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La escritura encendida - Zenda
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La escritura encendida

Un hombre escribe sobre papel nacido en los bosques de Polonia. Un hombre descubre la nuca desnuda de la amada, mira fotografías en blanco y negro, recuerda. Un hombre escribe de las cosas, pero sobre todo escribe sobre el hueco grande del pecho, y escribe porque nada puede saciar ese hueco sin fondo. Escribir para...

La propia finitud, esa conciencia es la que atraviesa el poemario de Antonio Luis Ginés, una mirada que en cada signo no vislumbra sino la poquedad de la existencia, ese equilibrio milimétrico y milagroso del universo, del que dependemos y depende el mundo. Un hombre pasea, mira a sus vecinos, contempla la calle, la carretera, le explica los planetas a su hija. Un hombre viaja a Sintra, recorre el camino del poeta, observa a los turistas que hacen fotos en el sillón vacío del café.

Un hombre escribe sobre papel nacido en los bosques de Polonia. Un hombre descubre la nuca desnuda de la amada, mira fotografías en blanco y negro, recuerda. Un hombre escribe de las cosas, pero sobre todo escribe sobre el hueco grande del pecho, y escribe porque nada puede saciar ese hueco sin fondo. Escribir para calmar la huida, escribir para aprender cada día a vivir.

"Lo cotidiano y sus hábitos son el punto de arranque para elevar el vuelo de la consciencia, para construir un mundo de meditación y reflexione"

Un hombre en la mitad de la vida advierte los signos. Los de la naturaleza y los otros del día a día de nuestra civilización. Las ondas en el agua, al caer la hoja o la piedra. Los círculos concéntricos en el tronco cortado de los árboles. «Y dejo que la presencia / del fósil, atrapado en la piedra, / siga empapándose / igual que el siglo pasado, / que mañana, / que siempre» (pág. 29).

Lo cotidiano y sus hábitos son el punto de arranque para elevar el vuelo de la consciencia, para construir un mundo de meditación y reflexiones. La muerte, la vida, su devenir y sus constantes. Consciencia de la fugacidad de la vida, de su fragilidad, a partir también de la naturaleza animal: «Un búho real posado en un viejo poste / de la luz. (…) Una descarga, durante un segundo, / y su latido puede desaparecer.» (pág. 41)

Un hombre que se sitúa también en el pasado y habla con el niño que fue: «Enciende / una hoguera y vete a casa. / Mañana habrás crecido» (pág. 42).

Poesía que atraviesa y contempla los milagros del tiempo, como en la formación de los fósiles, en el campo y la tierra o en la piedra, tanto como en su fragilidad. «Nuestras vidas / caben en un dedal» (pág. 17)

"En ese viaje de ida y vuelta a la cotidianeidad y el pensamiento cabe lo cercano, la lejanía, el viaje, la infancia, las relaciones, el mundo animal"

El libro compone un vaivén del hoy al mañana y al ayer, una meditación existencial desde lo real y cotidiano, pero también el intento de atrapar y plasmar en versos y palabras el instante, su fugacidad, como si reflejaran fotografías de realidad.

«Alguien lucha contra un tumor (…) y entonces alguien tiende la ropa (…) O enciende un cigarro / en la ventana, / o hace una última llamada, / o se arranca el tumor y lo lanza contra el cielo.» (pág. 26)

En ese viaje de ida y vuelta a la cotidianeidad y el pensamiento cabe lo cercano, la lejanía, el viaje, la infancia, las relaciones, el mundo animal: «Me retorceré sobre la cama o el suelo, / por si acaso pudiese combatir / ese último dolor, el último / aliento que será el de millones de seres / que se deshacen de su cuerpo / y sus plumas, que emprenden / un vuelo distinto, / sin trampas.» (pág. 27, en “Trampa”).

