sábado por la noche. Siempre será una bala resbalosa y brillante que podemos lanzar desde el arco de tres puntas en los cinco segundos que quedan del año 1492, y mientras atraviesa y rompe la red, nuestros enemigos heridos caerán de rodillas con el ligamento cruzado anterior roto.
***
Trabajo de duelo
¿Por qué no ir hacia las cosas que amo?
He caminado lento en el jardín
de ella: —he volteado a mirar la flor negra
dilatando su ojo
animal.
Rindo mis penas
así como un toro da los cuernos: —asombrado,
y deseando que haya descanso
en las partes más suaves del cuerpo.
Como el ángel de Jacob, toqué el granate
de su cadera,
y ella sabía mi nombre
y yo el de ella:
—Era Auxocromo, era Cromóforo,
era Eliza.
Cuando los ojos y los labios se satinan con miel,
lo que es visto y lo que es dicho nunca será lo mismo,
así que ¿por qué no tomas la manzana
en la boca:
—en llamas, en pedazos, recién
salida del filo delgado del cuchillo?
Aquiles persiguió a Héctor tres veces
alrededor de las paredes de Ilión: —durante cuánto tiempo he de dar vueltas
en torno a la puerta alta
entre su cadera y su rodilla
para resolver la geometría dorada y roja
de su muslo?
Otra vez los dioses meten sus grandes manos dentro de mí,
me mueven, rompen mi corazón
como una jarra de arcilla para vino, sueltan una bestia
de alguna profundidad largoscura.
Mi melancolía tiene pezuñas.
Yo, la terrible hermosa
Lampón, un brillante caballo devorador atado
al pesebre bronce de su clavícula.
Hago mi trabajo de duelo
con su cuerpo:
—laboro para que los tigres esmeralda
en su garganta salten,
los llevo, verdes e incendiados, a beber
del violeta oscuro que chorrea de su pecho.
Vamos a donde hay amor,
al río, a nuestras rodillas bajo el agua
dulce. La sumerjo cuatro veces,
hasta quedar vueltas río.
Vueltas cambio.
Lavo de mis manos de ella, su seda y cieno:
—ahora a quien me acerco, me acerco limpia,
me acerco buena.
***
Dedicatoria
Hacia las mujeres, niñas, personas de dos espíritus, trans, y no binarias indígenas y nativas que han desaparecido o han sido asesinadas y pertenecen a nuestras familias y comunidades, a todo lo largo de las Américas y otras tierras ocupadas —pensando en el tacto y la ternura que merecen.
para mi madre, que con generosidad imaginó y me enseñó una forma de amar en la que yo y las personas que amo podemos ser más posibles;
para los muchos cuerpos de carne, lenguaje, tierra y agua;
para todo aquello por lo que nacimos, y cargamos y habremos de convertirnos en el amor.
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Autora: Natalie Diaz. Traductora: Elisa Díaz Castelo. Título: Poema de amor poscolonial. Editorial: Vaso Roto. Venta: Todos tus libros y Amazon.
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