“En medio de una sociedad donde el ritmo de vida y la tecnología se imponen ante todo”, escribe la autora de este artículo, “aún queda un resquicio para saborear una novela negra que te traslade al típico pueblo de la campiña inglesa. ¿Es posible que un atisbo de la dama del crimen siga siendo tan adictivo como hacía 100 años? Parece ser que sí. Hay puntos en común de estas historias que no pasan de moda”.
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A los once años iba junto a mi madre por la calle. Ya nos disponíamos a volver a casa cuando paramos en el quiosco. Entonces vi un libro que se titulaba Asesinato en el Orient Express y le supliqué a mi madre que me lo comprara. Era la edición del sello Molino, que empezó a publicar por fascículos en 2003.
Me parecía, como poco, curioso. La gran mayoría de mis compañeros de clase no tenían idea de quién era la escritora y, mucho menos, tenían intención de conocerla. Admito que, en la soledad de leerla, me sentía en un refugio que era exclusivamente mío. Y, conforme pasaban los años, ha seguido siendo así.
Tras ese momento hasta hoy, con la perspectiva de mis veintiocho años, hay algo que tengo seguro: la dama del crimen no pasa de moda. Fue ella quien puso los cimientos de la novela negra contemporánea, y sin ella, a mi parecer, este género no sería ni por asomo lo que es hoy. Aunque suelen comparar mucho al famoso Poirot de Christie con el Sherlock de Doyle, la diferencia es clara: Poirot se basa en una observación igual que la que dispone el lector. Agatha Christie intenta dejar en cada página de sus libros las pistas para que cualquiera de nosotros pueda averiguarlo. Algo que, en el caso de Doyle y su ingenioso Sherlock, no suele pasar.
En mis novelas, tanto A ojos de nadie como Asesinato de un culpable, nos encontramos en el pueblo de nacimiento de Agatha Christie: Torquay. Cualquiera puede percatarse de las numerosas referencias hacia ella que introduje en el texto. Hay algo que me gusta destacar, y es que, como Christie hace en sus libros, intento por todos los medios dar las pistas para que el lector pueda llegar al desenlace del misterio junto con los personajes principales.
Cada historia de Agatha Christie ha aportado algo a la novela contemporánea que, lejos de olvidar su estilo, vuelve a él sin miramientos. Por ejemplo, el hecho de presentar al sospechoso desde el principio e incluso a los culpables como el mayordomo, el ama de llaves o la persona que más bonachona parece. Otra fórmula que se sigue repitiendo es el final en el que el protagonista desglosa, con un brillante monólogo, una a una las pistas que nos ha ido dejando hasta desenmascarar al asesino.
Sin embargo, tengo que admitir que poseo un apego y cariño hacia mis personajes que, con toda probabilidad, la dama del crimen no desarrollaba. De hecho, es sabido que le terminó cogiendo cierta tirria a Poirot. Y es que, en mi caso, me apasiona desarrollar a los personajes de cierta forma que se puedan amar u odiar. Que el lector empatice a determinado nivel con ellos.
Hoy en día seguimos leyendo y disfrutando de las novelas de Agatha Christie y seguimos viendo, en cine y series, adaptaciones de ella, cada vez más abundantes. Los autores hemos recogido de ella todas sus virtudes y las trasformamos, creando nuevas historias que, sin embargo, están plagadas de referencias inolvidables y de herramientas que ella misma inventó.
La importancia de este género en la actualidad es arrolladora, haciendo de él el ganador indiscutible en las librerías. Los lectores han convertido estas novelas en un imprescindible que no pasa de moda y a las escritoras como yo en adictas a seguir escribiendo novela negra.
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Autora: Paola Boutellier Rodríguez. Título: Asesinato de un culpable. Editorial: Ediciones B. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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