"Aunque la palabra muerte aparezca muy frecuentemente en el poema, en cada poema, en todo poeta y en la historia de la poesía, a morir no se aprende"

Se me antoja que el vuelo de Antonov, el misterioso avión que sobrevoló las noches de Córdoba y que fue un enigma para los cordobeses durante un tiempo, está aquí como otro suceso cotidiano, que cada cual interpreta como puede o como quiere, y que el sujeto poético lo ve como la metáfora del tiempo. El tiempo que pasa, la incógnita que nos sobrevuela, la existencia, el misterio que nos acompaña y al que, irremediablemente, hay que dirigirle preguntas porque, querámoslo o no, es nuestro interlocutor. «Ten mis sueños (…) Y las estaciones no se suceden, / soy yo el que cambia de tono, / el que florece, el que se seca.» (pág. 36)

Porque también se puede reflexionar en medio de la fiesta: «Mientras algunos bailan, / se ríen, / (…) y alguien llega a pensar que la felicidad / también es este instante y vuelve a llenar / el vaso y brinda» (pág. 37, “Reunión”).

El último poema, “Finalmente”, es alegoría al fondo de la escritura: «Escribo, escribo, escribo… por si…, por si… Escribo y escribo, / no sé detenerme, / no aprendí a morirme.»

Aunque la palabra muerte aparezca muy frecuentemente en el poema, en cada poema, en todo poeta y en la historia de la poesía, a morir no se aprende. No se aprende, la muerte no se aprende, es lo único a lo que no se aprende.

"Desentrañar el misterio y el milagro del tiempo como medida para seguir viviendo. Como medicina para paliar la muerte"

Antonov, un libro en medio de la pandemia, es otra vez la temática eterna de la poesía: el tiempo. El tiempo que conocieron nuestros antepasados, tal vez con otro petirrojo que cantaba en las cavernas. Tiempo también representado en la portada del libro, dibujo-retrato del poeta sobre plastilina, obra del artista plástico Rafael Jiménez Reyes.

Desentrañar el misterio y el milagro del tiempo como medida para seguir viviendo. Como medicina para paliar la muerte. Con versos que ahondan en la plenitud inalcanzable, en un idioma cifrado porque es el idioma del autor, y a nosotros, sus lectores, nos llegan ráfagas, fósiles, bocetos de una historia, pedazos de latidos, rumores en la noche. Noche que Antonio Luis enciende con su escritura para mostrarse y mostrarnos ese relámpago del devenir de cada uno, del devenir del mundo.

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Autor: Antonio Luis Ginés. TítuloAntonovEditorial: Bartleby. Venta: Todos tus librosAmazonFnac y Casa del Libro.

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Juana Castro

Juana Castro (Villanueva de Córdoba, Los Pedroches, 1945) es Medalla de Andalucía 2007 y Premio nacional de la Crítica 2010. Autora, entre otros, de Arte de cetrería, Fisterra, Del dolor y las alas, Cóncava mujer, La bambola, Paranoia en otoño, El extranjero, Los cuerpos oscuros o No temerás, reeditados estos dos últimos en 2016. Narcisia fue traducido al inglés en 2012 y Del color de los ríos en 2018 por Ana Valverde Osan, Universidad de Indiana Northwest (Ed.Uno Press- Univ. Nueva Orleans-Diálogos Books). Traducida extensamente al italiano, y parcialmente al inglés, francés, neerlandés, polaco, catalán y chino. Autora de la biografía bilingüe María Zambrano (2016) y del texto en prosa Valium 5 para una naranjada (1990). Miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba desde 1992. Miembro de la Asociación Genialogías de mujeres poetas (1913). Columnista, maestra, crítica literaria, traductora ocasional, madre y abuela. Cuenta en su haber con los Premios Juan Ramón Jiménez, San Juan de la Cruz, Jaén, Carmen Conde, Juan Alcaide o Carmen de Burgos, éste de artículos periodísticos. Las antologías Alada mía (1995), La extranjera (2006) o Heredad seguido de Cartas de enero (2010) fueron dando noticia de su obra, con una amplia introducción crítica por parte de Pedro Ruiz Pérez, Vicente Luis Mora y Olvido García Valdés respectivamente. En 2018 se publicaron Antes que el tiempo fuera (Premio Ciudad de Córdoba Ricardo Molina) y la antología Nunca estuve tan alta. De su obra se ocuparon las hispanistas Biruté Ciplijaukaité, Sharon Keefe Ugalde o Candelas Gala. En Villanueva de Córdoba, su pueblo, fue creado en 2014 el premio de poesía que lleva su nombre, y que alcanza ya su VIII edición. En este año de 2021 ha recibido el XII Premio de las Letras Andaluzas Elio Antonio de Nebrija, promovido por la Asociación de Escritores y Críticos (ACE), sección autónoma de Andalucía.

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